¿CULTO DEL LIBRO?

ZV/20 de December de 2021/12:55 a. m.

A propósito de la aversión de hoy a la lectura –de una frívola multitud de zombis que, adicta a los aparatitos tecnológicos, se indigesta de superficialidades– nunca sabrán lo que se perdieron. (¿Pero qué quimérica ilusión es esta? ¿Intentar transmitir algún sentido de valor a un auditorio de boca abiertas que no lee? Ninguno va a salir de su burbuja. Ni de la hipnótica fijación a su insaciable entrenamiento. Pegados –sin levantar los ojos un instante para socializar con la persona que tienen enfrente– a sus pantallas digitales. ¿A quién se le ocurre, si no leen libros, que alguno querrá hojear un editorial? Es un esfuerzo inútil, como hablar con las paredes. Solo que la sabiduría popular advierte que “las paredes oyen”. El caso de los no lectores es otro; de total complacencia con su total ignorancia. El consuelo es que no están solos; son parte del montón. (Así que el espacio va dedicado exclusivamente a los que leen).

En palabras de una de las más destacadas figuras del habla hispana y de la literatura universal: “De los diversos instrumentos del hombre –escribió Jorge Luis Borges–, el más asombroso es, sin duda, el libro”. “Los demás son extensiones de su cuerpo”. “El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones de su brazo”. “Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación”. “En César y Cleopatra de Shaw, cuando se habla de la biblioteca de Alejandría se dice que es la memoria de la humanidad”. “Eso es el libro y es algo más también, la imaginación”. “Porque, ¿qué es nuestro pasado sino una serie de sueños? ¿Qué diferencia puede haber entre recordar sueños y recordar el pasado? Esa es la función que realiza el libro”. “Yo he pensado, alguna vez, escribir una historia del libro. No desde el punto de vista físico”. “No me interesan los libros físicamente (sobre todo los libros de los bibliófilos, que suelen ser desmesurados), sino las diversas valoraciones que el libro ha recibido. He sido anticipado por Spengler, en su Decadencia de Occidente, donde hay páginas preciosas sobre el libro”. Con alguna observación personal, pienso atenerme a lo que dice Spengler”. “Los antiguos no profesaban nuestro culto del libro –cosa que me sorprende; veían en el libro un sucedáneo de la palabra oral”. “Aquella frase que se cita siempre: Scripta manent, verba volant, no significa que la palabra oral sea efímera, sino que la palabra escrita es algo duradero y muerto”. “En cambio, la palabra oral tiene algo de alado, de liviano; alado y sagrado, como dijo Platón”. “Todos los grandes maestros de la humanidad han sido, curiosamente, maestros orales”. (Luego en el escrito discurre en varios ejemplos).

“La antigüedad clásica –prosigue Borges– no tuvo nuestro respeto del libro, aunque sabemos que Alejandro de Macedonia tenía bajo su almohada la Ilíada y la espada, esas dos armas”. “Había gran respeto por Homero, pero no se lo consideraba un escritor sagrado en el sentido que hoy le damos a la palabra”. “No se pensaba que la Ilíada y la Odisea fueran textos sagrados, eran libros respetados, pero también podían ser atacados”. “En la antigüedad hay algo que nos cuesta entender, que no se parece a nuestro culto del libro”. “Se ve siempre en el libro a un sucedáneo de la palabra oral, pero luego llega del Oriente un concepto nuevo, del todo extraño a la antigüedad clásica: el del libro sagrado”. “Vamos a tomar dos ejemplos, empezando por el más tardío: los musulmanes”. “Estos piensan que el Corán es anterior a la creación, anterior a la lengua árabe; es uno de los atributos de Dios, no una obra de Dios; es como su misericordia o su justicia”. “En el Corán se habla en forma asaz misteriosa de la madre del libro”. “La madre del libro es un ejemplar del Corán escrito en el cielo”. “Vendría a ser el arquetipo platónico del Corán, y ese mismo libro –lo dice el Corán–, ese libro está escrito en el cielo, que es atributo de Dios y anterior a la creación”. “Esto lo proclaman los sulems o doctores musulmanes”. “Luego tenemos otros ejemplos más cercanos a nosotros: la Biblia o, más concretamente, la Torá o el Pentateuco”. “Se considera que esos libros fueron dictados por el Espíritu Santo. Esto es un hecho curioso: la atribución de libros de diversos autores y edades a un solo espíritu; pero en la Biblia misma se dice que el Espíritu sopla donde quiere”. “Los hebreos tuvieron la idea de juntar diversas obras literarias de diversas épocas y de formar con ellas un solo libro, cuyo titulo es Torá (Biblia en griego). Todos estos libros se atribuyen a un solo autor: el Espíritu”. “A Bernard Shaw le preguntaron una vez si creía que el Espíritu Santo había escrito la Biblia”. “Y contestó: Todo libro que vale la pena de ser releído ha sido escrito por el Espíritu”. “Es decir, un libro tiene que ir más allá́ de la intención de su autor”. “La intención del autor es una pobre cosa humana, falible, pero en el libro tiene que haber más”. (Hasta aquí por hoy. El Sisimite estará pendiente de la continuación).