La emergencia presupuestaria

MA
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22 de febrero de 2022
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12:47 am
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La emergencia presupuestaria

Rafael Delgado

La emergencia fiscal que se ha decretado en el país pone al descubierto, no solamente lo que se ha dejado de hacer en el pasado, sino las complicadas tareas que debe de abordar de forma inmediata la actual administración en el futuro. No me cabe la menor duda que la decisión se basa en hechos que constatan una situación calamitosa donde las necesidades crecientes que se deben abordar desde la política fiscal son como una altísima montaña imposible de subir con los recursos disponibles. Indudablemente marca un camino donde la política monetaria deberá venir en auxilio ante las serias restricciones desde la política fiscal.

Lamentablemente los años transcurrieron y los funcionarios más altos se regodeaban con el hecho que, al menos de manera pública, los organismos internaciones, sobre todo el Fondo Monetario Internacional, repartían elogios, satisfechos con el supuesto buen manejo de las finanzas públicas. Seguramente en los espacios de sus oficinas en Washington las discusiones y las preocupaciones marcaban el tono. Pero finalmente los funcionarios internacionales caían en los poderosos mecanismos y restricciones de la política institucional de ellos mismos, que los obligaba a fingir, pese a algunas críticas formuladas entrelíneas y de manera sutil, que todo estaba montado sobre una vía que prometía que el tren y todos sus vagones llegarían al destino y en el tiempo estipulado. Al final creo que, en este macabro juego, todos fingen, se engañaban mutuamente, para finalmente salir con los ya celebres comunicados del FMI, informando sobre las condiciones macroeconómicas sólidas, el serio compromiso de las autoridades y el rápido avance en las reformas estructurales.

Por ahora lo que toca es movernos en dirección hacia el verdadero saneamiento de las finanzas públicas. Está por delante un monumental trabajo donde correspondería una revisión exhaustiva de partida por partida, para finalmente estructurar algo que, con limitados recursos, se enfoque en paliar los más graves problemas. Hay que revisar el gasto corriente para controlarlo, empezando desde arriba limitando el gasto superfluo de tanto funcionario gastando tanto dinero. Las partidas presupuestarias al servicio de Casa Presidencial, encubiertas en programas adscritos a oficinas satélites, tomaron dimensiones graves para la salud fiscal. Los aumentos al presupuesto del Congreso Nacional son igualmente injustificados. Cada institución del Estado es un pequeño feudo donde las contrataciones de bienes y servicios, así como las inversiones que se ejecutan están a merced de las ambiciones de ese poderoso mercado de los contratistas pequeños, medianos y grandes que cada vez que contratan con el Estado se sacan el premio de la lotería consiguiendo relajadas exigencias a cambio de productos, servicios y obras de muy mala calidad.

Nuevamente las exoneraciones fiscales, surgidas muchas al amparo de la conveniencia partidista del momento, en medio del juego partidista-electoral que se soluciona ilegalmente con los fondos públicos, deben someterse a un riguroso análisis técnico para redimensionarlas en cuanto a su temporalidad y a su dimensión. No se puede seguir exonerando de las obligaciones fiscales indefinidamente, a industrias rentables y poderosas. El sacrificio fiscal que estas exoneraciones fiscales generan se ha escapado de la mano y su impacto esperado en el empleo, la producción y el consumo es dudoso.

Después de esas profundas reformas es cuando se justifica el camino hacia un mayor endeudamiento. Pero pedir dinero prestado sin ordenar previamente la casa, sería una señal que no se quiere asumir el reto y se prefiere entonces estirar la mano, endeudar más a las futuras generaciones por la incapacidad de hacer lo que se debe hacer. La tentación está allí sobre todo con la percepción de tranquilidad que genera entre el público cuando se construyen las obras con dinero que se tendrá que pagar en los futuros años.

Esperamos que más allá del discurso, este gobierno conjuntamente con la mayoría que se pueda construir desde el Congreso Nacional, asuma responsablemente este reto; cruzamos los dedos para que no se enreden en falsos dilemas y no gasten el capital político en proyectos que no corresponden a la verdadera agenda de rescate del país.

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