PRESERVAR LO MARAVILLOSO

ZV
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27 de junio de 2021
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12:15 am
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PRESERVAR LO MARAVILLOSO

LA vida se abre paso incluso por medio de los matorrales rodantes en los desiertos de África. Ciertas subespecies de cactus espinosos producen flores bellísimas cada cierto tiempo, en medio de la resequedad extrema de los desiertos del continente americano. Varios animales, algunos en proceso de extinción, se reproducen en los climas más fríos y desolados de las zonas polares del planeta. Pero todas estas maravillas subsistentes no son ningún pretexto para que ciertas corporaciones contaminen y acaben con los respiraderos oxigenantes, de la tierra y del mar, que son indispensables para la vida humana y la biología en general. Tampoco son un pretexto que justifiquen el otro extremo, y es aquel de oponerse a todo proyecto que huela a generación de empleo masivo, a bienestar colectivo y a desarrollo integral.

Cuando la Biblia sugiere que el hombre está destinado en “enseñorearse” del mundo, a nombrarlo y a domesticarlo, en ninguna parte dice que se debe destruir la naturaleza bajo las banderas de un supuesto progreso industrial desenfrenado. Todo debe tener un límite, un horizonte realmente humano, y las regulaciones según las circunstancias de cada caso.

Las contaminaciones ambientales excesivas podrían empujarnos hacia un punto extremo que los científicos han denominado como de “No retorno”, tal es la delicadeza de la problemática que abordamos. No se puede ni se debe permitir que continúe la destrucción masiva de los bosques en las proximidades de la cuenca del río Amazonas en Brasil y países circunvecinos. No sólo está en riesgo una zona específica de aquel hermoso país suramericano, sino que uno de los pulmones más grandes e importantes de la humanidad. Tampoco debe permitirse que los indios amazónicos continúen subsistiendo en el aislamiento total y en la extrema pobreza. ¿Cómo encontrar el necesario equilibrio? Esta es la pregunta “del millón…”, en cuya respuesta deberíamos trabajar todos los hombres y mujeres preocupados por el futuro de nuestra especie.

Por otro lado, no tiene ningún sentido que continúe la proliferación solapada de armas nucleares ni tampoco el abanderamiento de ideologías extremistas de cualquier signo, las cuales se empeñan en justificar las guerras injustificables. La transacción mundial de venta subterránea de armas que alimenta el terrorismo, el narcotráfico, las guerras civiles y otros enfrentamientos convencionales, es uno de los negocios más sucios y peligrosos que alguien pudiera imaginar. Sin embargo, el negocio existe y nos causa enormes daños a todos.

El caso de Honduras merece ser observado con lupa y desmenuzado con pinzas de quirófano. Durante décadas algunos valles del interior del país fueron deforestados por una industria maderera primitiva, sin valor agregado, y nadie dijo nada. También fueron destruidas las tierras fértiles por una ganadería tradicional extensiva, latifundista, que muy poco le genera a la economía del país. Y tampoco casi nadie dijo nada. Pero ahora con todos los trastornos climáticos que desencadenan inundaciones en donde pierden las vidas, y los bienes materiales, decenas de miles de personas, especialmente en el valle de Sula, algunos grupitos se oponen a que se construyan embalses y represas hidroeléctricas en las cabeceras de los dos principales ríos. Claro está que la construcción de esas represas habrá de materializarse, paralelamente, con una política de reforestación masiva en las cuencas de los mencionados ríos. Pero mientras los grupitos aludidos continúen atrincherados en la ideología del anti-desarrollo, decenas y centenas de miles de personas continuarán bajo la espada de Damocles sobre sus cabezas, frente a los próximos huracanes. Porque la vida, pese a todos los reveses, es maravillosa. El mundo es maravilloso. Y las maravillas deben prevalecer cueste lo que cueste. En tal sentido hay que preservar la naturaleza y buscar nuevos modelos de desarrollo humano, no sólo en Honduras, sino que a nivel mundial.

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