POR supuesto que al país honra la presencia de tantos jefes de Estado y de altas delegaciones que acuden a la toma de posesión. Es un hecho que esta celebración de traspaso de mando sería una de las más concurridas. Aquí se han dado cita distinguidas personalidades –de una diversidad de corrientes ideológicas– de todas partes del mundo. Lo que coloca a Honduras –siquiera por este día y virtud de este acto– en el centro de atención internacional. Y por algo que –aparte del despropósito de los políticos de montar juntas directivas paralelas del Congreso– sin duda es meritorio. El país consolida su democracia y se abren –con la alternancia en el ejercicio del poder– horizontes prometedores de esperanza. No sabríamos –dado los estrictos controles de seguridad– qué tan accesible sean los visitantes a tomar preguntas de la prensa. Sin embargo, una en particular nos hubiese gustado formular a la vicepresidenta de los Estados Unidos, dada la importancia que reviste para el país, la potencia indiscutible del mundo occidental.
A continuación, las interrogantes, en el contexto de lo que pudiese ser una entrevista interesante: Su presencia en la toma de posesión es de gran relevancia para los hondureños. Es en el mejor interés de ambos países las relaciones cercanas que mantenga el gobierno del presidente Biden con la nueva administración de Xiomara Castro Zelaya. 1. ¿Cómo pondera la importancia que puede atribuírsele a Honduras en la región en potenciar y promover esos intereses comunes? 2. Usted tiene un largo y respetado currículum en la lucha contra las desigualdades y vulnerabilidades. Las causas profundas de la inmigración están estrechamente vinculadas a la falta de empleo y oportunidades, a las inseguridades en los países de origen. ¿Cuándo se materializará el plan de Washington, destinado a enfrentar las causas raíz de los flujos migratorios, del que usted ha sido una ferviente proponente? 3. El TLC ha sido una importante herramienta de desarrollo –de generación de empleo– para Honduras. Pero el país se quedó estancado con exportaciones de carácter básico. No podemos competir con los EE. UU. en iguales términos. ¿Estaría Estados Unidos dispuesto a renegociar el TLC? 4. Las condiciones más favorables de un nuevo TLC funcionarían, si el país se enfoca en la tecnología, como una respuesta a las muchas causas raíz de la inmigración. Es en el interés de EE. UU. que Honduras se desarrolle lo suficiente para mantener a su gente en casa. ¿Consideraría el TLC y el mayor acceso al mercado estadounidense como una herramienta para ganarle la partida al tema migratorio?
5. Los gigantes tecnológicos explotan el mercado hondureño en una competencia desleal con los medios locales, acaparando sus ganancias sin aportar ningún beneficio al país. ¿Cómo estaría dispuesto a ayudar su gobierno para romper este grosero desequilibrio de modo que nuestro país obtenga su parte justa? 6. ¿Qué importancia tiene Centroamérica para el gobierno de los Estados Unidos? ¿Y qué disposición hay no solo de colocar en la agenda de discusión los temas relevantes a Washington sino además los temas de interés de la región? 7. ¿Qué planea hacer EE. UU. en aras de avanzar la democracia cuando hay una incursión de otros intereses que se contraponen al suyo disputando su tradicional influencia en la región? 8. ¿Ve usted alguna posibilidad –durante esta administración demócrata– de pasar la reforma inmigratoria actualmente estancada en las cámaras? (Hasta aquí el interrogatorio, aparte de la inquietud del Sisimite por el cambio climático y la defensa del ecosistema).
