Huella de tormentas aún no se borra en escuelas de La Lima

MA
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28 de julio de 2021
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04:10 am
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Huella de tormentas aún no se borra en escuelas de La Lima

El Centro Básico Mirta Torres de Mejía permanece en el abandono, con una capa de lodo seco en sus pupitres.

LA LIMA, Cortés. Cuando María Elena Inestroza llegó a vivir a la colonia Planeta tenía 5 años de edad y la escuela Mirtha Torres de Mejía ya estaba allí, por lo que entre sus paredes recibió la formación de sus primeros años. Ahora, a sus 40 años, dos de sus hijos son egresados del ahora Centro de Educación Básica (CEB) y uno más sigue estudiando allí.

María Elena es vocal de la sociedad de padres de familia del centro educativo y dice sentir tristeza y nostalgia al recorrer los pasillos solitarios, ver las puertas de vidrio destruidas y los pupitres amontonados en el patio.

Recuerda que muchas de las mejoras que hay en el sitio fueron gestionadas por ellos, como padres, y por los mismos docentes.

“Con el paso de Eta Y Iota esto quedó destruido, aquí no se pudo recuperar nada, no hay ni pupitres, no hay donde se puedan venir a sentar los alumnos, aquí no quedó absolutamente nada, solo las paredes quedaron arriba porque son muy fuertes, todo se dañó, celosías, puertas de vidrio…”, refiere.

ESFUERZO EN VANO

Los sistemas de alcantarillado de muchos centros educativos necesitan ser reconstruidos desde cero.

Enfatiza en que esa escuela se levantó “a puro esfuerzo del padre de familia”. Para el caso, mencionó que antes, puertas y persianas eran de madera, pero gracias a las actividades de ellos pudieron ponerlas de vidrio, con el propósito de climatizarlas para que los niños no sufrieran por el calor. Ahora muchas de las puertas están rotas y los aires acondicionados dañados.

Otras de las mejoras del CEB fueron obtenidas gracias a donaciones, como el laboratorio de computación, una cortesía del exfutbolista David Suazo, quien se crió en el sector. También ese equipo informático fue dañado por el agua y lodo de las tormentas de noviembre del 2020.

Esta madre de familia, que en las noches vende comida para apoyar la economía familiar, dice que urge el regreso a clases presenciales o semipresenciales, pero antes se deben subsanar los problemas del centro básico: el sistema de aguas negras está dañado y desde hace muchos años el abastecimiento de agua es deficiente.

Inestroza asegura que nadie del gobierno se ha acercado al sector para conocer las necesidades de la escuela, solo algunas organizaciones no gubernamentales, pero hasta el momento ninguna ayuda se ha concretado.

TRABAJO VOLUNTARIO

El mobiliario y la infraestructura de las escuelas requiere de una urgente reparación en La Lima.

Don Lázaro Herrera llegó hace 22 años a vivir a la colonia Cerrito Lindo. En aquel momento el centro básico Rafael Pineda Ponce tenía solo dos aulas, donde se amontonaban los alumnos en cualquier espacio.

En su calidad de constructor, don Lázaro ayudó con su trabajo voluntario a ir ampliando gradualmente las instalaciones y en su momento el centro educativo llegó a tener seis aulas y un muro perimetral completo.

Sin embargo, las tormentas Eta y Iota derribaron el muro; y la pandemia mantiene en el abandono las aulas otrora llenas de vida.

Los dos hijos de don Lázaro ya terminaron la educación básica, uno de 22 años que emigró y ahora vive en México, y una chica de 18 años que le ayuda con los gastos de la casa. No obstante, don Lázaro no descarta colaborar en la reconstrucción del centro básico si se lo piden, aunque hasta ahora nadie se ha acercado al sector para coordinar los trabajos.


Es necesario que vacunen a alumnos

Muchas escuelas, como el Centro Básico Rafael Pineda Ponce y otros, siguen sin reparar desde que las tormentas Eta y Iota los dañaron.

Doña Cándida Herrera es una madre prolífica. A sus 48 años ya tuvo diez hijos, de los cuales siete estudiaron en el Centro Básico Minerva, de Dos Caminos, Villanueva, y dos más que aún siguen allí, uno en cuarto grado y una niña en noveno.

Este centro básico no fue afectado por las tormentas y permanece en buen estado, al grado que está siendo utilizado como centro de vacunación. Sin embargo, doña Cándida tiene sus reservas de mandar a su hijo de nuevo a las aulas.

“Necesitamos que así como los maestros se están vacunando, también los alumnos, aunque estamos claros que debemos usar siempre el gel, la mascarilla y guardando la distancia, de lo contrario yo no mando a mi hijo”, advirtió.

“Mi hijo tiene 11 años, va a cumplir 12 y está en cuarto; la que tiene 14 años está en noveno grado. Nosotros hemos tenido mucho cuidado y hasta el momento no nos hemos enfermado”, concluyó.


 

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