¿UN DESPERDICIO?

OM
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15 de enero de 2020
/
12:19 am
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¿UN DESPERDICIO?

ACABA de pasar la toma de posesión del guatemalteco. Queda instalado en lo que fue una vez la sede de la capitanía general. Llegó al poder después de cuatro fracasados intentos probando suerte con distintos partidos políticos. Hasta que al fin pudo pegarle al premio gordo. Ganó en el balotaje. Como ahora son más los que votan en contra de algo que favor de alguien, los electores que aborrecían a la exprimera dama, –vencedora de la primera vuelta– se sumaron a él para amargarle la vida a la señora. Fue, en realidad –a juzgar por la indiferencia del electorado–, no una carrera entre estrellas sino una competencia entre lo que quedaba por escoger. Los que fueron a votar, sumando todos los partidos que participaron, apenas llegaron al 48%. Indicios de incertidumbre ya que indica que la ciudadanía guatemalteca sigue desencantada del sistema político. A pocas horas de ser investido como mandatario constitucional Giammattei dijo “que los cuatro años de Jimmy Morales en la presidencia fueron “un desperdicio”. ¿A qué podría obedecer la naturaleza de este desmarque? El legado político que le deja Jimmy –sin contar con los altos índices de pobreza, de un período cuando el país funcionó a control remoto, de marginalidad social y de disgusto generalizado por tanta corruptela– no es nada despreciable.

Con lo difícil que es deshacerse de esas comisiones internacionales fiscalizadoras cuando se enquistan –contra todo pronóstico– corrió a la CICIG cuando quiso caerle encima a él y a su familia. Lo hizo, arguyó –en ejercicio de la soberanía– y “del caos generado en la sociedad por los juicios selectivos” del fastidioso fiscal colombiano. Lo de Jimmy es un caso interesante que debe permanecer bajo observación. Ya que hizo lo necesario para protegerse de persecuciones legales y políticas ya sin la influencia y la inmunidad del poder. No es lo mismo estar arriba –batallando contra amenazas– que caer al fondo de la inhóspita llanura. No solo se deshizo de la CICIG –para agrado del próximo presidente quien purgó 10 meses en la bartolina arrinconado por los inquisidores internacionales por una matanza de reos siendo jefe de centros penitenciarios– sino que logró la inhabilitación política de la exfiscal Aldana. La doña –protagonista de las pesquisas, junto al fiscal colombiano en los escándalos de corrupción– intentaba usar el cargo como trampolín para lanzar su candidatura presidencial. Esa pudo haberle aguado la fiesta a Giammattei, pero se la quitaron del camino. No tenemos certeza de su paradero, aunque bien podría encontrarse asilada o refugiada en seguro destino desconocido. Jimmy –para agradar a Washington– fue además el primero en trasladar su sede diplomática a Jerusalén. Y como tercer logro se anotó –en primicia– ser el arquitecto del primer trato de “tercer país seguro”. Bueno, el acuerdo de “cooperación de asilo” para albergar refugiados hondureños y salvadoreños con miras a alcanzar “la tierra prometida”.

Su amplia colaboración le ganó una calurosa despedida en el salón oval. Sin duda Jimmy esperaría que, en la desgracia, los aliados que ha granjeado, le funcionen siquiera parecido a lo solidario que resultan ser los compañeros de viaje izquierdistas con sus socios de aventura. Digamos como AMLO con Evo allá en México o los Kirchner allá en Argentina. Una multitud se congregó en las afueras del Parlamento Centroamericano, para protestar –precisamente el mismo día que entregaba la banda presidencial– por la juramentación de Jimmy como diputado. Y no pareciere que el entrante y el saliente quedaron en buenos términos. Deduciendo por las primeras expresiones de Giammattei: “que yo no me voy a ir en contra de lo que opina la mayoría y la mayoría de la gente opina que estos cuatro años fueron un desperdicio”. Acumulando, adelantó que en sus primeras horas como gobernante derogará “algunos acuerdos” realizados por la administración de Morales e incluso, “en algunos casos, vamos a denunciar penal o civilmente por las implicaciones que conllevan (determinados acuerdos)”. No fue claro si esta denuncia sea contra el trato de “cooperación de asilo” con Washington, aunque –tragando gordo– dudoso que lo revierta. Hasta el momento, da la impresión no conocer el trasfondo de esos acuerdos que el pasado gobierno ha manejado con escrupulosa reserva. Se cierra el telón, se abre el telón. Entra uno y sale el otro. A presenciar la función.

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