ESPECTROS Y EL SISIMITE

MA/11 de May de 2021/12:25 a. m.

LA costumbre de los políticos. Agitar la opinión pública y causar zozobra en la sociedad con triviales temas de su interés sectario. De lo que han hecho revuelo es de una tal “opción B” tirando opiniones al garete. Se conoce como “opción B”, lo que resolvió una de las crisis políticas pasadas. Los partidos políticos celebraron internas y primarias en la misma fecha de las generales. Las corrientes escogieron ese día sus candidatos en los tres niveles electivos y la fórmula presidencial del partido fue la que obtuvo más votos. La suma de los votos de las corrientes se acreditaba al partido. El oficialismo le tiene pavor a esa fórmula con la que salió derrotado uno de sus presidenciables. Habiendo suscrito el pacto en la Fuerza Aérea que le dio curso a la opción B, una vez que se realizaron las votaciones y las perdieron, alegaron que el mecanismo usado era ilegal. Hubo intentos de impugnarlo, pero cuando ningún recurso prosperó, los partidos tradicionales pactaron distribuirse el gobierno.

Sin embargo, hasta donde pudimos enterarnos, nadie ha hablado de repetir ninguna “opción B”. Los partidos ya tuvieron internas y primarias. Lo hecho es legal, declarado oficialmente por el CNE y no se puede repetir. Lo que un grupo político sugirió como posibilidad –que a saber de dónde sale que eso sea “opción B”– fue hacer internas dentro de una alianza a manera de dilucidar quien la encabezaría. Sin embargo, para que algo así fuese potable, requeriría acuerdo de los mismos proponentes de la supuesta alianza que, hasta donde se supo, no lo hubo. Y además incluir la disposición que lo permitiría –dentro del capítulo de las alianzas– en la nueva Ley Electoral. Otro imposible. Con el oficialismo opuesto y el disenso entre los mismos que dialogan sobre términos para una alianza, la iniciativa es ilusoria. Pero para hablar de eso sí tienen gracia. Para azorar temblorosos con espantos. Convertir aquellos pasados polvos, en lodos fantasmagóricos de la actualidad. Y, de paso, meterle más confusión al proceso electoral. Son expertos en globos sonda. En entablar debates inútiles. En mantener inquieta a la afición con tontas superficialidades. Pero de lo importante que al pueblo importa –como no leen y poca formación tienen para abordar con mediano conocimiento los temas sensitivos al interés nacional– ni de chiripa los tocan. ¿Cuándo se les escucha en foros, intervenciones o entrevistas terciar sobre alguno de los problemas nacionales que aquejan a la población? Salvo honrosas excepciones, casi nunca. Y menos ofrecer alguna solución a alguno de ellos.

Digamos, como la desesperación de hondureños que no encuentran trabajo. El debacle económico. La frágil situación del país agravada por la terrible situación sanitaria. Ni siquiera el problema migratorio les incumbe. No pasan atentos de las vicisitudes de compatriotas allá en el exterior a menos que sea para explotar escándalos en algún Twitter. Y sobre el tema al que son adictos, a los asuntos meramente políticos, no hay Ley Electoral completa y definitiva todavía. (Y no es solo responsabilidad de quien preside el CN sino de todas las formaciones políticas allí representadas). Los comicios internos y primarios se celebraron –arreglando cargas en el camino– con remiendos a la ley vieja. A 17 días de la convocatoria a generales, no hay reglas claras, sobre las cuales asirse. Van a volver a tener a los mortales que colocaron en el CNE pariendo milagros –adivinando con que lengua comunicarse en la Torre de Babel– dependiendo de decisiones apresuradas que la clase política toma improvisadamente en el último momento. Eso sí, exigiéndole sacar un proceso limpio, verificable, seguro y creíble sin dar los apoyos necesarios. Para después culpar a los órganos electorales –a los que niegan recursos presupuestarios suficientes, obligándolos a operar con la misma vieja estructura mañosa de antes– de la incertidumbre generada por la misma improvisación de los políticos. Esta vez demandan TREP. Lo que provocó el alegato de fraude pasado y la crisis postelectoral, por las tendencias, por los apagones repentinos y los resultados que de todas maneras los perdedores no van a aceptar por la dizque manipulación de los sistemas informáticos electrónicos. Ahora, a la carrera, tiene que volar el CNE a contratar a los que operan esos sistemas. Demandan transmisión instantánea para no perder un día de berrinche. Ese berenjenal, obra maestra de las élites políticas, es lo que deberían preocuparse de resolver. En vez de malgastar saliva elucubrando conjeturas imposibles. Asustando a la gente con espectros. Y los otros, en vez de perder el tiempo en Twitter para la misma vaina, preferible sería que se entendieran y acordaran la alianza. Si disfrutan de pelear contra molinos de viento, y no hay habilidad de consensuar una alianza, mejor que se entretengan buscando al Sisimite. Ese –en los pueblos donde lo han visto reaparecer– si dicen que existe.