¿LA DECADENCIA?

ZV
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16 de mayo de 2022
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12:09 am
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¿LA DECADENCIA?

LA semana pasada resumimos “Sobre la Tiranía” –el libro que le obsequiaron al Sisimite, del que supimos gracias a Winston– de Timothy Snyder”. En el artículo citamos otro autor –Francis Fukuyama– cuyo libro “Orden y Decadencia de la Política”, sobre el mismo tópico, habíamos leído. Una apresurada sinopsis: “Para finales de los ochenta e inicios de los noventa, los regímenes comunistas del bloque de Europa del Este se desmoronaban”. “Todavía en la etapa siguiente –de la guerra fría– la impresión era que las democracias occidentales habían triunfado”. De hecho, “el número de democracias en todo el mundo de solo 35 en 1970 aumentó a casi 120 en 2010”. ¿Pero qué le ha sucedido a las democracias desde el colapso de la Unión Soviética y la caída del muro de Berlín? “Hoy parecería que las democracias luchan por la sobrevivencia, partiendo del grave declive –como algunos observan– en la misma democracia norteamericana”. “En una era de creciente populismo ¿qué hacer para asegurar el futuro del sistema?”.

“Los filósofos, desde tiempos de Aristóteles, han argumentado que la clase media es esencial para estados y democracias saludables”. Pero, ¿qué es la clase media? “En ciencias políticas, la clase media se refiere a una medida de la posición social y educativa”. “Como ilustración piense en una persona pobre con una posición social baja y un nivel educativo limitado que consigue un nuevo trabajo mejor pagado”. “Desde la óptica de las ciencias políticas esa persona ingresaría a la clase media”. “Sin embargo si pierde el trabajo, se hunde otra vez en la pobreza”. (Precisamente lo que ha sucedido aquí en el país. “Ese gigantesco y creciente ejército de desocupados –sin representación, sin recurso de presión porque no están organizados, y sin voz ya que nadie habla por ellos– cuya única alternativa de vida es irse de su tierra natal”). “Los estudios internacionales muestran que las personas de clase media valoran más la democracia y la libertad individual”. “También tienden a ser más tolerantes con los estilos de vida alternativos que las personas de clases más bajas”. Durante el auge industrial “las principales innovaciones tecnológicas crearon innumerables puestos de trabajo para trabajadores poco calificados –independientemente de su nivel educativo– en las industrias del carbón, el acero, la química, la manufactura y la construcción”. (Digamos las fábricas de ensamblaje de carros –operaciones simples y repetibles– en los Estados Unidos y aquí las maquiladoras).

“Entonces las tecnologías impulsaron el surgimiento de una gran clase media y, a su vez, la democracia”. Sin embargo “la tecnología actual ha tenido un impacto bastante diferente”. “Las innovaciones en la automatización han eliminado una gran cantidad de trabajos de buena paga, poco calificados”. “Están surgiendo nuevos trabajos mejor pagados que recompensan a los trabajadores con habilidades avanzadas”. (¿Y ni hablar del obsoleto sistema educativo hondureño que educa para un mercado años luz de atraso contrastado con lo de afuera y para un mundo que ya no existe? Si hasta eso, decir que educa, es más halago que realidad). “La decadencia democrática a menudo se atribuye a la incapacidad institucional de adaptarse en forma efectiva a circunstancias que cambian rápidamente, especialmente cuando surgen nuevos grupos sociales con nuevas demandas políticas y desafían el statu quo”. La disyuntiva –sobre todo ahora Dc, después de la crisis del coronavirus– sería ¿qué le sucederá a las sociedades que no logren adaptarse a la nueva realidad? Y no es que vaya a acabarse el mundo. Perecerán los que no tengan capacidad de adaptación. Y carentes de las actitudes, conductas, comportamientos colectivos apropiados, tampoco la voluntad de hacerlo. El autor deja entrever una preocupación que bien podría ser fatalidad: “Lo viejo debe desmoronarse antes de que pueda surgir lo nuevo”. (De lejos y desde arriba, se ven como si no estuviesen sucediendo –solloza el Sisimite– los derrumbes de allá abajo).

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