La imposible neutralidad

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17 de junio de 2022
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12:03 am
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La imposible neutralidad

Por: Juan Ramón Martínez

Antes del invento de la telegrafía inalámbrica, se creía posible contradecir al poeta Donne, afirmando que podíamos vivir el conflicto entre los vecinos, ser neutral; y dejar que ellos se fueran a las greñas. Después de la gran guerra—la primera guerra mundial—con la inmediatez de los conocimientos de lo ocurrido en los frentes de batalla, fue más difícil ser neutral. En Honduras, se formaron dos partidos: el de los anglófilos y el de los germanófilos. Cada uno, en los pequeños periódicos, acusaba a su adversario de pertenecer al bloque contrario. Los germanófilos más famosos fueron los Valladares, Paulino y su esposa. Pero todo el gobierno de Bertrand, se vio envuelto en el conflicto, de modo que, en 1916, cuando la Iglesia Católica pretendió reorganizarse, el gobierno se opuso, invocando gastos que caerían en la espalda del pueblo; pero en realidad afectados de germanofilia y de la idea, que todavía circula entre nosotros, que la paz, el nacionalismo y la nación, podían construirse desde la neutralidad. Aunque fuera falsa y disimulada hipócritamente.

Cuando empezó la invasión de Rusia contra Ucrania, muchos creyeron que quedaban muy lejos: Que era cosa de extraños. Que ellos, debían resolver sus dificultades. Poco a poco, hemos ido tomando conciencia que la disminución de la oferta petrolera – Rusia es uno de los grandes productores de crudo—afectaba los precios; que las cadenas de suministros disminuían la oferta y empujaban la inflación; y que, la dependencia de los fertilizantes rusos y granos ucranianos, afectarían en el mediano plazo la oferta alimenticia y dispararían el precio del pan y las tortillas. Poco a poco, hasta los más duros de cabeza, hemos tomado conciencia que nadie puede ser una isla, incluso siéndola. El aleteo de una mariposa en Australia, puede afectar la falla de San Andrés y provocar un terremoto en Chile, confirmando que las cosas están relacionadas y que la predominancia de las redes sociales, nos hace coetáneos, incluso con los vecinos que imaginamos más distantes. Y que, por ello, nos interesan poco. En fin, el aislamiento rural, el distanciamiento entre vecinos, se ha roto y ahora, todos estamos codo con codo, de modo que todo lo que ocurre en cualquier parte, nos afecta a todos.

Y si los que dudaban, ahora se han dado cuenta – no pocos con estupor—que el berrinche infantil, utilizado como excusa para no ir a la IX Cumbre en los Ángeles, no era una acción aislada y que la política de las grandes potencias enfrentadas en Europa, había llegado ya a nuestros continente y que, terminaría afectando nuestro entorno y especialmente implicándonos en el espacio defensivo de Estados Unidos y que sus actos defensivos – como ya ocurrió en 1962 cuando la URSS, instalo cohetes de corto alcance en Cuba—nos involucraría a todos. Por ello es que ahora, muchos no haya cómo reaccionar cuando Nicaragua acepta tropas rusas – inicialmente en misiones humanitarias – y Estados Unidos sitúa barcos de guerra en Puntarenas, fronteriza con la patria de Darío, no podemos dar la espalda y fingir que no nos interesa meternos en pleitos ajenos; y que, por ello, seguiremos la deriva populista, fomentando un nacionalismo anti estadounidense y forjando las bases de la “refundación” de la nación hondureña. Y es que además de imposible, ser neutral en una confrontación entre Rusia, China y Estados Unidos, es torpe y suicida. Las fuerzas sociales, políticas y económicas, son necesarias para ser neutrales. Nosotros no las tenemos. Y aunque las tuviéramos, la apuesta natural es en favor del bloque que mejor nos garantiza nuestros intereses. La aventura rusa o china, es una apuesta parecida al “bitcoin”: sometida al azar y al movimiento de los dados.

El pueblo no acepta a Rusia o China. Menos en Irán. Sus ojos están en Estados Unidos. Allá están los familiares que envían las remesas que sostienen al país, compran nuestros productos y, además, los inversionistas interesados en producir bienes y servicios también están allá. Pero si no fuera suficiente, — aunque hay compatriotas que siempre andan buscando oportunidades entre los extraños–, no tenemos con que sostenernos, porque le neutralidad supone autonomía y autarquía. Incluso, nuestro aparato de defensa está diseñado para luchar al lado de Estados Unidos. Y con ellos, estamos comprometidos para que nuestros hombres armados, defiendan al canal de Panamá. Desde Palmerola.

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