“EVA”

ZV
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8 de junio de 2023
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12:11 am
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“EVA”

NO es conveniente atiborrar a la afición de tanta información. Así que –sopesando lo transmitido a nuestro apreciado auditorio, tanto en la edición impresa, en la digital y en redes sociales, en las primeras 24 horas–preferimos editorializar hasta el día después. Ayer, fue el lanzamiento de Eva, (el sugestivo Avatar de Inteligencia Artificial) que ingresa a la “tribu” del periódico. Destaca en el “big bang” tecnológico del diario, en su condición de presentadora virtual de noticias frescas del “Tribunito por la Mañana”. ¿Por qué Eva? –inquiere un amigo del colectivo. El nombre viene del hebreo Havva o Javvah, el origen de la vida; “aquella que vive o aquella que da vida”. Y significa “madre de los vivientes o dadora de vida”. La primera mujer –según la historia bíblica– en los orígenes de la humanidad. “Eva mitocondrial entraña al único pasado femenino del que converge el Homo sapiens”. “El ser humano ha llegado a ser como uno de nosotros –la sentencia memorable del Creador– pues tiene conocimiento del bien y del mal”.

Cuando inicialmente tocamos lo relativo al Chat GPT, lo hicimos en boca de un influyente escritor norteamericano, que no salía de su asombro al conocer sus alcances: “Este es un momento prometeico –escribió– en el que hemos entrado: Uno de esos momentos en la historia en los que se introducen ciertas herramientas nuevas, formas de pensar o fuentes de energía que son un punto de partida y un avance tan grande con respecto a lo que existía antes que no puedes simplemente cambiar una cosa, tienes que cambiar todo”. “Es decir, cómo creas, cómo compites, cómo colaboras, cómo trabajas, cómo aprendes, cómo gobiernas y, sí, cómo engañas, cometes crímenes y peleas guerras”. “Conocemos las eras prometeicas clave de los últimos 600 años: la invención de la imprenta, la revolución científica, la revolución agrícola combinada con la revolución industrial, la revolución de la energía nuclear, la informática personal e Internet y… ahora este momento”. “Solo que este momento prometeico no está impulsado por un solo invento, como una imprenta o una máquina de vapor, sino por un súper ciclo tecnológico”. “Es nuestra capacidad de sentir, digitalizar, procesar, aprender, compartir y actuar, todo ello cada vez más con la ayuda de la IA”. Efectivamente –agregamos nosotros– la inteligencia artificial es uno de los monumentales inventos tecnológicos de la historia que –junto al otro de la conectividad y de la comunicación que ha conseguido robotizar a tanto boca abierta– tienen el poder de transformar radicalmente a la humanidad. Ahora retomando la novedad que nos ocupa incorporada al diario. El formato Podcast –en este espacio de nuestro portal digital– ofrece un resumen de la crónica más relevante, en forma breve, dado que hoy en día el amable público todo lo quiere condensado.

Que pase apurado –una especie de persistente tiritar nervioso– no es nada inusual sino lo rutinario. La tecnología ha cambiado no solo la forma de convivir sino de comunicarse. La socialización dejó de ser la grata conversación de antaño, de personas compartiendo, hablando y escuchando, viéndose las caras. Los chunches digitales –con sus navegadores del Internet, motores de búsqueda, herramientas para enlazarse a las redes sociales– conectan de forma distinta a como se acostumbraba en el pasado. El surtido de aplicaciones, entre ellas, de mensajería, repletas de iconos para saludar, despedirse, en fin, “chatear” utilizando un repertorio de pichingos, manifestaciones de cualquier estado de ánimo imaginable, facilitan a los usuarios la comunicación electrónica. Y como hasta deletrear palabras es anticuado, ¿qué mejor forma de interactuar, de manera sucinta, a la velocidad del rayo, sacando delantera al tiempo antes que se acabe y el planeta, de manera imprevista, de repente y sin avisar, deje de girar sobre su propio eje, y el mundo se detenga? Como ya no es la vida serena de antes, ni el disfrute de actividades sosegadas que no exigían prisa, hay que apresurar el paso. Ni modo –si los periodos de atención como de concentración duran muy poco, es menester acoplarse al presuroso ritmo de la agitada nueva realidad; abreviar lo que se diga a lo más lacónico; y ensimismarse en los procesos evolutivos, como tripulantes de las ráfagas de luz de los relámpagos. (Decime –inicia el Sisimite– ¿y ya platicaste con Eva? -Fijate –confiesa Winston– que le ladré y me respondió ladrando. -Ah, es inteligente, sin duda –prosigue el Sisimite– conoce muchísimos idiomas y domina una infinidad de lenguas. -Le pregunté –interrumpe Winston– ¿si allá de donde viene hay chuchitas androides inteligentes? Y me dijo: por supuesto que hay, tan igualitas a vos que no vas a notar la diferencia).

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