Por: Rodolfo Guillermo Pagán Rodezno
Abogado y Notario
Máster en Derecho Empresarial
Tremendo zafarrancho el que se generó en días recientes cuando el Consejo Nacional Electoral (CNE) se aprestaba a realizar el sorteo para determinar las posiciones de cada uno de los 15 candidatos, sí, 15 candidatos, a la Presidencia de la República en la papeleta que se utilizará en las elecciones generales del mes de noviembre, lo que ocasionó que el mismo se pospusiera para el día siguiente, y en el que casualmente el partido de gobierno, tal como ocurrió en las 2 elecciones anteriores, quedó ubicado en la ventajosa posición del extremo de la papeleta.
Es necesario tener presente que si un simple sorteo provocó tal desorden, tampoco hay que ser adivino para visualizar lo que puede ocurrir en las elecciones generales, si el Consejo Nacional Electoral (CNE) no brinda resultados confiables, al menos de forma preliminar, o si los candidatos perdedores se niegan a aceptar los mismos, especialmente después de lo ocurrido en el año 2017, cuando después de misteriosas caídas del sistema y de otros tantos inconvenientes, extrañamente se revirtió la tendencia inicial, convirtiéndose así en las elecciones más cuestionadas de la historia reciente en el país.
A lo anterior hay que agregar que las campañas políticas son cada vez menos propositivas y cada vez más confrontativas, al extremo que muy poco se debaten ideas ante la carencia de propuestas reales, y más bien lo que predomina es el ataque personal, los insultos, el sacar los “trapos al sol” del contrincante que es percibido más como enemigo, dando la impresión que hay sectores interesados en crear desorden, en sembrar miedo e incertidumbre, lo que da lugar a una peligrosa tensión que puede estallar con cualquier detonante, tal como ocurrió en el mencionado sorteo.
En todo ese escenario, paradójicamente, el más beneficiado es el partido de gobierno, ya que los mayores niveles de confrontación y por consiguiente de división, ocurren entre los partidos de oposición, los que casi que se despedazan mutuamente, a tal punto que parece que lo que menos quieren es ganar las elecciones, haciendo cada más valedera la premisa de “divide y vencerás”, incapaces además de canalizar el enorme descontento existente entre la población y de convertirse en alternativas reales de triunfo.
Lamentablemente, y sin ser pesimistas y a pesar de lo que digan aquellos que conveniente viven en una burbuja de comodidad y fantasía; pero se presagian “negros nubarrones” para Honduras, y es que como si no fuera suficiente con lo ocurrido, la pandemia y los huracanes del año anterior y su desastroso manejo por parte del gobierno, la grave crisis económica y sanitaria, todo parece indicar que se vivirá un final de año con políticos de base “agarrados de las greñas”, ya que los líderes comen en la misma mesa, peleando por alcanzar el poder, más velando por sus intereses que por el beneficio de la población.
Que Dios guarde a Honduras.
