Mario Valentín Sánchez, periodista: “Estaba decidido a cortarme las venas con una Gillette”

MA
/
6 de abril de 2024
/
12:38 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
Mario Valentín Sánchez, periodista:  “Estaba decidido a cortarme  las venas con una Gillette”

Antes de llegar al periodismo, tenía más de 40 años y un azaroso pasado guerrrillero desconocido para muchos: En 1962, había desembarcado en La Habana con apenas 20 años, en el momento romántico de la revolución, junto a 30 ilusos becarios hondureños, recibidos por el mismísimo Fidel Castro y después por el “Che” Guevara. A su regreso a Honduras, intentó montar una guerrilla, pero no halló ambiente, luego se enroló en la guerra de 1969 sin disparar ni una bala y se salvó de morir en Nicaragua, donde fue atrapado, cuando entregaba un encargo para el fundador del Frente Sandinista. En 1983, cansado de vivir a salto de mata, recaló en el periodismo y se olvidó por completo del comunismo. “En ese tiempo, todos los muchachos queríamos ser guerrilleros”, recuerda, ahora, con 82 años, en su cuarto lleno de libros, donde pasa refugiado después de dejar la actividad reporteril y sufrir la muerte de su esposa, ambas cosas en 2009. Con tantos secretos en sus dos intensas facetas, prefiere revelar algunos y llevarse otros, los más delicados, a la tumba.

–Te conservas para los 82 años que tienes, ¿cómo le haces?

Se lo atribuyo a los genes de mis padres. Mi madre murió de cien años y mi abuelo paterno montaba a caballo a los 104 años.

–¿De ellos te salieron las ideas comunistas?

Creo que sí, recuerdo que en el gobierno de Villeda Morales comenzaron a organizarse sindicatos en empresas como la Tabacalera, que antes se llamaba Queen Be y en la Coca Cola Chumbagua. Yo le iba a dejar la comida a mi papá y miraba cómo desalojoban a los huelguistas, ahí comenzó mi simpatía por las luchas sociales.

–¿Cómo llegaste a Cuba?

Me fui becado en 1962 junto a 30 estudiantes. Fidel Martínez, uno de los dirigentes comunistas de la época, me ofreció la beca. Para ese entonces, yo tenía mucha influencia de la revolución cubana porque la Radio Habana y Radio Rebelde, eran cadena en las casas y los campos bananeros, se recibían revistas como Bohemia, Carteles, Vanidades y la gente joven empezó a simpatizar con la revolución.

–¿Quiénes eran los otros becados?

Entre otros, José María “Chema” Reyes, asesinado junto con el padre Guadalupe Carney; María Gloria Martínez, Etelvina González y Gloria García, quien se tituló de médico allá, el doctor Emilson Zelaya, Fernel Caballero, ya muerto.

–¿Cómo fue esa llegada a La Habana?

Impresionante, yo solo conocía Guatemala, nos recibió el mismo Fidel Castro y nos dijo que estudiáramos, que la revolución era para los jóvenes. Nos contó que pensaba venir a Honduras porque tenía buenos amigos que habían participado en el Gramma, uno de apellido Zelaya y el otro, Guevara.

Con el periodista Napoleón Mairena Tercero en la cabina de Radio América.

–¿Cómo te fue en la universidad?

Conocí a Juan Marinello, rector de la universidad de La Habana y a Carlos Rafael Rodríguez, que fue ministro de Economía. Las primeras clases, con profesoras bilingües, fueron Geografía Económica, Matemática fuerte, Español, Filosofía, y el libro “El Capital” de Carlos Marx.

–¿Lo leíste todo?

Solo el primer tomo, como 800 páginas.

–¿Conociste al “Che” Guevara?

Sí, estuvimos tres o cuatro veces con él, a pesar de ser argentino, tenía un trato especial.

–¿Cómo era el ambiente de la revolución en ese momento?

Estuvimos dos años, llegamos en la etapa romántica de la revolución, cuando los cubanos estaban dispuestos a morir por Fidel. Luego, estalla la crisis de 1963, parecía que la invasión de Estados Unidos era inminente y nos tuvieron que sacar. Para mala suerte, habían derrocado a Villeda Morales y Honduras rompió relaciones, así que, al final, nos sacaron en grupos, yo fui a Checoslovaquia, después a Suiza, Bélgica, Madrid, de donde llegué a Panamá y de ahí a El Salvador. Entré clandestinamente a Honduras porque no había buen ambiente para los comunistas.

–¿Por qué no te quedaste en Cuba?

Porque nos habíamos entusiasmado en regresar a Honduras a hacer algo igual que en Cuba. En ese tiempo, los jóvenes, en su mayoría, queríamos ser guerrilleros. Nos dijeron que aquí habían movientos, pero cuando regresamos no había nada para montar una guerrilla, yo estaba preparado, había salido a Rusia, Perú y Chile a misiones, tenía experiencia.

Con niños rusos en un bosque de Moscú iniciando la primavera.

–¿Cómo te conocían en el mundo subversivo?

Como Mauricio.

–¿Con quién más anduviste en esa etapa de guerrillero?

Con Jorge Arturo Reina, quien, supuestamente, iba a encabezar un movimiento guerrillero, pero a él, también, lo engañaron. Era un grupo de 20 muchachos, entre ellos, Gerardo Alfredo Medrano, Arturo Morales, Rodil Rivera Rodil. Me los entregó Rolando Valenzuela, que fue alcalde de San Pedro Sula, dormimos una noche en la montaña, como yo era el responsable de la vida de ellos, andaba un M2, dispuesto a matar o morir, pero el plan nunca salió.

–¿Tuviste algún papel en la guerra de 1969?

Organizamos un grupo y nos fuimos a poner a la orden en Copán, con las armas que teníamos escondidas, pero ahí no había nada, solo Carlos Hidalgo, hermano de doña Miriam Hidalgo, esposa de don Jaime Rosenthal, estaba a cargo del cuartel de esa ciudad. Yo agarré un M2 con el fin de defender al país. Ahí estaba Rafael Nodarse y otros entrenando a gente, yo iba al frente porque sabía colocar explosivos, pero no fue necesario porque los salvadoreños retrocedieron.

–¿Te atraparon alguna vez?

En Managua, en el Hotel La Primavera en 1970. Yo había llegado ahí con Fausto Amador, hermano de Carlos Fonseca Amador, fundador del Frente Sandinista, le llevaba un dinero a Camilo Ortega, hermano menor de Daniel Ortega, y una pistola que le mandaban al “Ronco” Turcios. Pude entregar las cosas, pero nos arrestaron, junto con Víctor Meza, a quien conocí ahí.

–¿Te torturaron?

Sí. Yo estaba decidido a cortarme las venas con una Gillette, que andaba en el ruedo del pantalón, porque no soportaba la tortura y no miraba esperanzas de salir.

–¿Cómo te salvaste?

El periodismo me salvó la vida. Una noche, el guardia, me dio permiso de ir al baño y había un periódico abierto, exactamente, en una página que decía que el embajador de Honduras, junto con directivos de la FEUH, visitaría las cárceles en busca de estudiantes hondureños detenidos, eso me dio esperanzas. En esa comitiva de la FEUH, iba Carlos Montoya. Después de tres meses de la visita, nos soltaron en Guasaule, nos dimos cuenta que el general López Arellano habló con Somoza para que nos liberaran.

En el edificio de becados G25 con sus compañeros, de izquierda a derecha, después de él, Napoleón Molina, Wilfredo Sabillón y Mario Muñiz en 1962.

–¿Cuándo te retiraste de esas actividades subversivas?

A partir de ahí, me retiré, me casé y nacieron mis hijos. Fui madurando, me di cuenta que la violencia no era el camino. Me vine a estudiar periodismo, Picho Goldstein me ayudó a conseguir trabajo para vender casas y el abogado Marco Tulio Castro me hacía las escrituras. El dueño del “Duncan Maya” me alquiló una casa y me vine a vivir a la Universidad Norte.

–¿Cómo llegaste a Radio América?

Por medio de don Miguel Andonie, yo lo había conocido antes de la guerra de 1969, y me dijo ‘te doy trabajo, pero te vas olvidar de esas cosas, no me vayas hacer revolución con el micrófono, suficiente con los que tengo aquí’. Colaboraba con “El minuto cultural” con Orfa Mejía, Bude, Castellanos, estaban, además, Renato Álvarez, Vallejo, Maldonado, David Romero, Jorge Zelaya, Melvin Pagaoda, Gabino Villalobos, Miriam Mercado, pelear espacio ahí era duro, pero yo era voluntarioso y busqué formas de meterme.

¿Por qué te retiraste?

En el 2009, después del golpe, las cosas cambiaron en la radio y negocié las prestaciones, ya no me sentía bien y había llegado un canadiense de gerente. Ese mismo año, falleció mi esposa y me desanimé por completo, ya había pagado la casa, mis hijos estaban titulados, hice intentos de regresar, pero no se dio.

–De los casos que cubriste, ¿cuál te impactó?

Varios, recuerdo la fuga de los pilotos colombianos narcos que se escaparon un Miércoles Santo vestidos como empleados del SANAA. De todos, los crímenes de la normalista Ricci Mabel, el del hijo del expresidente Maduro y el de Yadira Miguel Mejía, me impactaron.

–¿Supiste algo que no haya trascendido de esos casos?

A Ricci no la mató el militar, una fuente vinculada a organismos internacionales me dijo que murió de un golpe en la cara y que le cortaron el útero para que no hallaran rastros de ADN de los asesinos que tuvieron relaciones sexuales con ella. En el caso del hijo del exprsidente Maduro, una persona anónima me llamó al noticiero, como a las 10 de la noche, para decirme que el muchacho estaba muerto por Ticamaya y que no pagaran rescate. Yo le avisé al jefe de la Policía, el coronel Julio César Chávez, y al jefe de la DIC, Wilfrido Alvarado, les hice hasta un croquis, traté de localizar a Maduro, pero no pude. Dejé la noticia editada para el noticiero de la mañana, pero no la pasaron, hasta que la Policía encontró el cadáver.

–¿Una satisfacción?

En uno de esos días que cubría la Cámara Legislativa, se me quemó parte de la casa, los diputados, por voluntad de ellos, en forma unánime, decieron regalarme un día de su salario, siempre valoro ese gesto de generosidad. Me galardonaron como Cronista Parlamenario por mi trayectoria.

–¿Lees algún libro en este momento?

Varios, ahora, uno del escritor italiano Alberto Moravia, una entrevista larga. Me gustaría leer la Biblia en latín, pero no sé latín, o las cartas de Marx y Engels en alemán.

–¿A quién respetas en el país por su lucha socialista?

A “Chema” Reyes, Fidel Martínez, Tomás Nativí y otros del “Comando Lempira” y “Los Cinchoneros”, que viven, todavía, pero no puedo decir sus nombres.

¿Y del gobierno actual?

Creo que hay mucha mentira en eso, el socialismo no se decreta, hay que construirlo. Mucha gente dice serlo, pero no lo es. Yo anduve en la Resistencia y en los Indignados y vi a muchos oportunistas de ahora.

–¿Dejaste novia en Cuba?

Una, creo que quedó embarazada.

ÉL ES…

Mario Valentín Sánchez Valladares nació el 13 de agosto de 1942, en el barrio El Benque, pero se crio en el barrio Concepción de San Pedro Sula. Hizo estudios primarios en la Escuela Leonardo Martínez y se tituló de Perito Mercantil en el Instituto La Salle. Tras varios años viviendo como guerrillero, recaló en el periodismo, como reportero de Radio América desde 1983 con una destacada carrera como cronista de la fuente judicial-policial y parlamenterio, hasta su retiro en 2009.

Más de Día 7
Lo Más Visto