ANTES que nada, el invierno y la falta de mantenimiento han dejado intransitables las calles pavimentadas y los bulevares de la ciudad capital. Para disfrutar de la topografía lunar ya no hay necesidad de ir tan lejos ni de astronautas que en soberbia aventura a los sinfines del inmenso espacio sideral transmitan imágenes de inexploradas llanuras cubiertas de roca volcánica oscura salpicadas de cráteres profundos. Quizás comparable –juzgando por las escenas vistas en los canales internacionales, de las ciudades despedazadas por el impacto de los bombardeos– a como lucen las desoladas calles en Ucrania, ahora que a los rusos se les antojó borrar del mapa ese bello país. Así que el alcalde –que con trato simpático y disposición bien intencionada logró agenciarse la confianza de los votantes en las pasadas elecciones– ya es hora que ponga manos a la obra junto al resto de los integrantes de la corporación municipal.
Lo otro. Si San Isidro ya solucionó el problema de sequía –quitando el sol y poniendo el agua– e hizo el cambalache de llenar las únicas represas existentes desde muchas décadas atrás, es tiempo que reduzcan al mínimo esos groseros racionamientos. Ahora, sobre la mezcla tóxica indeseable de la estanflación –abordado en editoriales anteriores– ello es una alta inflación combinada con una oferta baja de empleos que a la vez empuja a los mercados a un abismo recesivo. Este fue el cierre del último: (Cuenta el Sisimite de sus lecturas de la mitología griega que la vanidosa ninfa Escila se convirtió en un monstruo de 7 cabezas emponzoñada por un resentimiento endemoniado. Caribdis al engullir mares de agua la vomitaba en remolinos, devorando todo a su alcance. Los marineros que cruzaban por el angosto estrecho –a merced de Escila de un lado y de Caribdis, en el otro–arrinconados, si capeaban un peligro caían en el otro). Un culto amigo comenta: “Muy buenos artículos con referencias siempre de lo que el inagotable genio de los griegos tiene que enseñarnos”. “Pero creo que sería bueno decir que el estrecho de Mesina separaba antiguamente a la península itálica de la Gran Grecia; es decir de las colonias griegas del litoral siciliano como Taormina, Siracusa”. “El estrecho separa ahora a Sicilia de Calabria”. Una lectora sobre el término estanflación tomado de la jerga de economistas: “Confieso que yo tampoco había escuchado esa palabra”. “Es terrible el panorama cada vez más desolador de nuestra patria”.
Ahora la opinión de una buena amiga empresaria: “De acuerdo con los buenos comentarios de los lectores. Es lo que le repito siempre”. “Se aprende de usted, y con ello, de paso, tengo la oportunidad de mejorar mis opiniones cuando me hacen preguntas”. “Qué gran problema para los que gobiernan el mundo y no digamos el nuestro con las herencias dejadas”. “Ojalá se utilice el talento y se sigan los buenos consejos y recomendaciones”. “Y que la ayuda de EUA, para evitar migración, genere las mejores e inteligentes estrategias”. Una última contribución de un asiduo lector: “A propósito de incentivar la producción nacional”. “Honduras, ya que no es ni será una potencia en producción tecnológica, debería volver sus ojos al campo”. “Para el caso en Santa Bárbara mucha gente sin incentivos para hacer producir sus parcelas con siembra de café, arroz, frijoles, tomates, pepinos, chile, yuca, papas, malanga y guineos, se están dedicando a “potrerizar” sus parcelas de terreno”. “Como no existen regulaciones municipales lo más fácil es alquilar un tractor, trazar calles y avenidas y ‘lotificar’”. “Eso sí, sin agua, sin luz, sin pavimento, sin áreas verdes o de esparcimiento y sin aceras”. “Los paisanos que viven en EUA, que son sus clientes solo llaman y dicen: Ahí le mando el billete, apárteme 2 terrenos que los quiero para mi mamá, el otro apárteme 1 para mi hija”. “En un futuro cercano las demandas de servicios básicos caerán sobre los gobiernos locales y central al ritmo de las ‘cacerolas’”. “Esto sucede por falta de planificación territorial, factor fundamental para que se desarrolle un país”. “Está bien que la gente se gane la vida, si no de qué manera pudiera subsistir, pero que sus acciones no tengan consecuencias que afecten a terceros en el futuro”. (“Sí, bueno, trabajar para ganarse la vida, claro. –El Sisimite con otra ocurrencia prestada–. ¿Pero por qué esa vida que uno se gana tiene que desperdiciarla en trabajar para ganarse la vida?”).
