La crisis de Venezuela ¿En vísperas de una guerra civil?

MC/19 de March de 2019/07:50 a.m.

José Francisco Paredes Toro
Estudiante de la Licenciatura en Relaciones Internacionales
jose.paredes@unitec.edu

UNITEC San Pedro Sula

Es de suma importancia en la disciplina de las relaciones internacionales, abordar análisis respecto a las guerras: sus precedentes, panoramas y repercusiones. Para un estudiante de Relaciones Internacionales resulta intrigante presenciar un conflicto y ser capaz de detectar patrones históricos que se repiten, solidificando la idea de que, desconociendo la historia, estamos condenados a repetirla.

La crisis de Venezuela se había mantenido como una crisis en fronteras definidas, con un impacto mediático que nos atrajo a todos. Hace ya algunas semanas, la crisis alcanzó su punto más agudo, con dos figuras asumiendo el rol de jefe de estado del país, lo que llevó a la polarización de múltiples actores internacionales. La crisis continúa evolucionando y puede desembocar en un inminente suceso: una guerra civil. Extendiendo el término de guerra civil, Paul Collier y Anke Hoeffler lo definen como “…un conflicto interno en que perecen más de mil personas al año en combate…”, y si bien las cifras son oblicuas, en dos semanas se estima que alrededor de 50 personas han sido asesinadas en enfrentamientos, una cifra que puede incrementar si el conflicto progresa.

Considerando que ya existen dos grupos claramente definidos, surge esta interrogante: ¿Cuál sería la causa de un conflicto armado civil en Venezuela, el malestar popular o la ambición por el poder y dominio? Es este el debate que divide a miles de personas alrededor del mundo, y del que probablemente nunca obtengamos una respuesta. Opto por afirmar que ambas causas poseen una equivalencia, justificando una posible guerra civil en territorio venezolano.

La idea del malestar manifiesto, como causa de largo alcance, en una potencial guerra civil venezolana se puede sostener desde dos perspectivas: por una parte, a raíz del resentimiento por parte de la oposición venezolana a partir del discurso sobre la crisis socioeconómica y las violaciones a los derechos humanos, y por otra parte, el resentimiento de los partidarios del régimen de Nicolás Maduro a partir del discurso de la arbitraria injerencia imperialista de los países occidentales, poniendo como prioridad -en este sentido, como amenaza- a los Estados Unidos. El resentimiento de cualesquiera de los sectores puede, de manera consecuente, desembocar en una inminente reacción que conlleve hacia la guerra civil.

Analizando la opinión sostenida por Paul Collier, en su libro “El desafío global de los conflictos locales” (2005), destaca que el origen de las guerras civiles gira en torno al poder de las agendas económicas de los actores involucrados en un conflicto, lo cual nos puede llevar a considerar que la riqueza petrolífera que Venezuela posee puede hacer que el conflicto no esté exento de intereses mayores. En referencia al artículo publicado por la abogada María Fernanda Reina “¿Intervención por intereses o intervención por solidaridad?”, en relación con los argumentos que esgrime respecto a una intervención en Venezuela, aunado a la dirección que la crisis ha tomado en días recientes, puede existir un doble discurso manejado para obtener ganancias monetarias. Esta posibilidad puede llevarnos a una segunda vía del conflicto: una guerra proxy.

Pensemos en una guerra proxy como una guerra civil de mayor escala, involucra actores internacionales, mas no es una guerra entre dos o más estados. En términos generales, una guerra proxy es una guerra civil donde ambas partes en conflicto son financiadas por gobiernos extranjeros. Con la creciente polarización del sistema internacional entre el apoyo a Nicolás Maduro y a Juan Guaidó, y con intereses geoeconómicos de por medio, considero que una guerra proxy está casi señalada.

Hemos conocido a través de la historia cómo determinadas potencias mundiales han llevado a cabo acciones arbitrarias en otros territorios con fines económicos, por ejemplo, lo referente al petróleo y socialismo, en donde se vio marcada la influencia norteamericana. Con la decreciente influencia de Estados Unidos sobre la economía y el comercio mundial, un gobierno satélite en Venezuela podría ser el empujón que necesitan para recuperar su hegemonía. Rusia y China no están exentas, como las principales figuras contrapuestas a los Estados Unidos, tanto en décadas pasadas como hoy en día, podemos prever que será una guerra proxy al estilo de la Guerra Fría.

Estimadas y estimados lectores de LA TRIBUNA y colegas internacionalistas, contrastar crisis de manera histórica puede abrirnos los ojos ante sucesos que se encuentran próximos a nuestra realidad política y social. Les invito a deconstruir cada discurso utilizado por figuras políticas, en especial de quienes poseen el dominio del sistema internacional en que nos encontramos, para que estos conflictos puedan ayudarnos a llegar a análisis introspectivos en nuestro propio Estado y así, orientarnos hacia la solución de conflictos, utilizando siempre los medios pacíficos como la forma idónea para solucionar las diferencias en el campo internacional, y por supuesto, también en el campo nacional.

Abg. María Fernanda Reina
Directora columna “La Voz de la Academia”