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6 de enero de 2022
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Carolina Alduvín

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Por: Carolina Alduvín

Inicia un año y a fin del primer mes comenzará una nueva administración del Estado, los vientos de esperanza se dejaron sentir desde el día mismo de las elecciones, lo que permitió un clima pacífico en las calles de la capital para comprar, celebrar y dispersar el coronavirus; sin embargo, los artífices del fraude electoral no descansaron, por instrucciones, o por haber admitido a tiempo la derrota, ni siquiera hubo intento de robar el nivel presidencial. En diputaciones y corporaciones municipales, fue otra historia; al día siguiente surgieron miles de inconsistencias que dieron lugar a impugnaciones y denuncias de delito electoral. Se procedió a hacer escrutinios especiales en las urnas denunciadas, con reglas diferentes a las del día de las elecciones. Los observadores ciudadanos debieron permanecer a más de cuatro metros, mientras que solo representantes de partidos políticos estuvieron a corta distancia, fungiendo como juez y parte.

Existen reportes de que uno de los partidos presionó para que se apagaran las cámaras que en algún momento transmitieron el evento, y que sus representantes coaccionaron quienes estaban contando, a poner marcas inexistentes a su favor. Al vencerse el plazo legal para la declaratoria, las revisiones seguían inconclusas; aún así, sin resolver impugnaciones ni atender denuncias, se anunció la composición partidaria del Congreso, sin la debida transparencia. Al haber miles de inconsistencias, debería haber centenares de capturas por delito electoral, los medios solo reportaron dos casos. Así, el CNE terminó haciendo las del pato, anotó puntos a su favor al permitir y acreditar la observación ciudadana, lo que propició la transparencia, pero fue incapaz de evitar el fraude denunciado en los diferentes momentos del proceso, trató de tapar el ojo al macho al judicializar un solo caso, y de manera velada pedir disculpas durante la declaratoria.

Por otra parte, se ha anunciado, como parte de los acuerdos de la alianza, ceder la presidencia del Congreso a un partido que no agrupa ni el diez por ciento de los votos. Un buen comienzo sería respetarlo; sin embargo, hay rumores sobre división entre las liebres, dada la tentación de que uno de ellos sea electo para el cargo; lógicamente, tendrían que negociar el número de votos faltantes para la mayoría. La pregunta entonces es ¿con quiénes y a cambio de qué? Hay a quienes lo único que interesa es mantener privilegios, especialmente la impunidad legislada en el ciclo anterior. Congraciarse con los contrincantes supuestamente derrotados sería el peor de los comienzos y marcaría la ruta para imponer sus caprichos. ¿Tendrá el aliado incómodo la habilidad para evitarlo? La experiencia nos indica que la probabilidad es baja.

Por el momento hay un gabinete no tan en la sombra, a sus integrantes les gustaría comenzar de la mejor manera, más de alguno ha confesado no saber por dónde. Y no es por falta de directrices, tienen un plan de gobierno y una serie de promesas cuyo cumplimiento está como en chino, dados los intereses que pasarían a afectar, no se diga si lo han ofrecido para los primeros cien días, sobre todo porque en ningún momento se dijo de dónde saldrían los recursos para implementar tan pocos realistas ofrecimientos. Entre lo que los corruptos se embolsaron con la excusa de la pandemia y la fracasada compra de votos, el nivel de endeudamiento debe estar en nivel impagable en varias generaciones. Y si encima van a pactar con supuestamente se fueron, para cumplir con los lineamientos ideológicos, comienzan amarrados de pies y manos.

El mismo calendario de reuniones con movimientos sociales que ha programado su comisión de transición, refleja buenas intenciones, un afán por quedar bien con las bases. Han comenzado con centrales obreras, organizaciones campesinas y el magisterio, grupos consuetudinariamente conflictivos e insaciables, está por verse si esta vez sus inveteradas demandas serán atendidas. Para esta semana están asuntos sobre tierra, territorio, colectivos de comanejadores, de áreas protegidas, estudiantes y jóvenes, grupos que, dicho sea de paso, han pasado casi ignorados en el pasado. Siguiendo con grupos de mujeres, trabajadores de la salud, pueblos indígenas y afrodescendientes, pescadores, migrantes, personas viviendo con VIH, personas con capacidades diferentes, artistas, medios de comunicación comunitarios, sector social de la economía y personas jubiladas. Lo que criterio de sus ideólogos son vulnerables.

Hay intención de pactar con todos, el comienzo es respetar la Constitución y cumplir las leyes.

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