Adiós 2020
Armando Cerrato
Licenciado en Periodismo
Hace un par de semanas escuché entre los pacientes de la sala de hemodiálisis del Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS) del barrio La Granja de Tegucigalpa, un fuerte malestar ante la presencia indeseada y periódica de una licenciada, no sé en qué especialidad, pero que es, según me contaron pacientes más antiguos que yo, que es la administradora de hemodiálisis en San Pedro Sula.
Se trata de la licenciada Blanca Morales, quien para tener el cargo que ostenta debe ser profesional de la enfermería, el caso es que aparece periódicamente por Tegucigalpa imponiendo protocolos absurdos que cada día vuelven más engorrosos los trámites para recibir un tratamiento eficaz, de calidad y con calidez para pacientes que tres veces por semana y durante cuatro horas por sesión se conectan a un riñón artificial en un proceso médico muy agresivo que se trata de extraer sangre sucia, por así decirlo, por intoxicamiento, filtrarla y limpiarla, sacando todos los líquidos tóxicos y volverla hacer circular, enviando al paciente a su casa con hasta cuatro o cinco kilos menos de peso específico y así, sesión a sesión irlos manteniendo con vida.
Las visitas de Blanca Morales a Tegucigalpa siempre han tenido efectos negativos, pues ella más parece que trabajara para la empresa que por subrogación alquila el equipo y suministra insumos al IHSS que aporta el personal especializado y los pacientes, pagando sumas millonarias al año a la empresa y los accionistas actúan como el azadón.
En una última visita de Blanca Morales a Tegucigalpa, en medio de esta pandemia de COVID-19, tomó fotografías de la labor de la sala de hemodiálisis y varias medidas preventivas adoptadas para familiares y pacientes que asisten de lunes a sábado y que han sido adoptadas y financiadas motu propio y a instancias de la junta directiva de la Asociación de Pacientes Renales del IHSS, que incluyen el uso de mascarillas, gorros desechables, una cámara de descontaminación y hasta una bomba para fumigar, y se está comprando una pesa electrónica para sustituir una vieja que ya no da resultados exactos y eso es peligroso porque con el peso se juega también el resultado de todo el proceso y una extracción de más líquido del debido produce serias complicaciones en los pacientes y hasta podría producirse la muerte de alguno de ellos por diversos motivos.
Según Blanca Morales y en una página web oficial del Seguro Social, todos los avances en el servicio de hemodiálisis de Tegucigalpa se deben a la iniciativa de la directiva del Seguro Social, a la que felicitó y dijo sentirse orgullosa de trabajar para ella, eso molestó tanto a los verdaderos y sufridos pacientes de hemodiálisis de Tegucigalpa que bombardearon con sus comentarios y desmentidos a la funcionaria sampedrana, y la hizo rectificar algunas de sus apreciaciones valorativas favorables a unas autoridades que en realidad mantienen en el abandono a los pacientes renales y a sus familiares que esperan el llamado a su asistencia, tres veces por semana a la intemperie, y en los alrededores del hospital de especialidades de La Granja, de pie y en la zona de parqueo de las ambulancias, por donde ingresan pacientes de todo tipo, incluidos los de COVID-19.
Según tengo entendido en Tegucigalpa existe un administrador de la sala de hemodiálisis, por lo que no comprendo por qué tiene que venir alguien de San Pedro Sula a dictar protocolos absurdos, engorrosos y hasta letales, especialmente cuando el centro de la pandemia está en San Pedro Sula, y ella posiblemente ha tenido contacto con pacientes contaminados con el COVID-19 y hasta puede ser una asintomática que con sus visitas a Tegucigalpa pudo haber contaminado la sala y eso además de peligroso, solo el tiempo nos lo podrá definir (14 días), durante los cuales, por lo menos y como una conquista más de los pacientes hemos evitado que la licenciada Blanca Morales siga saludando con sombrero ajeno.
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