PRESENTACIÓN DE “GOTAS DEL SABER”

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12 de diciembre de 2021
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12:30 am
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PRESENTACIÓN DE “GOTAS DEL SABER”

Miguel Rodríguez A.

Señor director de la Academia Hondureña de la Lengua, Juan Ramón Martínez.

Miembros de número de esta institución.

Honduras:

En esta ocasión, en que nos reúne la presentación del libro “Gotas del saber”, del escritor hondureño Juan Ramón Martínez, tengo la honrosa oportunidad de pararme en este estrado, lugar de las letras hondureñas, para pronunciar estas palabras que tienen como objeto presentar esta obra a la sociedad hondureña.

No pretendo elaborar un análisis detallado de ella, no tendría posibilidades en este tiempo en que la vida nos lleva tan rápido. Tampoco pretendo escudriñar el pensamiento del escritor, que, de manera incansable, se ha dado a la tarea de estudiar a este país durante toda su vida.

Este ejercicio cultural, que es la producción de un libro, debe de ser uno de los hechos más importantes para una sociedad. La cultura escrita, es decir la principal evidencia que nosotros dejamos para los seres del futuro, es la mejor forma de perpetuar la memoria y cultura de un pueblo. Este día, es pues importante y debemos tener conciencia de esto. No solo por el contenido y aporte de este, sino porque se perpetúa para la historia un libro en el repositorio cultural de nuestra especie.

Además de esto, se ha tenido la oportunidad de producir este libro en el marco del Bicentenario y tiene como objeto llegar a la mayor cantidad de lectores posibles, un libro ameno, alegre y con mucha documentación e historias que se han suscitado en el devenir histórico de Honduras. Antes de considerar sus aspectos técnicos, quizá algunos juicios teóricos, sobrevaloro la importancia de este tipo de acciones, que tienen como fin último pensar y considerar un mejor país para todos. La Colección Bicentenario a la cual pertenece, es una de entre muchas formas y proyectos, para reivindicar a este país y perpetuar su memoria. Cuando la tarde de este frío diciembre se impone en esta capital celebramos a este país y su porvenir que se muestra cambiante y dinámico.

La tarea de escribir no es cosa fácil. Todo un bagaje cultural se impone entre las ideas y la pluma. Y en el caso particular de nuestros pueblos, todavía más complejo, gracias a las contradicciones que, a lo largo de la historia, nuestra sociedad y el sistema educativo han tenido. Hablo en este sentido, desde la visión de un hombre de 26 años, abierto al mundo, pero consciente de sus muchas incompetencias sociales y que, por gracia divina, tuvo la oportunidad de estudiar en el sistema público. Bajo esta premisa, considero que parir ideas cuesta sobremanera. Y es encomiable que a 200 años de existir como “patria” un hondureño se atreva a romper esta constante en la historia de los hondureños: su indiferencia casi absoluta a la producción del pensamiento.

Si producir ideas es difícil, en el entendido de realizar un planteamiento conceptual aplicable a la realidad, nuestra sociedad se presenta aún más con el grave problema de la infancia de nuestra cultura escrita. Esta que, como muralla, se impone colectivamente de alguna manera u otra sobre nosotros. Si, como sociedad vivimos en la infancia de nuestra vida nacional, es imperativo que empecemos a rescatar la memoria escrita, pero también a producir ésta en horas en que se auguran tiempos diferentes.

¿Qué hacer al respecto? Aprender de las experiencias externas. Este libro se presenta, a mi juicio, desde esta perspectiva ya que nos enseña a que escribir es principalmente una tarea por vocación y amor. Estos últimos conceptos, subversivos al sistema educativo, se muestran entre las páginas de este libro. El lector podrá asimilar desde este sentido que el libro que tiene en sus manos le proporcionará además del conocimiento de la historia, una forma de comprender la realidad o las realidades que atañen a los hechos y procesos que vive un país, una comunidad, un barrio, un hogar.

La búsqueda de evidencias de los hechos históricos, como lo son la documentación, la oralidad, fuentes físicas y bibliográficas, se presentan de manera armoniosa en el relato de innúmeras narraciones de la vida histórica y colectiva de Honduras.

Las cualidades de esta obra son realmente particulares. Este tipo de literatura connota algo especial. Su propósito fundamental es presentar historias para todos los hondureños. Quiere decir que, no pretende brindar este a un sector específico de la sociedad, tiene como objeto incentivar al hondureño a que el mismo busque y forme su propia concepción de un hecho o proceso de la historia de su país.

Una historia para todos. Objetivo que cumple a cabalidad. En el transcurso de sus páginas, llama a no detener su lectura. La narración breve y concreta de los hechos lo hacen ser una armoniosa lectura, lejos de la pesadez conceptual de lo académico o seudocientífico. No pretende ser una obra de verdades absolutas.

En este último aspecto resalto la filosofía de la historia que entre líneas se puede notar. No existen verdades absolutas. Incluso en una de sus páginas, se menciona si realmente existen estas o solo son visiones que tenemos de los hechos del pasado. Y es que, notará el lector, que incluso los hechos en cuanto tal en función de su evidencia sean escrita u oral, son construcciones que del presente se tienen, y por lo tanto no escapan a criterios, juicios y un cierto anacronismo. Y es que eso hace a la historia. Nuestro pensamiento hacia ella en la medida en que podemos analizarla, crítica o narrativamente.

En el caso del autor, esta última característica en mención, que es simple y concreta, cálida y hasta cierto punto ingenua, convierten a Gotas del Saber en un libro particular de la bibliografía hondureña. Entre este tipo de literatura, a mi juicio se resalta la historia local, así como la producción intelectual que un día Víctor Cáceres Lara, Rómulo E. Durón, Jorge Fidel Durón, Óscar Acosta entre otros, se dieron a la tarea de narrar los hechos para el colectivo.

Este tipo de literatura ha sido poco cultivado en el país. La mayoría de producción histórica se ha dado a la tarea de volverla aburrida y muchas veces una tortura para el ciudadano. Aquí vuelvo a recalcar el papel del sistema de educación, cómplice de volver a la historia, una clase, como una vez escuché en la universidad considerada como una de entre muchas, “solo para el plan de estudios”.

Esta lógica colectiva en que vivimos cada día arremete más a los hondureños para que se alejen de su historia. Trágica decisión de un pueblo ya sea consciente o inconscientemente. El señor Gaitán muy acertadamente comenta en el prólogo de este libro que, “olvidar el ayer es la mayor torpeza de un pueblo”.

Y sí que lo es. Olvidar el pasado hace que las sociedades se mantengan al margen del progreso y bienestar colectivo, ya que nos aleja de pensar el presente y por lo tanto no desarrollar una visión sobre el provenir colectivo, sea este como fuere.

Dentro de los aspectos teóricos que he notado, existe entre líneas una línea frágil entre la verdad y la historia, ¿acaso son estas lo mismo? El autor las entiende de manera diferente. La primera como los hechos acecidos en cuanto tal y a la segunda como una visión sobre estos.

La verdad histórica y la visión sobre estas caracterizan a los muchos apuntes que el autor realiza. Es decir, dos visiones de la historia que notará el lector, el autor toma partido en los muchos ejemplos históricos que aquí se plasman. Me parece particularmente llamativo, por poner un ejemplo, que el autor se pregunte, ¿por qué somos el país más pobre de Centroamérica? ¿Acaso el peso de la historia atañe más al presente que el presente hacia esta? preguntas fundamentales que como sociedad nos debemos plantear y tratar de responder desde donde se pueda, pero responderlas.

Otro aspecto que sobresale en este libro es la forma de comentar la historia. Es decir, después de una narración de los hechos en cuanto tal o lo que se sabe de ellos, el autor se da a la tarea de comentar algunas veces relacionándolo con el presente. Acción interesante en la producción historiográfica por dimensionar el pasado con la realidad que se vive en carne y hueso.

El autor también hace un esfuerzo por biografiar personas con la particularidad de usar la historia oral como fuente. En esto último, el autor se da a la tarea de entrevistar a los descendientes de los beligerantes de la historia. Otro aspecto singular es su amplia documentación de primera mano. Fuentes escritas en la época que le ocupa, ya que esta obra no tiene una dimensión temporal específica de la historia de Honduras.

El uso del carácter oral de la historia es realmente significativo. Así como su pretensión de caracterizar al pueblo hondureño.

Cierro mis breves, aunque sinceras palabras, para celebrar la acción de publicar un libro, que por la naturaleza de nuestro tiempo y el aporte de éste, quedará sin duda para los anales históricos de Honduras.

 

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