La necesidad de neutralizar la infodemia

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10 de junio de 2020
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12:28 am
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La necesidad de neutralizar la infodemia

La necesidad de neutralizar la infodemia

La necesidad de neutralizar la infodemia. Coronel ® José Antonio Pereira Ortega

“La ONU advierte de un aumento masivo de enfermedades mentales durante la pandemia del COVID-19”. Boletín de noticias de ONU, 14 de mayo del 2020.
Esta preocupante advertencia pertinente a la pandemia COVID-19, que ya es generadora de miedo, confusión e incertidumbre, hace necesario el buscar y conocer medidas que ayuden a las personas a enfrentar los factores multiplicadores de esta mortal pandemia, en especial algunos efectos colaterales, como las afecciones mentales que agravan el ya degradado estado de salud físico, por los efectos nocivos que contribuyen de muchas maneras a aumentar esos miedos, en particular los derivados de la interpretación de la abrumadora información mediática que se produce alrededor del desarrollo y avance de la pandemia.

Ese efecto, termina dando vida a un problema que no es posible deslindar de la salud física, conocido como la somatización de la enfermedad, en un proceso de sobreponer el aspecto mental sobre el físico, aumentado con la desfiguración de la realidad, aceptando como veraz el contenido de lo expresado por un medio o comunicador social reconocido, o en las publicaciones imprecisas y anónimas versiones de temas divulgados en las sombrías y muchas veces embaucadoras redes sociales (Fake News).

Al respecto, vale aclarar que lo malo, no se atribuye a la labor informativa de los diferentes medios de la prensa audiovisual o escrita, lo negativo se produce en la interpretación que cada uno de los sujetos destinatarios de la información, valorando la capacidad para procesar y manejar los contenidos noticiosos, que incluso pueden resultar en un perjudicial manejo de la misma, penetrando la mente y el entorno personal y familiar del sujeto, dejando al arbitrio de cada quien el procesamiento de la información en bruto, pero que independientemente de su consecuencia puede resultar perturbador en el estado físico y anímico de las personas.

La necesidad de neutralizar la infodemia

Visto así, es oportuno recordar la definición de salud promulgada por la Organización de Naciones Unidas, que custodia en sus estados miembros la salud mundial, a través de su organismo especializado en salud, conocido desde su creación como Organización Mundial de La Salud (OMS), que dice “la salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o de enfermedades”.
Ante esta condición de vulnerabilidad, es necesario explicar que el problema puede terminar en la producción de un estrés peligroso a la salud mental de la persona, que puede llevar a la somatización de la enfermedad, suscitada por la infodemia que en criterio de especialistas y analistas como Mario Riorda, un politólogo e investigador argentino, la define como: “un serio problema de desinformación que aumenta la propagación de la desinformación a escala masiva. Técnicamente, es una epidemia de mala información, que posibilita una epidemia vía datos falsos, errados o maliciosos que se propagan por redes sociales”.

Es innegable y está probado que este tipo de falsa y escandalosa información se convierte en desinformación malsana, que pone en riesgo la salud de millones de personas, que se atiborran de cuanta “receta mágica” se plantea, ya sean medicamentos aprobados, recetas caseras o medicina natural o alternativa. Igual observación se hace respecto al efecto psicológico del contenido divulgado por las imágenes transmitidas en videos domésticos o de aficionados, que dejan a interpretación antojadiza del lector o del auditorio, cargando la presión que ya sufren con el tormentoso encierro, sin entender por qué y para qué, pero inducido a creer que “de ello depende su vida”.

En mi investigación encontré exposiciones de algunos expertos y analistas que son de la opinión, que en este tipo de emergencias sanitarias; es inevitable la constante información distorsionada, dando paso a las operaciones de desinformación mediática legal o anónima, que se constituye en un gran riesgo a la salud de millones de personas y por lo cual proponen recomendaciones para abordar correctamente la cobertura y divulgación de los temas.

La responsabilidad de dirigir y supervisar la calidad de información es de las autoridades del gobierno, pudiendo buscar estrategias de comunicación que no estimulen al desasosiego y al miedo, sugiriendo a los comunicadores responsables de divulgar la información un lenguaje positivo, evitando crear confusiones, ser transparentes, no tergiversar u ocultar la información y sin desfigurar los hechos ni escandalizar con los mismos. Ellos citan como un mal ejemplo referirse sobre “personas o casos sospechosos” como un lenguaje contraindicado, porque induce al estereotipo, y la degradación.

Concluyo recomendando, que lo malo no es ver, escuchar o leer la información, lo importante es saber procesarla y para lo cual, se recomienda el uso de un método utilizado para analizar y procesar las noticias, verificando y dando valor a la fuente, al contenido, el auditorio meta, el mensaje y su efecto. Una evaluación y análisis en estos términos permitirá mejores juicios sobre la información divulgada.

F.- Fuente. Evaluar si es confiable.
C.- Contenido. Valorar el contenido y enfoque de la información.
A.- Auditorio. A quién va dirigida la noticia.
M.- Mensaje. Lo que se quiere transmitir y qué se persigue.
E.- Efecto. Es decir validar qué efecto tiene y sobre quién está enfocado.

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