PERFILES: Día del Trabajo

ZV/2 de May de 2024/12:05 a.m.

Por: Carolina Alduvín

El trabajo es una categoría central en la sociología; es decir, la disciplina que se encarga de analizar a la sociedad humana y su funcionamiento. Se define como la ejecución de tareas que implican esfuerzo físico o mental, teniendo como objetivo la producción de bienes y servicios para atender las necesidades humanas. Es una actividad a través de la cual los seres humanos obtienen medios de subsistencia, por lo que deben trabajar para vivir; o bien, vivir de la labor de los demás. En la civilización occidental, un libro sagrado, ha dado la pésima impresión que el trabajo es una acción despreciable y más aún: un castigo impuesto por la divinidad a raíz de un acto de desobediencia, como algo costoso después de que los primeros humanos fuesen expulsados del paraíso. Según la sentencia: “Ganarás el pan con el sudor de tu frente”.

Los griegos del siglo de oro, pensaban que sólo el ocio recreativo era digno del hombre libre. La esclavitud, en la que se basaba la producción de bienes y servicios en las civilizaciones de la Antigüedad, era la forma más natural y adecuada de relación laboral. Desde mediados del siglo XIX, vinculado al desarrollo de la democracia y el sindicalismo, las formas tardías de esclavitud se reemplazan por el trabajo asalariado. Con el que, por primera vez en la historia se comienza a dar una valoración social positiva al trabajo. Nace igualmente, con la doctrina socialista, el antagonismo entre capital y trabajo. Precisamente, en una obra denominada El Capital, se expone toda una teoría filosófica y sociológica en la que se basan las ideologías de izquierda que, desde inicios del siglo pasado, llenaron de miseria, dolor y sangre a los países donde se instauran, no por vía democrática, sino como su manual de aplicación lo determina, por fuerza.

En el momento más representativo del llamado capitalismo salvaje, cuando inclusive en las metrópolis se explotaba hasta a mujeres y niños en los centros de trabajo, carentes de las más elementales formas de seguridad física, sin mencionar los aspectos laborales ni sociales, surgen movimientos para reivindicar la dignidad de los trabajadores. Antes de que surgiera la legislación laboral, las jornadas abarcaban entre 10 y 20 horas al día, los salarios apenas rozaban la línea de subsistencia, la seguridad social no se había inventado. A diferencia de los esclavistas, quienes consideraban a sus trabajadores, tanto domésticos como a los encargados de actividades productivas, seres de su propiedad; a los capitalistas, jamás les preocupó su salud, aspecto o seguridad. Las ideas socialistas que ya habían mostrado algunos de sus horrores en el viejo continente, contribuyeron a que algunas reformas tuvieran lugar en el nuestro.

De ahí que se celebre el primero de mayo y siempre haya sido una marcha de los trabajadores, con nuevas exigencias, con críticas a los gobiernos de turno, con exaltación de mártires, con demandas salariales, de acceso a canasta básica. Hay quienes recuerdan con nostalgia sus días estudiantiles y las ediciones del Tornillo sin Fin que, de ejemplo sobre crítica sana y jocoso ingenio, fuera degenerando en un pasquín vulgar y repetitivo, que apenas ganaba adeptos con los intolerantes decomisos por parte de autoridades y denunciados. Hoy, hasta ese espacio de desahogo y hasta esparcimiento para la clase trabajadora, el gobierno de turno le usurpa y le arrebata, tornándolo en un actividad propagandística más de la clase política que repite clichés socialistas, se da todos los lujos capitalistas, malversa fondos a manos llenas, se enriquece a costa de las arcas públicas, préstamos y contratos con los nuevos socios a quienes venden el país y critican al imperio que les ayudó a llegar y se hace de la vista gorda, mientras se entregan al otro imperio.

Estos hipócritas que compran voluntades a ineptos mediante sueldos insólitos para bisoños, garantizando así su incondicionalidad, a uniformados que olvidaron lo que es ser digno, que con préstamos pagados con sudor y explotación a los más vulnerables, traen y mantienen asesores y propagadores de su nefasta ideología para apuntalar la economía de sus fracasadas naciones socialistas, mientras ahuyentan la inversión, provocan cierres de fuentes de trabajo, utilizan todas las mañas y triquiñuelas que creara y le criticaran al anterior gobernante, que con autoritarismo y capitales manchados de sangre sostienen sus campañas y tuercen voluntades. Que no ejecutan presupuestos para comprar votos en el fraude ya montado. Ellos nunca han trabajado, viven de su politiquería y de hacer creer a los trabajadores que son uno más de ellos. Mentira

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