DE LA TÓNICA A LA DISYUNTIVA

ZV
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1 de octubre de 2020
/
12:10 am
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DE LA TÓNICA A LA DISYUNTIVA

CAPITALINOS Y EL AEROPUERTOLO DOMÉSTICO Y LA SOLIDARIDAD

EL primer debate presidencial en los Estados Unidos. ¿Sucedió, tal vez, como un debate de ideas, de propuestas, para aprender algo nuevo de boca de los aspirantes? ¿Llenaría lo esperado por los espectadores, en torno a los atributos que distinguen la “ejemplar democracia” occidental? ¿Sería, quizás, un ejercicio de distintos escenarios, respecto a opciones para salir de la crisis más aguda que la humanidad ha debido enfrentar en época reciente? ¿Algún indicador como para proyectar a lo interno y, por qué no, también al mundo entero, un perfil de liderazgo y de tranquilidad? Pues, muchos que sintonizaron el encuentro, bajo cualquiera de los anteriores supuestos, probablemente acabaron defraudados. ¿Fue un cruce de palabras, civilizado, orientador, elevado? No, bajo la óptica convencional del comportamiento esperado de políticos destinados a regir la nación más poderosa del mundo.

La función ofrecida a la audiencia fue caótica y desordenada. Sin control del moderador –un respetado periodista– un show repleto de impertinencias y exabruptos. Pocos momentos hubo –cuando no hablaban al mismo tiempo– de clara comprensión sobre los temas. No se respetaron los parámetros previamente acordados por los equipos de campaña de ambos contrincantes. Hubo irrespeto de Biden a las reglas pero fue Trump mayormente el responsable de las interrupciones, de no someterse al tiempo estipulado para las respuestas, y hasta de reproches al mismo moderador. La mayoría de los comentaristas de las grandes cadenas informativas dijeron sentirse horrorizados. Pero lo que ocurrió, ¿en realidad fue algo como para alarmarse o sucedió lo que estratégicamente programó cada uno de los protagonistas? El guion, bastante caliente, no varió mucho del estilo de POTUS, acostumbrado a manejarse de esa manera. Tampoco fue sorpresa para el otro bando que esa sería la tónica del enfrentamiento. Al ex vicepresidente –con ánimo de lucir presidenciable– seguramente le aconsejaron sosegarse y no perder la compostura frente a las provocaciones. Sin embargo, por irritable que luciese el espectáculo, lo verdaderamente delicado radica en la disyuntiva evidente. Sobre la aceptación del resultado electoral. Biden, asegura que no hay evidencia que respalde que las boletas puedan ser falsificadas en las elecciones anticipadas, mostrando su apoyo al voto por correo:

“Si puede votar temprano (por correo) vote”. “Si quiere votar en persona, hágalo”. “Si yo gano, lo aceptaré”. “Si yo pierdo, lo aceptaré”. “Pero voten”. “Ustedes tienen el control.” “¿Las cosas cambiarán? ¿O tendremos a este por otros cuatro años más”? Trump, por su lado, se mostró en contra de la votación por correo, reafirmando que estas desencadenarán unas votaciones fraudulentas: “Los votos anticipados están bien”. “Pero se han encontrado miles de boletas tiradas”. “Esto será un fraude sin comparación (…) especialmente en los estados gobernados por demócratas”. “Esto –afirmó– no va a acabar bien”. Mientras Trump instaba a sus partidarios a salir a votar y “permanecer alerta” para evitar unas votaciones fraudulentas, Biden afirmaba que “simplemente se comprometerá a aceptar los resultados, sin importar cuales sean”. Este no es asunto pequeño. Las dudas sobre la votación ventiladas por POTUS sugieren que, de no resultar en una reelección, no hay garantía de una transición normal y pacífica. Ello abre la posibilidad de un prolongado período de alegatos sin conceder la elección. Las elecciones presidenciales –ya hay antecedentes– podrían terminar dirimiéndose en los tribunales.

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