Nelson Crisanto, primer medallista de oro: “Una misionera cambió mi vida”

ZV
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16 de marzo de 2024
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12:49 am
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Nelson Crisanto, primer medallista de oro: “Una misionera cambió mi vida”

Nelson Crisanto fue el primer atleta hondureño (masculino) en conseguir una medalla de oro.

Más de dos décadas han pasado desde que Nelson Crisanto saltó a la fama con la primera medalla de oro, masculino, para Honduras. Entonces, era un joven de 22 años, criado en La Mosquitia, pero educado en Estados Unidos, donde un maestro descubrió que tenía destrezas para la lucha libre y él se dio cuenta que era su pasaporte para estudiar en la universidad. Y no solo eso, ganó dos medallas de oro para Honduras. Obligado por un problema de salud de su hijo emigró a Estados Unidos donde vive actualmente. Entrevistado por teléfono, el exatleta repasa sus momentos de gloria en el deporte y regresa al punto inicial de su vida, cuando una misionera lo escogió, entre miles de niños, que se debatían en la miseria en La Mosquitia, y se lo llevó becado a Estados Unidos. “Nos levantábamos temprano a ordeñar unas vaquitas. Éramos 15 hermanos, compartíamos todo, hasta los zapatos”, comienza recordando.

¿En qué ciudad vive?
Seattle, Washington.

Tan lejos, ¿cómo llegó ahí?
La necesidad, hermano.

¿Dónde nació?
En Palacios, La Mosquitia, la línea divisoria entre Colón y Gracias a Dios.

¿Cómo fue esa infancia?
Bueno, mi mamá tenía 12 hijos y mi papá, cuando se casó con ella, tenía 3, así que éramos 15 hermanos, muy felices, compartíamos todo, hasta los zapatos.

Afortunado porque al menos tenía con quien jugar, ¿trabajó desde niño?
(Se ríe). Había tres cuartos (habitaciones) y como la mayoría de los niños de nuestro país, trabajé desde los seis años. Íbamos a pie a la escuela. Nos levantábamos temprano a ordeñar unas vacas, vender la leche y con ese dinero comprar lo que necesitábamos. En vacaciones pescábamos en Brus Laguna. Mi papá dejó mucha tierra.

¿Viven, todavía, sus familiares ahí?
No, mi papá murió hace 20 años, mi mamá vive en La Ceiba, pero pasa más tiempo en Canadá con mi hermano, que es el que pasa tiempo allá en sus vacaciones y maneja esas tierras.

¿Y usted ha regresado?
No, desde que me vine, hace más de diez años.

¿Por qué emigró?
Tenía un hijo autista y pensamos, con mi esposa, que podríamos darle mejor atención médica aquí, pero por esas cosas de la vida, me fui a Canadá y cuando regresé ya había otro tipo, así que ella tomó su camino y yo igual, nos venimos con esa idea, pero aquí las cosas cambian, yo estoy casado y tengo dos hijos con mi nueva esposa.

¿Cómo se fue de La Mosquitia?
Trabajaba en un hospital y una misionera de los Estados Unidos me preguntó si me quería venir a Estados Unidos. Usted sabe que ese es sueño de todos en Honduras, así que me vine y gracias a esa misionera cambió mi vida completamente. Me gané la lotería. Tenía 13 años.

¿Ahí estudió?
Sí, todo mi bachillerato y terminé los últimos años en la universidad de Canadá, estudié Sociología, después regresé a Honduras, porque así era el convenio, en 1998 y me involucré en el deporte en 1999.

¿Cómo le nació la afición por la lucha libre?
Es que uno de mis profesores de aquí, cuando estaba en sexto grado, notó que tenía esas destrezas, me invitó a la práctica y fue algo que aprendí rápido, me di cuenta que eso podía pagar mi universidad, así que me gané el campeonato del estado en 1996 y una beca para mis estudios.

¿Cuál es el truco de la lucha libre?
El balance, el equilibrio, el que aprende a sacar a su oponente fuera de la colchoneta, ese gana.

¿Le ha tocado usar la lucha libre en defensa personal, digamos, en un asalto o un ataque?
No, es uno de los principios, la lucha es letal, en esos casos, es mejor correr.

¿Ni de su esposa?
Suelta una carcajada… Olvídese, estas mujeres tienen un derecho aquí que es mejor estar calmaditos. En el colchón es diferente.

¿Cómo se inscribe para competir en los juegos deportivos?
Me fui aventurar en bus desde La Ceiba a Tegucigalpa. No conocía a nadie, ni tenía dónde dormir ni comer. En el Comité Olímpico me dieron una calzoneta de lucha, me mandaron al gimnasio, como a prueba para ver si podía, pero al verme me ofrecieron lo mínimo que se ofrece, pero yo solo necesitaba donde dormir y comer.

¿Los derrotó fácilmente en la práctica?
No, no, no, fue duro, había un muchacho, Sandro López, vivía en el Hato, su hermano, Tato y otro de apellido Núñez, me demostraron capacidad, el entrenador era cubano, ya fallecido, me dio la oportunidad.

¿Cómo fue ese momento en los Juegos Deportivos Centroamericanos?
Fue en Guatemala, en el 2000, mi entrenador era Humberto Torres Trujillo. Participé en el estilo greco romano, que se ataca de la cintura para arriba y el estilo libre, que es todo el cuerpo. En la primera, quedé en segundo lugar, perdí con un guatemalteco, pero dos días después, con este mismo oponente, le gané la medalla de oro en estilo libre.

¿Participó en otros juegos?
Después, en los Juegos Centroamericanos, México y el Caribe, ahí gané medalla de oro, la primera en masculino, hasta ese momento, solo la había ganado Claudia Fortín en natación en 1992.

¿Conserva esa medalla?
No, la ando buscando, porque por ser patriota, una nobleza mía, la doné con todas mis botas, al museo olímpico del Comité, pero tampoco está en exhibición, nadie sabe el paradero. Creía que honraba a la patria al donarla con mucho cariño.

¿A quién derrotó para ganar esa medalla?
República Dominicana, Puerto Rico, Venezuela, y en la final con el mismo guatemalteco, eso fue en el 2002 en San Salvador.

¿Cuándo se retiró?
En el 2003 fui el abanderado para los Juegos Panamericanos, que es el primer paso para los Juegos Olímpicos, nos entrenamos como cinco meses a Cuba, pero no clasifiqué, mi cuerpo estaba gastado, tenía una cirugía en mi rodilla, tenía 27 años, estaba consciente que era hora de dar gracias a la vida por esa oportunidad, y ya, muchas gracias.

¿Tenía patrocinador?
El Comité Olímpico patrocinaba todo, lo necesario.

¿No le gustó ser entrenador?
Lo intenté, pero yo soy muy pasivo fuera del colchón y para entrenar hay que ser fuerte, quebrar las mentalidades para desarrollar esas capacidades, yo no puedo exigir ese punto, hasta que parece abuso, yo no lo tengo, soy muy noble, no sé cómo triunfé en un deporte tan duro física y mentalmente.

¿Trabajó en Honduras?
Fui maestro de inglés por seis años en Instituto Aldeberán, me promovieron a director en un ciclo, pero estando ahí fue cuando decidimos con mi esposa venir a Estados Unidos con nuestro hijo.

¿En qué ha trabajado en Estados Unidos?
Siempre he trabajado en restaurantes, de gerente y mesero, me casé de nuevo, tenemos dos hijos, y ella tenía dos más, son cinco hijos, así que somos bendecidos.

¿Cuál es su rutina diaria?
Tengo dos trabajos, en uno voy por la mañana hasta el mediodía y en el segundo entro a las 5:00 de tarde y salgo en la medianoche. Son más de 60 horas trabajando a la semana.

¿Algún conocido que haya llegado por ese restaurante?
Una vez, atendí al señor Ferrari.

¿Como ve la situación de Honduras?
Tengo casi una década de estar afuera, no conozco mucho de Honduras, más lo que me cuentan mis hermanas, sé que la vida está de locos, pero así es aquí, la diferencia grande es que aquí hay seguridad y empleo, y en nuestro país no, pero aquí cuesta todo.

¿Se le olvidó hablar garífuna y bailar punta?
Machuco la lengua, pero el baile está en la cintura, no se olvida.

¿Algo que extrañe de La Mosquitia?
Un coco fresco o un mango dulce bajado del palo.

ÉL ES…
Nelson René Crisanto Casildo nació en Palacios, Gracias a Dios, en 1976. Ganó la media de oro en lucha libre en los Juegos Deportivos Centroamericanos de Guatemala en 1999 y la primera medalla de oro de Honduras en masculino en los Juegos Centroamericanos, México y el Caribe de San Salvador en 2022. Desde hace diez años vive en Estados Unidos. Fue maestro de inglés del Instituto Aldebarán y actualmente labora en la franquicia de restaurantes Ruth Chris Steak House en Seattle, en el estado de Washington, Estados Unidos.

 

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