Lentos aprendizajes y cambios

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5 de mayo de 2020
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12:20 am
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Lentos aprendizajes y cambios

Juan Ramón Martínez

Los homos sapiens, se impusieron sobre las otras cuatro especies porque desarrollaron el pensamiento abstracto. Y porque pudieron cooperar en grupos de más de cien individuos, sin dividirse. Por ello, mejoraron la cacería, capturando especies mayores y defendiéndose mejor de los enemigos con los que, se encontraban. Una vez que se volvieron sedentarios y dependieron de la agricultura, enfrentaron a tres peligros: las hambrunas, las pestes y a las guerras. Por ello, no hay que sorprenderse con el coronavirus, como si fuera un problema inédito que enfrenta la humanidad.

Inicialmente la vida fue precaria y además, muy hacinada. Las ciudades europeas más antiguas son muy pequeñas; las casas igualmente. Y recostadas las unas con las otras, para defenderse tras de murallas, ante los constantes ataques enemigos. Los incendios eran frecuentes y las pestes, encontraron en los hogares obscuros y en el hacimiento, la oportunidad para propagarse. Durante la edad media, por ejemplo, la peste bubónica, la viruela. Después la tuberculosis, la difteria, la fiebre amarilla, la influenza –incluso la más famosa, la gripe española– la malaria, el sida y la Sars. Ahora el coronavirus que, no es otra cosa que una mutación de un virus que “convive” entre nosotros y que, vía algunos alimentos penetra el cuerpo humano y provoca, selectivamente, la muerte.

Lentos aprendizajes y cambios

Cada epidemia, ha sido vista como el fin del mundo. Una deducción originaria en los momentos primarios del pensamiento abstracto: lo que principia, tiene fin. Ahora, los humanos más arrogantes creen que las amenazas del fin del mundo, son oportunidades de cambiar. Por eso, ante la mayor cuarentena de la historia –cuando el pensamiento abstracto se ha debilitado mucho y en nombre de la tecnología, el humano ha renunciado al pensamiento, la duda y a la reflexión– todos anuncian que, después de esta, las cosas ya no volverán a ser las mismas. Y hay razones para pensar así. Nos pescó de sorpresa, pese a que tiene muchos años de tener presencia entre nosotros. Con el desarrollo tecnológico, se atribuían las fallas a virus que, repetimos, no son seres vivos. Y cuando los médicos no sabían la fuente de un mal, decían es un problema viral. E incluso, viral se usó, como repetible cuando un mensaje atrae a millares de visitantes en las redes. Pero el cambio está precedido de la contrición, es decir del análisis, causalidad y la progresión. Esta capacidad ha sido afectada por las visiones materialistas. La ideología ha conspirado contra la razón y la libertad. Por ello, no hay que esperar muchos cambios. Volveremos a las rutinas, después que los laboratorios encuentren medicamentos y vacunas. Hay el riesgo que los virus, se usen con las hambrunas, como una metodología, para dominar a los enemigos.

Por supuesto, si somos lógicos –cosa bastante reducida– hay que revisar los modelos culturales, ralentizar la globalización y sin caer en nacionalismos irracionales, desarrollar relativas autonomías, para no depender de las mismas fuentes. Los sistemas sociales, incluidos los europeos, –los más adelantados–, deben ser revisados. Lo mismo que los sistemas sanitarios y, controlados los mecanismos de investigación científica. Incluso, ante el riesgo que los virus y las bacterias sean usados como armas de guerra, firmar un tratado mundial para su prohibición. Igual que los tratados de limitaciones nucleares. El capitalismo, basado en el individualismo y en la utilidad a toda costa –incluido el engaño del comprador– debe ser revisado. Adán Smith imaginaba a la economía como una ciencia moral. Hay que volver los ojos hacia este concepto. Suprimiendo la explotación del hombre por el hombre.

Y sociedades pobres, políticamente dependientes, –como Honduras– cambiar sus relatos culturales, reformar sus sistemas educativos, agregándole a la admiración tecnología, para desarrollar modelos económicos y políticos eficientes, sin cuya capacidad, no podemos comprar vacunas y mascarillas siquiera. Y, menos, contar con líderes honrados y capaces para dirigirnos en tiempos de peligro. Hay que ser más productivos, austeros, solidarios y previsores. La protección del desempleo debe ser creada. Hay que discutir el concepto de renta universal. Cambiando los sistemas fiscales, para terminar, contando con una mejor burocracia que la actual: pequeña, descentralizada, eficiente, honrada y más comprometida. Necesitamos un nuevo liderazgo y un relevo generacional, que no dé saltos. Así evitaremos que los impreparados, nos dirijan en tiempos de crisis, como ahora.

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