Cuando el COVID-19 apareció en China, nosotros pensamos que allí se iba a quedar, y cuál no sería la sorpresa que ahora en nuestro país, se cuenta por centenares los contagiados y por decenas los muertos. Cualquiera podría pensar, que esta pandemia podría ser un castigo divino, por causa de la maldad existente en nuestro país, donde algunos habían hecho del sicariato su manera de vivir, como la ley de la selva, matar para vivir.
También el COVID-19 podría ser una señal del fin del mundo, ya que en el evangelio de San Mateo 24: 7-8 nos habla de pestes y hambres, y lo menciona como principios de dolores; y esto ocurrirá antes de la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo.
También en Apocalipsis 9: 20-21, nos dice lo siguiente: Y los otros hombres que no fueron muertos con estas plagas, ni aun así se arrepintieron de las obras de sus manos, ni dejaron de adorar a los demonios y a las imágenes de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera, las cuales no pueden ver, ni oír, ni andar; y no se arrepintieron de sus asesinatos, de sus hechicerías, ni de sus hurtos; estos van a dar coces contra el aguijón.
Y pensando en lo anterior, solamente nos queda sugerir, que hay que arrepentirse y convertirse al Dios verdadero, nuestro señor y salvador Jesucristo. Quizá para algunos ya no hay vuelta atrás, según ellos.
Gonzalo Arita Villeda
Tegucigalpa, M.D.C.