Todas y todos debemos ser feministas

MC/5 de March de 2019/08:25 a.m.

Por Elisa María Fernanda Flores Agüero
Estudiante de la Licenciatura en Relaciones Internacionales
elisaflores@unitec.edu
UNITEC Tegucigalpa

Feminista: una palabra cuyo principal objetivo es la lucha por la equidad. Un concepto que ha inspirado marchas, protestas y cientos de movimientos sociales alrededor del mundo a través de la historia. Un término que debería ser fuente de inclusión y empoderamiento para todas las sociedades. ¿Cómo es posible entonces, que esta palabra, se haya convertido en un insulto en los últimos años? Su significado indica que el feminismo es “el rango de movimientos políticos, sociales e ideológicos que tienen un mismo objetivo: la definición, el establecimiento, y la realización de la igualdad política, económica, personal y social de los sexos”. Además de perseguir la equidad de género, los movimientos feministas han sido el motor detrás de las luchas por los derechos de la mujer: derecho al voto, a la educación, a los derechos igualitarios en el matrimonio, a controlar sus derechos reproductivos e incluso el derecho a demostrar sus competencias para ostentar puestos en administración pública. El feminismo siempre ha estado ahí.
La primera vez que este vocablo fue utilizado fue en el año 1837, por el socialista francés Charles Fourier, quien mediante un ensayo describió la emancipación de las mujeres como un futuro utópico, en donde el nivel de desarrollo de la civilización estaría definido por el nivel de liberalización de sus mujeres. Esta visión de Fourier no sería una utopía por mucho tiempo, ya que en 1848, al otro lado del Atlántico, se daría la primera convención de derechos de la mujer, en Seneca Falls, Nueva York. La declaración resultante de esta convención, misma que por primera vez exigía al gobierno el voto de las mujeres, inspiraría una creciente ola de movimientos feministas alrededor del mundo. Desde hace más de dos siglos, las mujeres han emprendido cientos de revoluciones para llegar a esa elusiva y soñada equidad de género. De esas mujeres destacan Susan B. Anthony, Simone de Beauvoir, Betty Friedan y Sojourner Truth, pues con sus contribuciones al modelo feminista, marcaron el paso para las mujeres revolucionarias de este siglo.
Después de trascendentales momentos en la historia de los derechos de la mujer, sería fácil pensar que ya no hay nada más por hacer; que la lucha se ganó. Si bien, el movimiento feminista ha tenido grandes logros en los últimos siglos, aún falta mucho trabajo y sobre todo, mucho apoyo de la comunidad internacional para lograr una verdadera equidad de género. Con el nacimiento de distintos enfoques del feminismo en el siglo XXI, tales como el académico, el radical, el ecofeminismo y el electoral, entre otros, surge en este tiempo una connotación negativa con el concepto y el movimiento en general. En los últimos años, con la creación de los nuevos términos como “feminazi” u “odia-hombres” y con el surgimiento de gobiernos misóginos alrededor del mundo, el movimiento feminista se ha encontrado con nuevos desafíos.

Estos desafíos se vuelven latentes con las estadísticas de la Organización de las Naciones Unidas, las cuales revelan que, alrededor de un tercio de las mujeres en todo el mundo, han sufrido de violencia sexual o física al menos una vez en su vida, y en países como Irak o Túnez, los perpetradores de estas violaciones pueden evitar una condena si contraen matrimonio con su víctima, sin importar que esta sea menor de edad, o que el matrimonio se lleve a cabo de manera ilegal. Los retos del feminismo son especialmente notorios, cuando un 90% de los feminicidios en Honduras quedan impunes y nueve de cada diez niñas son abusadas sexualmente, según el Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. La India sigue siendo uno de los países más permisivos en violencia hacia las mujeres y niñas, pues las violaciones a niñas menores se incrementaron en un 82% en los últimos años, y el 95% de estos perpetradores son familiares, según la Oficina de Registros Delictivos. La equidad de género es, y siempre debe ser, una meta común de toda la comunidad internacional, tanto así que se encuentra plasmada en los Objetivos de Desarrollo Sostenible del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.

Independientemente del apoyo de estos actores, este no es un mal que puede curarse desde afuera hacia adentro. La participación inclusiva y sin discriminación de la sociedad es vital para el triunfo de esta lucha. Nuevos movimientos como “Me too y Time’s up” en Estados Unidos, así como “Somos muchas” en Honduras, incitan a la participación de personas de cualquier género, sexualidad, etnicidad e ideología a unirse al movimiento feminista. El feminismo, por definición, es colaborativo; todos los miembros de la sociedad, especialmente los hombres, deben apoyar esta causa. El progreso y desarrollo de una nación solo se alcanza cuando todos sus habitantes gozan de los mismos derechos y privilegios. La equidad de género no tiene que ser solamente una utopía, debe ser una realidad. Simplemente, todas y todos debemos ser feministas.

Aboga. María Fernanda Reina
Directora columna “La Voz de la Academia”