Condiciones esenciales de buen gobierno

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19 de agosto de 2020
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12:52 am
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Condiciones esenciales de buen gobierno

Condiciones esenciales de buen gobierno

Condiciones esenciales de buen gobierno, Aldo Romero
Periodista y catedrático universitario

“Estas falsas democracias que en un siglo de pugilato permanente no han aprendido todavía a ser libres, tienen entre sus muchos errores, el de no haber sabido escoger sus hombres en las grandes crisis de su historia. El mérito positivo, la honradez, el talento y la experiencia, que son factores capitales para enfrentar y resolver los problemas de la nación, no fueron siempre los que se tomaron en cuenta, sino otros que no respondían a las necesidades de la República, ni a los imperativos del momento histórico”.

El texto que antecede, corresponde a uno de los tantos magistrales artículos publicados por el ilustre poeta, periodista y ensayista hondureño Alfonso Guillén Zelaya, nacido en Juticalpa, Olancho un 27 de junio de 1887 y cuyas posiciones periodísticas aguerridas contra la influencia política y económica en Honduras, lo llevaron al exilio, desde donde siguió escribiendo encendidos editoriales en contra del divisionismo, la represión y la desigualdad social, haciendo trascender su obra más allá del tiempo y el espacio.

El escrito al que hoy hacemos referencia, “Condiciones esenciales de buen gobierno”, es solo uno de los muchos inspirados y motivados por el fervor patrio que caracterizaba a Guillén Zelaya, pensamientos que siguen hoy tan vigentes a pesar de los años y con una historia digna que no podemos permitirnos tirar en el olvido.
Aunque el caso no es solo nuestro, destacaba el escritor la falta de sabiduría ciudadana en la escogencia de sus autoridades al establecer que en naciones como las nuestras, de vida “bochinchera”, “…rinden homenaje todavía al cacique y al ídolo político, productos naturales de nuestro medio convulsivo y esporádico. En tales ambientes, la audacia y lo imprevisto han jugado papel casi permanente, y los acontecimientos y el destino mismo de estos pueblos, han sido influenciados fatalmente por aquellas causas generatrices”.

En contraste, decía Guillén Zelaya que los países de vida organizada o de mentalidad desarrollada no proceden así, “ellos escogen a sus más altos y legítimos representativos, después de un estudio sereno y comprensivo de sus antecedentes. Es decir, teniendo el firme propósito de llegar a un efecto deseado para bien del procomún, preparan primero la causa, mediante la escogencia de un auténtico exponente honroso de la nación”.

Energía, inteligencia y honradez, son las condiciones primordiales de todo buen gobierno. Pero refería muy bien el autor, que “tales condiciones deben ser de aplicación simultánea; ellas constituyen un triángulo equilátero como símbolo de la felicidad nacional. Prescindir con intención o sin ella de cualquiera de dichos factores, equivale a menguar la eficacia material y moral de dicho simbolismo y por consiguiente, a disminuir la integridad y prestigio del gobierno”.

“Energía, inteligencia y honradez, debían ser, en el dinamismo de nuestra vida política-social, los tres factores ineludibles. Los pueblos deben exigirlos en aquellos que van a ser sus gobernantes; estos no deben descuidarlos en quienes han de ser sus funcionarios; y toda la jerarquía de la administración pública, debiera estar sujeta a la misma pauta de salvación nacional”.

Cuánta falta hace en nuestra población tomar como lección las tristes experiencias del pasado y no confiar los destinos del país a quienes constituyen la antítesis del buen político que dejó de coexistir con la solidaridad y las buenas prácticas para revolcarse en el lodo de la corrupción, el poder y el dinero fácil, la historia de la humanidad nos ha enseñado que los hombres que fueron fuertes, inteligentes y honrados, solucionaron situaciones muy difíciles en el ejercicio del gobierno, salvaron los destinos de su patria y se conquistaron, como sostiene Guillén Zelaya, un nombre inmortal en las páginas de la historia.

@aldoro/[email protected]

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