La unidad de la nación, no es una causa perdida

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9 de noviembre de 2020
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01:11 am
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La unidad de la nación, no es una causa perdida

Eduardo Enrique Fuentes
Abogado y Máster en Gobierno & Administración Pública

La unidad de la nación, no es una causa perdida. Toda democracia requiere un consenso inicial sobre el cual se construye la unidad de la nación. El contenido de ese consenso es el fundamento del patriotismo, el origen de la solidaridad nacional. En el ocaso del 2020, que será recordado por el impacto de la crisis sanitaria provocada por la pandemia de la COVID-19 y sus repercusiones colaterales en materia económica y social, toman aún más valor las voces que apelan al patriotismo y a la solidaridad nacional.

Estas voces han tenido como principal escenario los procesos democráticos electorales desarrollados en el mundo durante este caótico 2020. Durante julio, y en uno de los picos más altos de la pandemia, República Dominicana llevó adelante unas históricas elecciones presidenciales que tuvieron como resultado el rompimiento de la hegemonía presidencial del Partido de Liberación Dominicana que duró más de 16 años.

En esta misma tónica, en octubre del corriente, se celebró la réplica de las elecciones presidenciales en Bolivia, después del cuestionado proceso electoral del año 2019 que concluyó en la controvertida salida de Evo Morales como Jefe de Estado Boliviano. En este nuevo ejercicio democrático, y de la manera menos prevista, resultó electo en primera vuelta, el presidente Luis Arce, enarbolando las banderas del exmandatario Morales.

Cómo último ejercicio electoral en América Latina, está la consulta ciudadana realizada en Chile, que dio como resultado la luz verde para iniciar el proceso de creación de una nueva Carta Magna que viene a dar cabida al pensamiento popular en la región, de que el cambio a nuestras Constituciones, lo arregla todo; que la revolución es la salida, que hay que volver al día de la creación. Teoría que descarta que el desarrollo de nuestros países pasa realmente, por preservar las instituciones, construir sobre lo construido y fortalecer la institucionalidad del Estado y sus instituciones.

Más allá de los resultados electorales, producto de los comicios antes mencionados, estos ejercicios democráticos han evidenciado como en medio de la adversidad producida por la crisis sanitaria y económica más grave de los últimos años, se ha despertado una participación masiva en busca de la unidad nacional, en la que han sido actores protagónicos, todos los sectores sociales, aún aquellos que historicamente se han mantenido al margen de las decisiones políticas.

El contexto nacional hondureño, trae las vísperas de un proceso electoral primario, bastante atípico. Proceso condicionado por la alta polarización política, el nacimiento de varios partidos políticos -que no necesariamente, su presencia, es sinónimo de más representación-, la implementación de un nuevo sistema político electoral a través de un nuevo orden institucional y la creación de una nueva legislación que aún espera ser aprobada.

Asimismo, no se puede analizar el contexto político electoral, sin tomar en cuenta el impacto político y social de la pandemia en el año electoral venidero.

En medio de este escenario, se encuentra la oportunidad de llegar a un consenso para el desarrollo de la unidad, y que la misma, fundamente el patriotismo como propósito de la consecución de la “solidaridad nacional”, a la que hace referencia el principio de este artículo. Esta unidad nacional, se complementa con justicia, defensa de las libertades individuales y la vida; valores que tenemos que conquistar y promoverlos día a día con la plena conciencia que las luchas por estos ideales, no terminan en procesos electorales, y que, para su consecución, se necesita el concurso y participación activa de todos los sectores, por supuesto, despojándose de arraigos ideológicos y fortaleciendo los principios que nos unen y nos hacen compartir nuestra identidad nacional.

El deseo de seguridad y bienestar de nuestra gente es universal, y ningún sistema puede garantizar la sostenibilidad de ambos, fuera de la democracia y la participación activa de todos en su consecusión.

Creo y confío en los designios de Dios, igual que, en una generación integrada, rodeada y guiada por la gente adecuada que inspirada en los volares correctos, puede lograr realizar un giro en el destino de un país.

Toda situación por sombría que pudiese parecer, puede abordarse, todos los problemas humanos tienen una solución humana. Cuando hay amor y compromiso a una causa y entrega a la misma, surge la eficiencia y con ella la conclusión que la unidad de la nación, NO ES UNA CAUSA PERDIDA.

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