La derogación de las ZEDE

MA
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3 de mayo de 2022
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12:58 am
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La derogación de las ZEDE

Rafael Delgado

No hay que olvidarlo para que no ocurra nuevamente. En este país, durante los gobiernos de Porfirio Lobo y Juan Orlando Hernández, se montó un plan para entregar el país a pedazos, para debilitar aún más las funciones del ya maltrecho Estado nacional, cediendo espacios del territorio, con todos sus recursos y exoneradas de las mínimas obligaciones, pero con amplísimos derechos, a zonas privadas autogestionadas por inversionistas extranjeros. Es seguro que esto pesará en el futuro en cualquier análisis que se haga de estos períodos presidenciales. Además del narcotráfico y la corrupción rampante que como pandemia ha robado vidas y muchos recursos de manera sistemática, se recordarán por esa embestida que desde el poder mismo se le dio al país en general, a sus leyes y a sus instituciones.

No era poca cosa ante la que estábamos. Se trataba de una decisión, que además de articularse muy bien en algunos círculos empresariales, se elevó a política de Estado. Pasaron las ideas por las estrechas mentes de los miembros del círculo de poder exponiendo con ello su apabullante incapacidad de liderar la solución de los agudos problemas del país. Circularon las ideas entre sus funcionarios y diputados, a quienes se alineó para que siguieran la ejecución del plan, que llegó hasta una abusiva reforma constitucional para forzar la Constitución de la República al funcionamiento de las zonas especiales de desarrollo Económico. La oposición generalizada no sirvió de nada ante una decisión tomada de ceder el país.

La derogación de la ley de zonas especiales ha sido por tanto lo correcto; lo que cualquier gobierno medianamente entendido de las necesidades del país y de sus peligros, haría con semejante cosa. Lo que ahora corresponde es emprender algo diferente en el marco constitucional y además que despierte la confianza de los hondureños que en efecto necesitan de empleos dignos, ingresos suficientes y de una institucionalidad pública fuerte y su servicio.

En Honduras contamos con una economía informal a la que es necesario ubicar en el centro de la atención de las políticas públicas. Se requiere de elevar su potencial distribuido en miles y quizás millones de micro emprendedores que están olvidados por las agendas de los gobiernos. Lo mismo corresponde para otros miles de micro y pequeños emprendimientos que apegados a la formalidad, sienten en ella más bien un marco que impone solamente cargas a sus impulsos de crecimiento. Estoy seguro, que un gobierno encaminado a hacer un giro importante debe comenzar con un esfuerzo sin precedentes en formación profesional y educación para elevar la calidad y la productividad de la mano de obra de estos sectores. Contar con institutos de formación profesional accesibles mediante las alianzas del gobierno y la empresa privada, dirigidos para preparar en centenares de profesiones necesarias para producir productos y servicios de calidad es la vía para abordar uno de los temas que más contribuyen al desarrollo económico. Nadie antes lo ha intentado y es un punto clave para la inversión tanto nacional y extranjera enmarcada en los principios de la sostenibilidad.

No hay duda, que un sistema financiero de primer y segundo piso más preocupado por responder con productos financieros adecuados a las necesidades del productor podría remover muchas de las barreras que impiden su crecimiento. Son miles los pequeños empresarios con voluntad de emprender, pero que requieren algo de dinero prestado; no acuden al banco o a otros prestadores formales por no caer en esos planes de pago que solamente desangran y contribuyen en el corto plazo al debilitamiento del productor y a su posterior marginamiento de los mismos mercados financieros. Hasta aquí algunas de los grandes temas que deben abordarse.

Ya se dio el paso necesario, pero no es lo suficiente para desencadenar todo el potencial latente de un país deseoso de un mejor futuro. Solamente un gobierno con una agenda centrada únicamente en las angustias de la gente y alejadas de las consideraciones oscuras y antidemocráticas del monopolio del poder, podrá iniciar en convertir a todo el país en un espacio dinámico para la generación de empleo y desarrollo.

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