EL BLOQUE Y EL BLOQUEO

ZV/22 de May de 2020/12:59 a. m.

A propósito ahora que el gobierno costarricense dispuso cerrar el tránsito de camiones y furgones que ingresan por su corredor fronterizo para evitar contagio del coronavirus y de las represalias tomadas por Nicaragua, cercando su frontera, los empresarios advierten que la región puede sufrir desabastecimiento. El bloqueo también afecta mucha carga que se despacha por Puerto Cortés. Antes que nada, expresar que hacia Costa Rica siempre hemos tenido un sentimiento de gratitud. Allí fueron a parar, desterrados por la dictadura, el director fundador de este rotativo, junto al candidato presidencial del Partido Liberal quienes, en aquellos años, luchaban por devolverle a Honduras su democracia y el Estado de Derecho. Pepe Figueres les ofreció asilo. Allá se encontraron con otros connotados líderes latinoamericanos expulsados de su tierra por iguales razones. Todos, años después, conquistaron para sus pueblos las ansiadas libertades. Sin embargo, si bien los ticos, como gente amable y solidaria, han sido tradicionalmente hospitalarios con sus vecinos, otro ha sido el trato de sus gobiernos.

Quizás en un afán de desvincularse, para lucir frente a terceros como algo distinto a “las cenicientas” de la región, miran a los demás países de arriba para abajo. Nunca tuvieron sentido de bloque. Más bien un sentimiento, –que bien podría ser una estrategia de Estado– de promocionar su país como la Suiza centroamericana. Sacando ventajas de la diferenciación. Solos y por aparte, negociaron tratados comerciales con México, Europa y países suramericanos. Los demás países de la región lo hicieron después. Cuando tocó negociar el tratado de libre comercio con Estados Unidos, se abstuvieron de concluirlo en grupo. Tomaron su tiempo, y con un voto particular a varias cláusulas, presentaron un adendum. Cuando estalló el cruento conflicto regional –como teatro de la guerra fría– el presidente tico se promocionó en Europa para que le dieran el Premio Nobel de la Paz, que en realidad correspondía a todos los que suscribieron el documento, ya que ninguno tuvo especial protagonismo. El premiado se esmeró divulgando autoría de un texto del que todos fueron sus autores. Más bien fue Honduras el país que anticipadamente propuso y ventiló en la OEA y en las Naciones Unidas, un plan de paz para la región. Pero como Honduras no tenía para entonces vocación democrática, la iniciativa cayó al vacío. Sin embargo, pese a que con el tiempo todas las naciones centroamericanas restauraron sus sistemas democráticos en procesos de elecciones libres, los ticos disponen de otros factores de mayor progreso, que les permite distinguirse. Mostrarse juntos, pero no revueltos.

No han sido integracionistas. Durante operó el mercado común, aprovechaban el intercambio, rehuyendo dar concesiones por asimetrías. Una vez roto ese aparato, de lo cual solo queda en pie el BCIE, ya que lo demás es una quimera, no se integraron a varios otros foros regionales. Han preferido vender imagen, en reservada distancia, como nación distinta a las demás. Para ello explotan sus diferencias en niveles de educación, desempeño democrático y bienestar social. Desde tiempos de Figueres eliminaron su ejército –aunque la policía está armada hasta los dientes como un ejército convencional– se proyectan en ojos ajenos como civilistas versus los que favorecen el militarismo. Ahora se colocan otra medalla en el pecho. Raras veces marchan al paso de los intereses del bloque centroamericano, pero acaban de ser aceptados como socios de un club de países privilegiados. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Un clan de unos 38 países que, de acuerdo a su portal promocional, trabajan en conjunto “en la promoción de políticas públicas que favorezcan la prosperidad, la igualdad, las oportunidades y el bienestar de las personas”. De América Latina están México, Colombia y Chile. Un logro importante, sin duda, pero tampoco como para que nadie caiga en el absurdo de elevarlos a divinidad del cielo, sintiéndose inferiores.