Reflexiones a la luz de un 3 de octubre promisorio

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30 de septiembre de 2022
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12:05 am
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Reflexiones a la luz de un 3 de octubre promisorio

¿Vuelven los oscuros malandrines del 80?

Por: Óscar Armando Valladares

Cúmplense este lunes de -anunciada humedad fluvial-, 230 años de la fecha natalicia de José Francisco Morazán Quesada, “hijo legítimo” de Eusebio Morazán y Guadalupe Quesada, conocidos vecinos de Tegucigalpa. En la iglesia parroquial del “señor san Miguel”, el cura Juan Francisco Márquez bautizó a la criatura el 16 de octubre. Fue su madrina, que la tuvo y “saco de pila”, doña Gertrudis viuda de Ramírez”. Días después, el 20 de octubre, se produjo el nacimiento de María Josefa Lastiri Lozano en el recinto familiar de Juan Miguel Lastiri y Francisca Lozano. En 1825, Francisco y María -ambos de 30 abriles- unieron por siempre sus vidas y destinos, en una entrega admirable de pareja por el ideal supremo que la inspiró.

Este 3 de octubre vale la pena de ser recordado su manifiesto “al pueblo de Centro América”, escrito en David, Panamá, el 1º de julio de 1841, dirigido en primer término a “los enemigos de la independencia y de la libertad”, a los abusadores “de los derechos más sagrados del pueblo” movidos por sórdidos y mezquinos intereses, y que -salvando las distancias-acusan parecidos comportamientos los sectores que detentan el poder económico aquí y ahora, pese al cambio de gobierno producido en los comicios de 2021.

Tajante es Morazán al cotejar y contrastar, a fondo, las diferencias entre los que traicionan a la patria (por lo que apela a una cita de Montesquieu) y los que como él pretenden erigir una patria libre. “Tenéis -les arguye- en vuestro apoyo: que os halláis colocados en el poder, y que nosotros nos encontramos en desgracia; que podéis hacer uso de vuestra autoridad para procurarnos acusadores, y que nosotros no encontramos tal vez ni un testigo; que os habéis constituido en nuestros jueces, y declarado que somos vuestros reos”.

Con explosiva elocución encara a los malvados: “En vuestra patria perpetrabais los más atroces delitos, a los que se les daba el nombre de debilidades para dejarlos sin castigo, y nosotros sufríamos la nota de infames hasta nuestra quinta generación. En vuestra patria ejecutabais crímenes que siempre se quedaban impunes, porque vosotros mismos erais los jueces, y nosotros perdíamos la salud en los calabozos y la vida en los cadalsos. En vuestra patria ostentabais los honrosos títulos de tiranos, y nosotros representábamos el humillante papel de esclavos. En vuestra patria teníais la gloria de apellidaros los opresores del pueblo, y gemíamos nosotros bajo la opresión… Cuando vosotros disfrutabais de una patria, no podíamos pronunciar ese dulce nombre. Recordadlo. Vosotros habéis gozado muchos años de los bienes de la patria… ¿Encontraréis en la República de Centro América algunas señales de ella? No. Aunque le dais hoy este nombre, más extranjeros sois por vuestros propios hechos en el pueblo que os vio nacer, que nosotros en Méjico, en el Perú y en la Nueva Granada”.

Pues bien: inmersa en una realidad -si no igual, bastante parecida- la primera mandataria hondureña, Xiomara Castro, motivada por los ideales y propósitos revolucionarios de Morazán, propende refundar el país; así lo ha reiterado enfáticamente en el discurso pronunciado en la ONU, cuyos señalamientos provocaron enojos y reprobaciones “malinchistas” a la verdad esperados e inclusive resquemores en más de un deplorable morazanista por aquello del qué dirán el barbado tío Sam y su ubicua emisaria.

¿Es que, por encargo voluntarioso del cielo y las estrellas, solo el conservadurismo político y su cohorte lacayuna tienen derecho de mandar y mondar a su gana? ¿No puede un gobierno emular la conducta y las acciones de la más alta figura de nuestra historia e impulsar un proyecto democrático y emancipador? ¿Y acaso no puede ser solidario con Cuba y Venezuela, como lo fue Morazán con México, Belice y Nicaragua, amenazados por poderes foráneos? ¿Tantos años de tutela neoliberal y de prosperidad elitista no han sido suficientes como para no buscar un modelo alterno de desarrollo social, pacífico y al sur de intimidaciones?

En consonancia con el 3 de octubre, reflexionemos en ese cambio cualitativo, cuyo acontecimiento implicará desafiar organizadamente a los intereses y sectores de siempre; e inversamente, no emprender la lucha necesaria equivaldrá a patinar en el mismo barro inmovilista, en menoscabo del pueblo que, en alargada mayoría, recorrió calles y avenidas con ilusionada esperanza el jueves 15 de septiembre. Como cantó Neruda: “Alta es la noche y Morazán vigila”… desde el cerebro de todo compatriota resueltamente indignado ¡y dispuesto a más!

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