GOTAS DEL SABER (57)

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9 de octubre de 2021
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12:55 am
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GOTAS DEL SABER (57)

Vicente Mejía Colindres a Carías Andino: “DESEO QUE EN ESTE CARGO SEAS MENOS INFORTUNADO QUE YO”

Por: Juan Ramón Martínez

I
Manuel Subirana, nacido en Manresa, provincia de Vic, Cataluña, España, había llegado a Honduras en octubre de 1856 y después de predicar en distintas regiones del país y tomando conciencia de la situación de los indígenas más desamparados del país, se dirigió al gobierno de Honduras, en los términos siguientes: “Manuel Subirana, Presbítero Misionero y Curador General de los indígenas selváticos de este departamento, ante Ud. con la forma más útil de dro. digo: Que el Supremo Gobierno tiene concedidas 7 caballerías de tierra a cada uno de los 15 pueblos de ermita que figuran en el acuerdo de 13 de febrero del corriente año, comunicando a usted por conducto de la Dirección General de Rentas del Estado. Así para el efecto de la concesión, como para que el Ayuntamiento sufrague sus honorarios de agrimensura; que deseando que más pupilos tengan tal propiedad, denunció formalmente. Más como las siete caballerías de tierras mentadas según consta en el mismo acuerdo están concedidas a cualquiera de los demás pueblos donde se levanten ermitas con el mismo objeto, denuncia formalmente al punto de Agua Caliente, jurisdicción de Olanchito que confinan al sur con las tierras de los señores Soto de Guadarrama donde tengo una y pido para los indígenas desde el río de la Lima hasta el río de la Vega. En consecuencia, a usted pido y suplico se sirva haberme por presentado, e indagar según la ley sobre la nacionalidad de dichos terrenos y enseguida proceder a la agrimensura hasta adquirir el título que corresponde, omitiendo usted la notificación de estilo. Es justificada que pido, juro no abrigar malicia y los necesario. &a. Yoro, junio 30 de 1864. F) Manuel Subirana, Presbítero Misionero”. (Ernesto Alvarado García, El Misionero Español, Manuel Subirana, pág. 47.) Muchos años después, ganaderos de apellido Ramírez, emborrachando a los caciques, lograron que les vendieran sus derechos. Se creó un conflicto que todavía en 1989, nos permito conocer personalmente. El líder de esa tribu de la Lima, era Vicente Matute que, poco tiempo después sería asesinado en las cercanías de la ciudad de Yoro, sin que hasta ahora se sepa quiénes fueron sus asesinos. Pero desde el principio se supo cuáles eran los motivos: los precios de la venta de la madera de esas tierras, ambicionadas por su calidad, por parte de los depredadores del bosque yoreño.

II
Según Antonio Elvir, “El presidente José Santos Guardiola, después de rescatar las islas del Golfo de Honduras, pidió al obispo (Juan de Jesús) Zepeda enviar misioneros a las montañas del Norte en el departamento Yoro para fundar aldeas de jicaques, ya que vivían dispersos en pequeños grupos. Guardiola murió asesinado el 11 de enero de 1862. El obispo Juan José Zepeda mandó a Manuel Subirana, algunos años después, quien levantó 15 ermitas (pequeñas iglesias) y solicitó al presidente José María Medina un terreno cerca del punto marítimo de Tela. A cada establecimiento de jicaques se les asignaba siete caballerías de tierra…. El plano, medidas y tramitaciones de este expediente están algún tanto defectuosas, pero es lo cierto que no se han perjudicado ni la hacienda pública, ni los interesados, ni ningún otro particular” por lo que el gobierno de Medina procedió a emitir el título correspondiente. Pero cuando empieza a desarrollarse Tela, que partencia a Yoro, igual que lo que ahora es Atlántida y Colón, su crecimiento se ve afectado por las tierras otorgadas por Medina. Al crearse el municipio de Tela en 1876, “ya el pueblo no podía obtener sus ejidos de una legua cuadrada, porque estaba rodeada por la medida de Subirana por el este y por el sur”. Diez años después, Tela solicita sus ejidos. Posteriormente lo hizo “en 1887, 1893 y 1904 sin éxito alguno por el revisor don Casto Alvarado”. (Elvir, página 50) El propio Elvir siendo alcalde municipal obtuvo los ejidos de Tela en 1909, asegurando para Tela, los terrenos entre el río Gilanterique y el río La Esperanza, de este a oeste, y la cadena de cerros de Venecia y Campo Elvir, por el sur y el mar por el norte”. Ya el banano y las empresas fruteras extranjeras –que anunciara Subirana- dominaban la Costa Norte. Para entonces, Subirana había muerto. En Tela había empezado el cultivo del banano, en 1865, en varias de esas tierras de los jicaques, por hombres blancos que, venidos de Estados Unidos, derrotados en la guerra civil de aquel país, llegaron con sus esclavos a nuestro país. Subirana previno a los indígenas que hombres blancos vendrían a quitarles sus tierras. Y sus declaraciones estaban basadas en los hechos. Para 1865, el coronel Jackson había creado la primera empresa cultivadora de bananos, utilizando las tierras de los indígenas protegidos por Subirana.

III
El 4 de octubre de 1820 nació en Santa Ana, El Salvador –posteriormente se ha demostrado que ocurrió en Guatemala– don Francisco Cruz, una de las personalidades más interesantes y polifacéticas del país. Su padre, un mejicano y su madre salvadoreña se establecieron en Honduras. En Comayagua, según Cáceres Lara cursó estudios en el colegio tridentino y “como autodidacta hizo estudios de medicina, derecho y estadística, poniendo especial énfasis en el de la flora y fauna nacionales. Producto de estos estudios es su obra denominada, Flora Medicinal de Honduras, conocida hasta la fecha con el epíteto de Botica del Pueblo”. (Cáceres Lara, 1980, 334). Desde en tiempos del presidente Coronado Chávez, el único carpintero que ha ocupado el cargo, se desempeñó en la administración pública, ocupando diferentes puestos. Fue oficial mayor, jefe Político Departamental, administrador de aduanas, magistrado de la Corte de Apelaciones, de la Corte Suprema, diputado del Congreso Nacional, ministro, y presidente de la República, en calidad de designado presidencial en tiempos de José María Medina y primer director de Estadística Nacional. En 1885 Cruz se estableció en Amapala, en una especie de semi retiro político, dedicado a la medicina natural. “En abril de 1895 vino a la ciudad de La Esperanza para atender a la esposa de un amigo suyo que se encontraba muy grave. La brusca transición del calor al frío, le produjo una congestión pulmonar de la cual falleció el 20 de mayo de 1895. En el cementerio de La Esperanza se haya una tumba en la cual se representa el libro que le hizo famoso: La Flora Medicinal de Honduras” (Cáceres Lara, 336). Después de don Francisco Cruz, destacan en la medicina natural, Jerónimo Murillo, cuya estatua ocupa el lugar central de Teupasenti, El Paraíso; y Luis Dubón al cual todavía no se ha terminado de valorar sus méritos como terapeuta, que trabajó en Chiripa aldea de Tocoa, Colón y de El Paraíso, –donde falleció– perteneciente a Jutiapa, Atlántida.

IV
El 21 de octubre de 1989, un Boeing 737-200, vuelo 414, rentado por Tan-Sahsa, a una compañía de Irlanda, propiedad del ex jefe del Estado y presidente constitucional de Honduras, Osvaldo López Arellano, se estrelló en una colina del Cerro de Hula. El avión viajaba de San José de Costa Rica hacia Miami, con escalas en Mangua y Tegucigalpa. Era conducido por Raúl Argueta, como piloto, Reyniero Canales como copiloto y el ingeniero de vuelo Marco Esteban Figueroa que, de acuerdo a los indicios, era quien lo pilotaba. En el avión siniestrado, viajaban, entre pasajeros y tripulantes 146 personas. Murieron, murieron 127 pasajeros y 4 tripulantes, 131 (60 eran de Nicaragua y 39 de Honduras. Los demás de otras nacionalidades) y sobrevivieron 15 pasajeros. La causa fue según se dijo entonces un problema de procedimiento de aproximación ordenado por la empresa para ahorrar combustible. No se reportó falla mecánica. El avión volaba muy bajo y fue atrapado por una turbulencia. Entre los tripulantes, sobrevivieron el piloto, el copiloto y la jefa de las aeromozas, Nidia Umanzor, la que tuvo un valeroso desempeño en el auxilio de los heridos. Y entre los pasajeros sobrevivientes entre otros un matrimonio integrado por Carlos Pellas, miembro de una de las más fuertes económicamente hablando, familias de Nicaragua y su esposa, Vivian Fernández García, nacida en la Cuba en 1954. Ella fue muy afectada por el incendio sufriendo quemaduras en casi el 80 por ciento de su cuerpo. Desde entonces, ella y su esposo, se han dedicado a apoyar las iniciativas destinadas a mejorar la vida y el cuerpo de los niños afectados por el fuego. Como parte de ese esfuerzo, acaba de poner a la circulación un libro donde narra el evento y sus esfuerzos de recuperación física y emocional. Además, sobrevivieron Ramón Sánchez Borba, un uruguayo que había sido y traído a la UNAH por Jorge Arturo Reina para la organización del registro estudiantil. Entre los fallecidos, recordamos entre los hondureños: Ivonne María de Oquelí, compañero del Club Rotario Tegucigalpa Sur, Armando Blanco Paniagua, Ministro de Trabajo de Honduras, José Ricardo Fasquelle, José de la Cruz Cáceres, Carlos Montes y Fany Arely Sánchez Bulnes hija de mi amigo, el general Wilfredo Sánchez. El accidente, terminó con la empresa que, no pudiendo renovar su equipo y pagar los altos seguros exigidos por las aseguradoras, se declaró en quiebra y dejó a Honduras, sin una línea de aviación de bandera nacional.

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