El difícil camino al socialismo

MA
/
15 de abril de 2022
/
01:00 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
El difícil camino al socialismo

Juan Ramón Martínez

El cambio, de una situación inhumana, a otra más humana, es difícil, complicado; y, en algunos casos, imposible. Es muy fácil desmontar lo que ha hecho la administración anterior. Lo complicado es, crear las instituciones que sostengan al nuevo modelo político, económico y cultural que se desea. Nuestra generación, tuvo la oportunidad de conocer de primera mano, estas dificultades. Seguíamos, con ilusión ingenua, el proceso que Fidel Castro había iniciado el 1 de enero de 1959. Los guerrilleros triunfantes, que al final se impusieron sobre los otros grupos, mucho más capacitados; pero sin un dirigente de masas como Fidel Castro, enfrentaron de un día para otro, la tarea de dirigir a una administración, sin contar con los cuadros calificados. Los universitarios y otros grupos guerrilleros de las Villas, no fueron vistos con mucha simpatía al principio. Pero Fidel Castro, -después de declarar que había que dejar las armas- no se mostró intransigente o sectario. Pero no disimuló el hecho que no tenía cuadros para las tareas de la economía, especialmente. En una reunión, preguntó si había algún economista. El “Che” Guevara levantó la mano. Y Fidel le preguntó, ¿tú eres economista? y él le respondió: “oí que preguntabas quién era comunista”. Posiblemente la anécdota es falsa; pero al final, Castro nombró a Guevara, presidente del Banco Nacional de Cuba. El “Che”, se trasladó a trabajar y a dormir en su despacho, contratando a los más capaces economistas, para que le dieran clases. Por supuesto, entonces no había Google para preguntarle qué era el PIB, la balanza comercial, déficit fiscal, inflación y otros conceptos que manejan los economistas, por lo que al argentino tuvo que quemarse las pestañas, con la disciplina de un asmático como él, para aprender economía. Y no despidió a nadie, sino hasta que, tuvo conocimientos básicos para diferenciar lo útil de lo inútil.

Ahora, nos dicen que hemos dado el primer paso hacia el socialismo democrático, solo porque reformularon el presupuesto; y, echaron mano de las reservas del Banco Central para financiar el déficit fiscal. Es bueno el optimismo. Da ánimo y crea cohesión y consolida la necesaria unidad. Pero no hay que engañarse. El país no tiene ni siquiera la mano de obra calificada para pasar de la maquila de algodón, hacia la otra que, requiere la cuarta revolución industrial. Y si no tenemos esa base que es elemental, hay que anticipar dificultades. Castro echó mano de los intelectuales competentes que, hasta 1961, le acompañaron. Cuba perdió su masa crítica, como Venezuela lo haría después, cuando sustituyó los técnicos de PDVSA, por leales al Comandante Chávez; y empezó su lento descenso a la igualdad inversa. No hacía el bienestar, sino que en las faldas oscuras de la pobreza. Porque se puede retener el poder; pero ese no es el problema de la colectividad. Lo que la población espera -excluyendo a los de Libre y PSH que, se conforman con un empleo “justo y necesario” para sus expectativas- trabajo remunerado, que no lo puede dar el gobierno, sino que una empresa privada, segura y comprometida con un régimen amigable, convencida que los resultados al final, generarán bienestar, satisfacción para las mayorías y fortaleza para la nación, por medio de una repotenciación de sus instituciones fundamentales y la creación de un clima de felicidad, bienestar y seguridad.

Hasta ahora, es muy poco lo que han hecho para lograr lo anterior. Y las experiencias indican que además de difícil pasar de este mercantilismo anticuado que se maneja, -con un capitalismo de compadres-, a un capitalismo de economía social de mercado es, sumamente difícil. “Ningún país del mundo en donde ha hecho gobierno el socialismo marxista, ha logrado algo más que fracaso en todos los aspectos de la vida, particularmente en lo fundamental, como es la economía. Y aquí podría ser peor, porque los dirigentes de Libre, estoy seguro, nunca han leído nada sobre las diferentes corrientes de la ideología socialista. Son analfabetos políticos, analfabetos funcionales; y en consecuencia ignorantes de la Cuarta Revolución Industrial y de todas sus implicaciones”, me dice uno de los lectores más experimentados, en el tema que nos ocupa.
No comparto totalmente la desesperanza; pero anticipo las dificultades. Y la mayor, es la falta de capacidad para avanzar hacia el socialismo democrático. Google, no basta.

Más de Columnistas
Lo Más Visto