Pueblos culturalmente diferenciados en Honduras

MA/7 de August de 2022/12:50 a. m.

Rubén Darío Paz

Desde Naciones Unidas, se estableció el 9 de agosto, como el día Internacional de las Poblaciones Indígenas, con la intensión de reconocer, valorar y sensibilizar sobre los distintos problemas que enfrentan las comunidades culturalmente diferenciadas. La fecha solo coincide con la primera reunión en 1982, celebrada en Ginebra, donde inicialmente se abordó dicha problemática.

Honduras, es firmante del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, OIT, en dicho documento se establecen una serie de compromisos y prioridades, en cuanto al tratamiento que se le debe dar a los pueblos culturalmente diferenciados. Pero, desde 1989 a la fecha diferentes gobiernos han sido incompetentes de generar políticas que engloben a cada uno de los pueblos, desde el reconocimiento a la diferencia, el derecho a la organización ancestral, el respeto a sus derechos territoriales y el fortalecimiento de sus prácticas culturales.
A la fecha, no se ha realizado un Censo oficial de los pueblos culturalmente diferenciados en Honduras, en pleno siglo XXI, cuando los avances tecnológicos están a nuestro favor, solo conocemos aproximaciones sobre cuantos indígenas y negros, cohabitan el país. He fotografiado muchas comunidades donde residen pueblos culturalmente diferenciados, y en ellas se respira un ambiente de armonía, respeto a sus bosques, a sus fuentes de agua, a sus animales y sobre todo a sus prácticas culturales, puedo asegurar, que, desde el interior de cada pueblo, quizás por la escasa presencia del Estado, no existe ese sentimiento de pertenencia a Honduras, tanto que, en las comunidades remotas, del Estado no se espera nada.

La falta de un censo oficial sobre las etnias y pueblos afro-caribes, solo es muestra de la incompetencia gubernamental. También conocemos datos extremos donde un grupo de campesinos reclama su etnicidad, más procurando lograr beneficios de algún programa “asistencialista” o participar en la recuperación de tierras.
Los esfuerzos desde el Estado, apenas se perciben, quizás más evidentes en materia de asistencialismo en tiempos electorales. Algunos gobiernos, han hecho esfuerzos en fortalecer la educación intercultural bilingüe, sin embargo, a la fecha, gran parte de esos resultados no se han logrado materializar en la escuela básica, los textos y cartillas escolares se siguen esperando en las comunidades, o el proceso de elaboración por diferentes razones se interrumpió.

Es urgente atender las precariedades en materia educativa, unos pueblos con mayor riesgo que otros, especial atención debe haber con los Chortís, Tolupanes, Tawhakas y Pech, de lo contrario podríamos ser testigos de cómo se extinguen sus idiomas maternos. Tristemente el Lenca, desapareció hace más de un siglo, por dicha nos han quedado varias prácticas culturales, que también es importante estudiarlas y conservarlas. Con alguna preocupación, nos hemos enterado que, ante la cercanía de las comunidades Garífunas con los núcleos urbanos, la práctica de su idioma materno ha venido en descenso, muchos jóvenes de Iriona, Sangrelaya, Cusuna, Ciriboya, Limón, Zambo Creek, ya no hablan su idioma, aunque lo entiendan.

Escasa atención se le ha puesto a la presencia de una cantidad de sectas religiosas especialmente en las comunidades de la costa atlántica, situación que se fortalece ante la ausencia estatal. En el paisaje rural también se percibe una especie “arquitectura de la remesa”, abandonando así esas prácticas de construcción vernáculas. Es oportuno mencionar, que miles de Garífunas, se han marchado del país buscando oportunidades más dignas de vida.

Un mestizaje dilatado y parcamente estudiado.

Una leve mirada sobre los rasgos predominantes de la población hondureña es suficiente para enterarnos que estamos frente a un dilatado y rico proceso de mestizaje. Con mucha frecuencia desde la academia oficial, se investiga desde diferentes aristas las manifestaciones culturales de los “otros pueblos”, sean estos Tolupanes, Tawahkas, Chortís, Pech, Lencas, identificados como pueblos originarios, o pueblos que se insertaron al territorio a lo largo del proceso de conquista; Misquitos, Garífunas y Negros Creoles. A la fecha escasamente se conocen estudios sistemáticos sobre el mestizo, que en otros tiempos también se le denominó ladino. Se deben valorar las múltiples manifestaciones religiosas en torno a sus festividades patronales, de los 298 municipios, únicamente cuatro de La Mosquitia hondureña no tienen establecido un patrón, pues son lugares donde el predominio religioso Moravo es fuerte. En el caso de las Islas de la Bahía tres municipios no se identifican con un patrón de tradición católica, pues ellos son practicantes de iglesias protestantes entre anglicanos y metodistas, producto de ese largo proceso de dominio inglés. Recordemos que Islas de la Bahía políticamente se insertó al territorio hondureño hasta tiempos de presidente José Santos Guardiola, de ahí que uno de sus municipios, lleve su nombre. Los negros-ingleses o Creoles, merecen también una serie de investigaciones, conocemos poco sobre ellos, aunque sí sabemos de su fortaleza cultural, pues han logrado resistir desde el abandonó, agresiones y hasta las inclemencias del tiempo, aunque nada despreciable son los paradisiacos lugares que cohabitan.

Mestizo-ladino, poco estudiado

El pueblo mestizo-ladino, es sin duda es el que alcanza el mayor número de representantes y por ende el de mayor producción material e inmaterial. En los cuatro rumbos cardinales de la geografía hondureña, uno puede encontrar una infinidad de leyendas, cuentos, tradiciones, juegos, perras, refranes, chistes, bombas, trabalenguas. Es formal mencionar que toda esa producción inmaterial, que tanto nos gusta a los investigadores es ilimitada, e incluso a nivel geográfico es difícil precisar de donde surge una determinada tradición, quizás lo que hemos podido avistar es un enorme sincretismo cultural y darnos cuenta que, en la Europa medieval, también se han recreado duendes, aparecidos, hombres sin cabeza, espantos, sustos etc.

Elementos de origen africano más allá de la costa Caribe

Son abundantes los elementos africanos presentes en varios de los bailes y carnavales, que se realizan en el país, el simple hecho de nombrarlos como “Bailes de los negritos”, el “Baile del negro” “El Baile de las tiras” “El Baile de los diablitos”, “Usus mairin” “Sihkru-tara” nos sugieren elementos afro-descendientes. Las fiestas se acompañan con tambores, maracas, trajes coloridos, antiguas máscaras, que lindan entre lo religioso y lo pagano, se acompañan de una amplia gastronomía, que en cada comunidad tiene características diferentes, cualquier motivo es razón para el convivio o un pretexto para escapar de la monotonía.

Armonía sí, pero con ciertas variables

Igual de interesante resulta que los misquitos vean al mestizo-ladino como “indio”, y a sus vecinos Tawahkas como “sumitos”, pero ese sumito no es cariñoso, sino despreciativo. Una buena cantidad de Misquitos viven con mujeres Tawahkas, sobre todo en las comunidades de Krautara y Krausirpi, situación que no deja de generar cambios, el idioma Tawahka cada vez se habla menos, significa que va en declive. Salvo una serie de investigaciones realizadas por lingüistas desde la UNAH y algunos institutos extranjeros, el resto de instituciones del Estado nada han hecho, para fortalecer la lengua en mención. ¿Será que están esperando que se extinga, para investigarla? En alguna ocasión, mientras cenaba con unos anfitriones misquitos, yo les dije ¿Pueden regalarme más guineo cosido?, y él misquito en tono de burla, dijo ¡este parece que fuera moreno…!, ellos ven al negro como un “comedor” de guineos… Incluso en el sector de Brus Laguna, se tiene una especie de “guineo”, que le dicen “matamoreno”. Los Garífunas al referirse al mestizo-ladino, lo denominan chumagú y no siempre es bien visto. Los Tolupanes, más huraños, no tienen una palabra para referirse al mestizo o ladino, simplemente lo evitan, conscientes de los daños que los mestizos han causado, bosques destruidos, fuentes de agua dañadas, y peor aún asesinatos de líderes Tolupanes, por defender sus tierras.

Desde hace décadas los Pech, han tenido que refugiarse en lo interno de sus bosques, ante la amenaza de ganaderos y terratenientes armados de Olancho y Colón, que amparados en su poder económico los han despojado de sus bienes, tanto que un grupo de Pech desde hace años se establecieron en las cercanías de Las Marías, en dos caseríos denominados Baltituk y Pujulak en los alrededores de la Reserva del Río Plátano, (Gracias a Dios), esté grupo conserva su idioma, aunque es frecuente encontrar familias cruzados entre Misquito-Pech.

Tolupanes en riesgo

Cronistas coloniales, dan cuenta del uso del término Xicaque o (Hicaque-Jicaque), como sinónimo de “salvajes”, con ello definían a una serie de grupos poblacionales no conversos y que rechazaban el sometimiento español. A pesar de los siglos transcurridos y muchas confusiones, sabemos que a nivel lingüístico se identifica a los Torrupanes o Tolupanes, por ser hablantes del idioma tol. Reconocidos antropólogos y lingüistas, aseguran que los Tolupanes, tienen más de 5000 años de antigüedad y que su lengua proviene de un tronco Hokon- Sioux, sin que las aseveraciones sean concluyentes. Investigadores sostienen que, en 1870, al menos dos parejas adultas y un joven habrían huido a las Montañas del sur, desde la Laguna Seca (Yoro) huyendo de los trabajos de la zarzaparrilla, los impuestos y la “hispanización”, (ver Von Hagen, 1945: 37) (Chapman, 2007: 79). La investigadora Linda Acosta, en un valioso texto denominado “Bien común e interculturalidad: claves al desarrollo de los Tolupanes de Montaña de la Flor”, retoma textos clásicos “Sin embargo para despistar cambiaron sus nombres y adoptaron los apellidos de Soto y Martínez, dividiéndose en dos grupos por el curso del río llamado localmente “la Quebrada de Beltrán” (Chapman, 2007: 36), aislados completamente hasta que en 1920 comenzaron a tener conflictos de tierra con los mestizos (Rivas: 2004: 151), conflictos que fueron amainados en 1929 con el otorgamiento del título de tierras de uso colectivo, 3200 hectáreas en la denominada Montaña de la Flor.

Fue hasta 1992 que La Montaña de la Flor, obtiene el título de Reserva Forestal Antropológica. La Montaña se ha ido dividiendo de tribus a comunidades, según ha pasado el tiempo y así el crecimiento de la población. (…)
Las “tribus” que se encuentran en la Montaña de La Flor, en el municipio de Orica, son: Guaruma, Lavanderos, La Ceiba, La Lima y San Juan, cada tribu tiene entre 3 y seis comunidades. En el otro extremo de la Montaña de la Flor también está la tribu de El Paraíso, que pertenece al municipio de Marale. Los Tolupanes han tenido que adaptarse a esta partición política para poder relacionarse con los gobiernos locales. Dicha partición no corresponde a la visión territorial de los autóctonos. Es significativo señalar que estas tres “tribus”, debido al escaso contacto con los ladinos-mestizos, conservan su idioma, su vestido (balandrán) y algunas prácticas como, cacería y pesca con procedimientos ancestrales, consumo de tabaco en pipas elaboradas por ellos mismos y el uso de “piedra de pedernal” para encender el fuego, aún se rigen por la figura de un cacique o un Consejo de Ancianos. Las manifestaciones artísticas han desaparecido, apenas hemos visto a un par de Tolupanes ejecutar la Caramba esporádicamente. El hecho de mezclarse entre familias, tiene como resultado una serie de impasses, por lo que se observa un porcentaje de sordomudos, los niveles de desnutrición son altos y la falta de higiene les ocasiona serios problemas de salud.

Una de las costumbres más notables de los indígenas de la Montaña de La Flor, es que velan a sus muertos en la cocina, donde comen su comida diaria y beben café, no lloran ni se escandalizan ante la muerte, simplemente reflexionan sobre lo que fue el difunto. El cadáver se envuelve en las mismas sábanas que utilizaba para dormir, sus pocas pertenencias se incluyen en la fosa. En muchas ocasiones las chozas donde hubo muerto se abandonan, algo así como que la “selva se las traga”. Siguen creyendo que en los bosques existe una hierba invisible que pierde a la gente, o consideran que algunas personas pueden convertirse en animales, quedan escasos rituales y sí se practican los hacen al interior de las familias.

Los Chortís otro pueblo binacional

Los Chortís en lo que respecta a Honduras se encuentran dispersos en aldeas y caseríos aledaños al municipio de Copán Ruinas y otros en las cercanías de la Antigua, Ocotepeque. Desde un par de décadas atrás, se ha concluido que el idioma Chortí, en lo que respecta a Honduras, únicamente lo hablan pocos ancianos en su entorno familiar. Algunas de sus prácticas agrícolas, se conservan, aunque influenciados por patrones católicos, se trata de campesinos de descendencia Chortí. Es revelador que hayan logrado constituir organizaciones sólidas en la defensa y recuperación de sus tierras. En algunas comunidades Chortí, se lleva a cabo el Tzikin “comida para los muertos”, en lengua Maya- Chortí. Se trata de una celebración para honrar a sus difuntos el 1° de noviembre, sobre todo en comunidades como Carrizalón, Boca del Monte, Corralito, Ostumán, El Zapote, El Tigre, Choncó y San Isidro, ahí se escogen sitios públicos como salones comunales, iglesias y escuelas donde la comunidad puede reunirse.

Algunos informantes señalan que, con el Tzikin, se está invitando y compartiendo con los ancestros (esta puede ser una ceremonia familiar o comunal), esto significa que va dedicado a alguien especial, puede ser un querido ya fallecido. Se prepara un altar, donde se evidencian velas, “flores de muerto”, una cruz, algunas veces se coloca la imagen del fallecido, en el lugar se hacen rogatorios y cánticos y se invoca el alma del difunto para que venga degustar los alimentos. Como se trata de complacer el “alma del difunto”, entonces se prepara la comida que a él le gustaba, después de los prolongados rezos uno temprano y el otro ya casi a media noche, el guía rezador da la orden para que se comparta todo un banquete, en este se exhiben frutas, dulces, bebidas, frijoles, tamales, ticucos, atol chuco, cuajada, tortillas etc. Con el entendido que el difunto o los difuntos ya han degustado el banquete que se les ha ofrecido. También llevan a cabo un Tzikin comunitario, planificado con mucha antelación. Otro ritual que a veces se realiza, es él de apadrinar el agua, este consiste en que el chamán-guía realiza ofrendas en lugares sagrados, generalmente en pozos de agua, manantiales o montañas, con el objetivo de pedir lluvias y que sus cosechas sean abundantes.

Resistencia esporádica o escasamente documentada

“La mayoría de las referencias elaboradas por sacerdotes y cronistas, apuntan que el indio, fue despojado, sometido, y básicamente junto al negro formaron los estratos menos privilegiados. Aunque hubo brotes de resistencia en distintos sitios del territorio, la resistencia indígena más comentada se dio en el occidente de Honduras, liderada por Lempira. Posteriormente el levantamiento de Macholoa (cerca de la ciudad de Santa Bárbara) casi arrancando la segunda década del siglo XIX. Una vez organizado el Estado de Honduras, se decretó el idioma español de carácter obligatorio, lo que significó el desaparecimiento forzado de muchas lenguas indígenas.

El viajero Squier describe haber escuchado el idioma lenca en las comunidades de Guajiquiro y alrededores. Destacados investigadores han concluido que el idioma lenca, desapareció a finales del siglo XIX y que los últimos hablantes se encontraban entre los municipios de Guajiquiro, Opatoro y alrededores. De los Lencas, actuales nos quedan numerosos pobladores algunos los definen como campesinos de El Guancasco, las Composturas y la Auxiliaría de la Vara Alta son manifestaciones tradición-lenca.

La ceremonia Lenca que más se realiza en Honduras, es el Guancasco, en cada celebración participan dos pueblos o más con sus respectivos santos patrones y se visitan con reciprocidad. Los rituales de agradecimiento en las Composturas, el respeto por los cerros, la tierra y los ríos. Los Lencas, tienen una riquísima tradición oral, un amplio conocimiento sobre las plantas y sus propiedades, que sería oportuno sistematizar por subregiones.
Muchas de las ceremonias se han venido perdiendo, más por el antojo de ciertos sacerdotes y pastores, quienes se han dado a la tarea de prohibir algunas festividades, sin que haya autoridad que les indique el respeto que se debe tener por las distintas manifestaciones culturales de nuestros pueblos.

Dedicado a Gustavo García Santos, Virgilio Maradiaga y Ramón Fletes, maestros y amigos con especial agradecimiento.

Esquilinchuche, Juticalpa, Olancho, agosto, 2022