Por: Nery Alexis Gaitán
En esta crisis sanitaria todos estamos sufriendo. Los que menos tienen son los que más sufren; esa es la terrible condición de los hondureños, que en su mayoría son pobres, faltos de recursos de todo tipo. Sin una educación de calidad, sin acceso a un sistema de salud eficiente y preventivo.
Y debido al poco nivel educativo el hondureño se comporta de una forma temeraria, inconsciente, que refleja poco amor por la vida. Es así que no aplica normas de bioseguridad en su comportamiento diario; las personas caminan por las calles sin mascarilla, sin guardar distanciamiento social, sin protegerse de ninguna forma porque no les importa si viven o mueren; y mucho menos si contagian a los demás.
Sabemos que es inevitable que las personas hayan vuelto a la actividad económica, sobre todo los comerciantes informales que representan un gran número, ya que deben llevar comida a sus casas, pero eso no implica que deben ser inconscientes y arriesgar su vida y la de sus familiares. Ahora que se ha abierto la actividad económica -aun con restricciones- es cuando se deben aplicar las medidas de bioseguridad de una forma más estricta.
La pandemia no ha disminuido en nuestro país; los índices de contagiados siempre van en aumento. Las cifras oficiales no son creíbles, ya que las pruebas que realizan diariamente son muy pocas. O sea que continuamos en plena crisis. La cuarentena de seis meses ya, en términos prácticos no ha sido efectiva.
Aparte de la inconsciencia de la población que no ha tomado las medidas de bioseguridad en serio, el tratamiento que el gobierno le ha dado a la crisis sanitaria ha sido deficiente, malo, pésimo. La ministra de Salud, que de salud no entiende nada, no ha dado pie con bola como dicen. A la torpeza administrativa hay que agregarle los actos de corrupción que han sido significativos. Siempre es pertinente preguntar ¿dónde está el dinero? Los benditos hospitales móviles no han entrado en funcionamiento, los dos que llegaron claro, porque de los otros cinco no se sabe nada.
Y las soluciones prontas, efectivas, a corto y mediano plazo, que debe instaurar el gobierno, van a paso de tortuga. Uno no puede ser candil de la calle y oscuridad de la casa. Por eso nos sorprende que el Presidente Hernández haya propuesto en la ONU que se convoque a expertos para encontrar soluciones a la crisis generada por la pandemia. Aquí sus palabras: “Convencido que no solo es de criticar, sino también aportar soluciones ante semejante desafío mundial, proponemos respetuosamente que el Secretario General (António Guterres) convoque a un grupo selecto de líderes mundiales exitosos en los campos de desarrollo económico, sistemas de salud, educación, pequeños negocios, tecnología aplicada a la nueva realidad que el mundo enfrenta, entre otros, para que ayuden a crear un plan, una hoja de ruta, porque en la medida en que salgamos bien todos, todos ganamos”.
Eso precisamente hubiera hecho aquí, en donde un grupo de expertos, en los principales campos, se hubiera hecho cargo de controlar la pandemia. Y no debió colocar a personas inexpertas e inescrupulosas a enfrentar algo tan delicado como el fatal virus. Que es una de las razones por las cuales la pandemia está golpeando fuertemente a nuestro pueblo.
Reconocemos que el papel del gobierno es muy importante y debe, en este caso prioritario, salvaguardar la salud del pueblo que es un derecho humano fundamental. Pero deseamos ver acciones más efectivas para controlar esta crisis que ha venido a afectar a toda la población.
Y, sobre todo, que los actos de corrupción desaparezcan para que así se le pueda brindar la asistencia médica necesaria que el pueblo está necesitando urgentemente. ¡Los hondureños merecemos una mejor calidad de vida!
