Falencia castrense

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23 de marzo de 2024
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12:05 am
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Falencia castrense

Por: José A. San Martín F. *

Existe una costumbre entre nuestro gremio castrense que es irregular, injusto y tal vez anti doctrinario: La selección de los altos mandos militares, sobrepasándose promociones de oficiales a quienes se les deja en el camino sin servir a la patria. Simplemente, no se les asigna ningún cargo cuando aún les falta tiempo para cumplir con lo establecido en las leyes y reglamentos militares. Se les deja en “depósito” en sus casas, haciendo nada, sin ninguna obligación con la institución, pero devengando el sueldo que les corresponde según su grado militar; se desaprovechan recursos valiosos. Su situación de activos les da el derecho de portar el uniforme e insignias en aquellas actividades militares a las que se les requiera. Generalmente, nunca vuelven a participar en estas prácticas, solamente esperan el momento para pasar a la “honrosa” situación de retiro y gozar de su pensión a la que tienen derecho, según su tiempo de servicio. Su situación les mantiene sujetos a las normas militares establecidas. Esto los obliga, incluso, a notificar cuando salen de su ciudad domiciliaria hacia otro destino dentro del territorio nacional; y más es la obligatoriedad en solicitar autorización para salir del país. Peor aún si es para celebrar o participar en alguna actividad de corte político o donde se rozarán con situaciones que lindan con el interés institucional o nacional. Tal es el caso de los compañeros generales que participaron en el juicio que en Nueva York se le hizo al Excomandante General de las FFAA.

El nivel de confianza a que se puede llegar cuando no diferenciamos entre nuestro deber profesional y el interés personal, hace que nuestra labor esté influenciada por el sentimiento afectivo, por la amistad, y no por la obligación profesional. Y estas situaciones las vivimos frecuentemente, casi son normales. Las asignaciones de los altos cargos no se realizan acorde a la norma establecida en los reglamentos militares debido a la influencia de factores que no corresponden a la ética ni a la rigurosidad de los procedimientos de selección. Con esto queremos decir que la institución militar no ejerce efectivamente la función que le corresponde en este sentido. Las discrepancias afloran entre promociones y se acentúan cada vez más, provocando sesgos e inestabilidad institucional que reducen el vital “Espíritu de Cuerpo” que debe caracterizar a las instituciones fuertes, eficientes y efectivas. No obstante, y para acrecentar estos aspectos negativos, están las acciones que, desgraciadamente, la ley les concede a los políticos de turno ejercer influencia directa sobre la selección de los altos mandos militares. Por conveniencia, las incluyeron en la ley. A nuestro criterio, estas normas legales deben ser objeto de análisis y reformas para que la ley no se preste a transgresiones y discordias que pueden surgir al interior de las instituciones armadas en situación de activo.

Lo hemos expresado repetidas veces, son los militares y policías de carrera quienes deben seleccionar sus mandos mediante un procedimiento sesudamente elaborado que satisfaga la doctrina que en este campo existe. Porque, como muchos sabrán, especialmente el personal militar, también subsisten sesgos e intereses que violentan el deber ser a la hora de nombrar y asignar cargos en los mandos de todos los niveles.

Las reglas están escritas, pero su aplicación correcta y justa, todavía dejan mucho que desear; sin embargo, a lo interno de la institución, estas deficiencias son corregibles con el simple y verdadero interés de los mandos en cumplirlas como corresponde.

El problema se vuelve mucho más difícil cuando el interés de nuestros jerarcas políticos va encaminado a hacer uso de las instituciones armadas (FFAA y PN) para su beneficio personal, y que, por desgracia, además, la ley les permite, pero que trastoca el interés nacional. Esta falencia es sobre la cual, primero las instituciones armadas y después el sector político nacional, deben actuar de buena fe y con la visión en la prosperidad de Honduras con unas fuerzas armadas que verdaderamente sean dirigidas por los mejores calificados, por aquellos que a lo largo de su trayectoria de formación profesional han demostrado verdadero liderazgo, competentes, y todos aquellos valores y principios que caracterizan al buen líder. Al mejor de su promoción.

Hasta que nuestros políticos y militares no comprendan la importancia que poseen las Fuerzas Armadas (FFAA y PN) en la seguridad y el desarrollo nacional, siempre existirán diferencias a lo interno de ambas instituciones, provocando crisis en su interior que, en cualquier momento, puede alterar el orden y tranquilidad nacional. Para la delincuencia organizada, el narcotráfico y la corrupción, vivas en nuestro país, estas falencias son caldo de cultivo que les facilitan sus propósitos desestabilizadores, “En río revuelto, ganancia de pescadores”. Son las FFAA y PN quienes deben, en honor al pueblo hondureño y a sus familias, impedir ser utilizadas al margen de la ley. No son los narcos políticos ni los delincuentes quienes impedirán que nuestras dos instituciones cumplan fielmente con su deber. /

*Cnel. de aviación® ex Cmdt. Gral. FAH

 

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