ENTRE “ESCILA Y CARIBDIS”

ZV
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17 de junio de 2022
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12:45 am
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ENTRE “ESCILA Y CARIBDIS”

SE aproximan las elecciones de medio término en los Estados Unidos. En juego, el dominio de ambas cámaras, en la actualidad controladas por el partido de gobierno. Sin embargo, los cielos encapotados amenazan tempestad. El precio exorbitante de las gasolinas –atribuible, según dicen, a la invasión rusa a Ucrania– y el efecto dominó sobre los alimentos y otras esencialidades, ha golpeado los ya empobrecidos presupuestos familiares diezmados por la crisis sanitaria. La Casa Blanca no ignora el malogrado estado anímico del electorado. Hace lo imposible por contener el perturbador ciclón inflacionario. La carta del inquilino del Salón Oval a las refinerías pide “producir más gasolina y diésel” aduciendo que estas “se están aprovechando de la incertidumbre –triplicando sus ganancias– en tiempos de guerra”. “La acusación de que la avaricia corporativa está contribuyendo a la inflación es controversial entre muchos economistas, pero podría resultar popular entre los votantes”.

(Durante la administración republicana anterior, cuando parecido escalonamiento se produjo en los precios del combustible, lo que hubo fue amenaza –no petición– a las refinerías y a los lagartos de la OPEP de incrementar el suministro. Y tuvo efecto momentáneo ya que los precios bajaron. Sin embargo, ahora se trata de una piadosa excitativa: “Sus compañías tienen que trabajar con la administración a fin de llegar a soluciones concretas a corto plazo a fin de encarar la crisis”). “El gobierno reportó que los precios al consumidor en Estados Unidos aumentaron en 8.6% con respecto al año anterior, el alza más pronunciada en más de 40 años”. Sin embargo, algunos analistas del mercado temen la estanflación. Esta es una mezcla tóxica indeseable. “Una alta inflación combinada con una oferta baja de empleos que a la vez empuja a los mercados a un abismo recesivo. Por lo general la inflación y la recesión se encuentran en lados opuestos. Un mercado boyante, e incentivos para fomentar el empleo puede desembocar en exceso de circulante que dispara los precios. Estados Unidos lanzó dos paquetes multimillonarios de estímulos para reactivar la aletargada economía afectada por el colapso de los mercados en la pandemia. De repente cae una guerra encima que eleva el precio de los carburantes y vuelve escasas materias primas y otras comodidades. O a la inversa.

El FMI, por ejemplo, –a estos pintorescos paisajes acabados de demanda de subsistencia– gusta de aplicar medidas de contracción a la economía (que se mueran los pobres y los afligidos), reducir el consumo, para controlar la inflación y corregir desequilibrios fiscales. En los textos, la receta económica tradicional recomienda usar medidas expansionistas –monetarias y fiscales– para reanimar una economía depresiva. Pero eso puede ser inflacionario. (¿Y qué no decir con el juego especulativo de los alagartados?). La Reserva Federal estadounidense, “empeñada a llevar la inflación a su objetivo de 2% anual, aumentó sus tasas de interés de referencia en tres cuartos de punto porcentual, el mayor incremento desde 1994”. “Se trata de la tercera alza consecutiva y la mayor en más de 27 años, y lleva las tasas de referencia a un rango de 1.5-1.75%”. Solo eso faltaba. Recesión e inflación (estanflación). A merced de los dos cachos de la bestia. (Así que –el Sisimite arrinconado entre los dos monstruos que vivían a cada lado del ajustado estrecho de Mesina que separa a Grecia de Italia–reflexiona que esto es como estar entre “Escila y Caribdis”. Traducción, ya que el Sisimite solo da el relato antiguo. Pero no el de la edad de piedra de los zombis alucinógenos prendidos a su adicción que para comunicarse cambiaron el abecedario por emojis y pichingos. La versión más contemporánea de la frase sería “como estar entre la espada y la pared”).

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