Resistencia y poder en Haití: de Mackandal a Barbecue

ZV/1 de April de 2024/12:01 a.m.

Por: Oscar Estrada

La historia de Haití es un entramado complejo de luchas, resistencias y la búsqueda continua de identidad y autonomía. Desde la revuelta liderada por Mackandal en el siglo XVIII, narrada con maestría por Alejo Carpentier en El reino de este mundo, hasta la figura contemporánea de Jimmy Chérizier, alias Barbecue, Haití ha sido escenario de innumerables batallas contra sistemas de poder injustos, que han arrastrado al continente siempre a los límites de lo real y lo imaginario, de la civilización occidental y la barbarie.

Alejo Carpentier, para escribir esa novela, se sumergió profundamente en el estudio de la historia y la cultura de Haití, así como en los aspectos relacionados con la revolución, la esclavitud y las prácticas culturales y religiosas africanas en el Caribe. Durante los años 40, Carpentier vivió varios meses en Puerto Príncipe, lo que le permitió experimentar directamente la atmósfera cultural y social del país, desde la colonización francesa hasta la revolución haitiana, considerada la primera revolución exitosa de esclavos en el mundo, que resultó en la independencia de Haití de Francia en 1804.

En la novela, Mackandal, el personaje central de la trama de El reino de este mundo, emerge como una figura casi mítica, un Spartacus moderno, un esclavo que se rebela contra sus opresores utilizando su profundo conocimiento de las plantas venenosas y su capacidad para evadir la captura mediante supuestas transformaciones. Su liderazgo no solo se basa en su carisma o en sus acciones violentas —que hoy la prensa calificaría como terroristas— contra colonizadores y opresores, sino también en la esperanza que infunde entre los esclavos, de que un mundo diferente es posible. Mackandal se convierte así en un símbolo de la resistencia contra la opresión, un mártir cuyo legado trasciende su muerte, inspirando futuras revoluciones y manteniendo viva la llama de la libertad.

En la Haití actual, 80 años después del viaje de Carpentier a Puerto Príncipe y 220 desde la revolución de aquella enorme plantación, emerge Barbecue, un antiguo policía convertido en líder de una de las pandillas más poderosas del país, que la prensa retrata —ahora, como antes— como un despiadado caníbal, un criminal violento y anárquico. Chérizier, por su parte, se ve a sí mismo como un luchador contra la corrupción y la injusticia, que utiliza la fuerza solo “cuando la considera necesaria”. Su figura es polarizante tanto adentro como afuera de Haití: para algunos, es un defensor de los olvidados por un estado fallido; para otros, un promotor de la violencia que desestabiliza aún más al país.

Quizás, el paralelismo entre Mackandal y Jimmy Chérizier sea forzado, no solo los separa dos siglos y medio, sino que viven en universos distintos: uno, el universo de la creación literaria de uno de los padres del realismo mágico, el otro es un personaje real, desfigurado por una prensa, siempre desconfiada y temerosa de un Haití que desconoce.

La historia reciente de Haití ha estado marcada por episodios de violencia e inestabilidad política y social. Desde el terremoto y la posterior ocupación en 2010 hasta el magnicidio de Jovenel Moïse en julio de 2021, y en medio, múltiples crisis ambientales que han empeorado las condiciones de seguridad y violencia, en gran medida atribuibles al control y acciones de las pandillas armadas que lidera el mismo Jimmy Chérizier.

Sin embargo, a diferencia de los héroes míticos o revolucionarios idealizados, la realidad de los líderes de pandillas como Chérizier plantea preguntas complejas sobre la naturaleza de la resistencia y el poder. ¿Qué significa ser un líder de la resistencia en un contexto de opresión continua como el haitiano? ¿Para qué sirve el estado si no da garantía de la calidad de vida de la mayoría de su población? Tanto Mackandal como Barbecue desafían, en sus tiempos y universos, a sus respectivos sistemas de poder, pero mientras el primero es recordado por su sacrificio mítico y heroico, el legado del segundo permanece incierto, sujeto a las vicisitudes de la política y la violencia contemporáneas.

Quizás valga entonces concluir con la reflexión final de El reino de este mundo, cuando Ti Noel, el hilo conductor de la novela, vuelve a Haití, después de haber vivido en Cuba, y observa los cambios en su país y reflexiona sobre la naturaleza cíclica de la historia y la conducta humana: “Y comprendió que los hombres raramente aprenden de la experiencia, que su manera de proceder está determinada por motivos tan oscuros como los que mueven a los insectos.”