Poder e impunidad

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25 de octubre de 2021
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12:03 am
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Poder e impunidad

Por: Edmundo Orellana

¿Qué es poder? Pregunta que se pretende responder en libros, conferencias, entrevistas, etc; sin embargo, fue un empresario argentino, que resultó ser un hampón, vinculado a los gobiernos de su país, quien ofreció la respuesta que, según Hugo Alconada, más se corresponde con nuestra realidad: “El poder es tener impunidad”.

Para Alconada, autor del libro “La raíz (de todos los males)”, ese hampón tiene razón “porque la impunidad requiere poder”. A continuación, cito algunos fragmentos del libro.

En Argentina el “poder real está montado para fomentar la corrupción y garantizar la impunidad del “círculo rojo”, de la “casta”, que controla las riendas del país. Un sistema que es, en la práctica, la raíz de todos los males que afronta la Argentina, en especial durante las últimas décadas. Porque la corrupción altera las prioridades de quienes deben tomar decisiones con todo tipo de efectos nocivos. Políticos, económicos y sociales. Y la impunidad rompe con la premisa de que un castigo debe seguir al delito, alentando su repetición y subvirtiendo valores sociales. Así, quien debiera estar preso por corrupto aparece, en la práctica, como el más astuto de todos”.

“Los fiscales no investigan, los jueces no juzgan, los organismos de control no controlan, los sindicalistas no representan a sus trabajadores, los empresarios no compiten, la policía no reprime el delito y los periodistas no informan. Con excepciones en todos los campos, por supuesto, y muy dignas, por cierto. Pero así fue diseñado y así funciona un sistema de corrupción e impunidad donde reina la hipocresía, que premia a los que se adaptan, expulsa o encapsula a los elementos sanos (que son muchos), y castiga a los que intentan rebelarse (que no son tantos). Es decir, pierden sus trabajos, padecen campañas de desprestigio, arrastran durante años causas penales inventadas…”.

“Porque todo eso -y más- ocurrió y ocurre en los sótanos de la Argentina. Porque “incluso la mejor de las constituciones enseña la fachada del enorme y complejo edificio del Estado”, dice Norberto Bobbio en Las ideologías y el poder en crisis, “pero revela poco o nada de lo que se encuentra detrás o dentro de él, por no hablar de los sótanos”.

“¿Qué es este sistema de los sótanos?”. “Una estructura de poder y de negocios (y que por tanto excede al sistema político en sí) que impera en la Argentina desde hace décadas y que ha ido in crescendo para beneficio del “círculo rojo”…, aunque otros prefieran hablar de “las élites” o, de manera más vaga, de “las corporaciones”. O, en Italia, de “la casta”. Un entramado, en suma, que olvidó que sus actos atentan contra la democracia”.

¿Cómo funciona este sistema?, se sigue preguntando. “Como un circuito cerrado que permite acumular poder, enriquecerse, ascender de clase social y perdurar impune a aquellos que acaten las reglas espurias que lo regulan. Pero que también puede montarle una operación a quien saque los pies del plato, enviarlo a la cárcel como chivo expiatorio para salvar al resto del rebaño… o mandarlo matar”.

“Nada nuevo bajo el sol, como alertó el profesor… Michael Reisman…”. “En palabras del primer fiscal jefe de la Corte Penal Internacional, Luis Moreno Ocampo: “Reisman advierte que podemos encontrarnos ante otra situación: una red enquistada en el poder que comete crímenes, con un código secreto que los autoriza. En estos casos, la pena al infractor puede servir para que los demás sigan haciendo lo mismo. La mafia entrega al asesino descubierto: su crimen no es el homicidio sino haber sido descubierto. Su castigo tranquiliza al mismo tiempo a la sociedad, que cree que se aplica la ley, y a la mafia, que se preserva de la atención pública y sigue utilizando sus códigos secretos”. “Los códigos de los sótanos del poder. Porque el entramado delictivo debe sobrevivir, como sea, del mismo modo que la clase política avanzó sobre Fernando de la Rúa para evitar que la ola “que se vayan todos” terminara con el sistema. Para eso, los artífices criollos incluso simulan cambios e impulsan supuestas reformas para que nada profundo cambie”.

“Porque la corrupción en ciertos países es, en palabras del académico Héctor Schamis, “el componente central” del régimen político”. “En países, dice Schamis, donde los partidos políticos se han debilitado y fragmentado, además de haber perdido la confianza de la sociedad, la corrupción los está reemplazando. La corrupción cumple las funciones básicas de la política: seleccionar dirigentes, organizar la competencia electoral y ejercer la representación -¡y el esencial control!- territorial. Esta es la nueva forma de la política en la posdemocracia”.

Esta ilustrativa descripción nos sirve para entender el sistema de sótanos versión hondureña contra el que, de ganar las elecciones, habrá de enfrentarse la oposición o bien perderse en sus laberínticas entrañas e integrarse. Para que no se rinda, seducida por sus encantos, digámoslo con fuerza: ¡BASTA YA!

Y usted, distinguido lector, ya se decidió por el ¡BASTA YA!?

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