ES hora que el tata Fondo, sus tías las zanatas y las aves agoreras, pongan los puntos sobre las íes. Suficiente el estrés local como para aumentarle nerviosismo al afligido auditorio con esos diagnósticos apocalípticos que mandan sus voceros y los presagios nublados de sus altos funcionarios. Ya sabemos que, a la vuelta de la esquina, si no en la acera de enfrente, está la recesión. Pero esas instituciones internacionales fueron creadas precisamente para asistir al mundo en crisis que destartalan las finanzas y las economías. Para eso están. Para mantener estabilidad. En lo que respecta a los pintorescos paisajes acabados. La directora del FMI, Kristalina Georgieva, sostuvo que “países de bajos ingresos, como Honduras, están muy afectados por los flujos de capital hacia el exterior, y la actividad doméstica será severamente afectada”. Al tiempo que los inversores eliminaron “83 mil millones de dólares en mercados emergentes desde el inicio de la crisis”. Por tal razón “estamos preocupados acerca de los países de bajos ingresos en la deuda socorro una cuestión sobre la que estamos trabajando estrechamente con el Banco Mundial”.
Más preocupados estamos nosotros. Pero esto no es cuestión de hablar de preocupaciones. Sino de soluciones. En lo que respecta al país, la ministra de Finanzas y el presidente del Banco Central informan que sostuvieron varias sesiones virtuales con el jefe de la misión del FMI. “Ya hicimos la solicitud formal –expresan– y estamos esperando en estos días el primer desembolso al que tenga derecho Honduras por haber pasado la primera revisión de este acuerdo”. “La solicitud se hizo por 143.5 millones de dólares”. Pues bien, eso que solicitaron es a lo que el país tiene derecho en condiciones normales. Pero ahora que esta crisis socaba las raíces del sistema financiero, económico y productivo, sin ánimo de polemizar con nadie, ¿no les parece que el país debe ser mucho más agresivo en sus solicitudes de asistencia? El problema inmediato es qué hacer para que los centros de trabajo del sistema formal, mientras dura el aislamiento y no perciben ingresos, puedan mantener empleada su fuerza laboral. No se puede esperar que empresas paralizadas, sin ingresos y mercados, paguen contribuciones al sector público y planilla de trabajadores, si no habilitan recursos emergentes para esos propósitos. Si las instituciones del sistema financiero van a cooperar en la tarea, ocupan que les suelten restricciones y otras amarras, incluyendo encajes. Necesitan acceso a recursos de los multilaterales para ensanchar sus posibilidades de crédito. Por supuesto que el BANTRAL y Finanzas también necesitan como llenar los vacíos si se caen los ingresos de tesorería. De esa magnitud es la asistencia que debe dar el FMI, el BID y fundamentalmente el Banco Mundial y el BCIE.
El Banco Centroamericano que dispone de fondos debe idearse fórmulas no convencionales para asistir fuera de los parámetros de su cartera habitual. Para ello requiere reunir a sus gobernadores y tomar medidas heroicas. En un editorial anterior quisimos sacarlos de su reposada y tardada forma de reaccionar. El país ocupa moratoria en el pago del servicio de la deuda y abundante recurso fresco. Igual que la iniciativa privada. Por supuesto que serán costos altos los que se contraen. Pero peor sería asumir una mentalidad de avestruz metiendo la cabeza en la tierra sin soltar lo necesario que viabilice el sostenimiento del sistema y la recuperación. Hay que soltar financiamiento, una moratoria a pagos de lo adeudado. Solo los vivos tienen capacidad de devolver lo que pidieron prestado, los muertos no. Es esencial –acaba de declarar el presidente del Banco Mundial– que reduzcamos el tiempo de recuperación”. “Este paquete brinda apoyo urgente a empresas y a sus trabajadores para reducir el impacto financiero y económico de la propagación del COVID-19”.
“Grupo Banco Mundial está comprometido con una respuesta rápida y flexible basada en las necesidades de los países en desarrollo”. Si ello es así, no hay tiempo que perder. ¿No les parece que el país debe recurrir ya a todas las avenidas disponibles, sin tanta humildad en la exigencia –y en los montos elevados que se requieren– que garanticen el apoyo emergente que se ocupa para sortear el ennegrecido temporal que durará bastante?
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