¿SE LA LLEVA…?

MA/2 de April de 2024/12:25 a.m.

A sugerencia de varios afiliados al colectivo –que enviaron copia de este mensaje– y para quienes se lo perdieron, –ya que los días de la celebración santa los dedicaron a tomar el sol panza arriba o a broncearse panza abajo– el sermón de Su Santidad a la feligresía: “Puedes tener defectos, estar ansioso y vivir enojado a veces, pero no olvides que tu vida es la empresa más grande del mundo”. “Solo tú puedes evitar que se vaya cuesta abajo”. “Muchos te aprecian, admiran y aman”. “Si repensabas que ser feliz es no tener un cielo sin tormenta, un camino sin accidentes, trabajar sin cansancio, relaciones sin desengaños, estabas equivocado”. “Ser feliz no es solo disfrutar de la sonrisa, sino también reflexionar sobre la tristeza”. “No solo es celebrar los éxitos, sino aprender lecciones de los fracasos”. “No es solo sentirse feliz con los aplausos, sino ser feliz en el anonimato”.

“La vida vale la pena vivirla, a pesar de todos los desafíos, malentendidos, períodos de crisis”. “Ser feliz no es un destino del destino, sino un logro para quien logra viajar dentro de sí mismo”. “Ser feliz es dejar de sentirse víctima de los problemas y convertirse en el autor de la propia historia; atraviesas desiertos fuera de ti, pero logras encontrar un oasis en el fondo de vuestra alma”. “Ser feliz es dar gracias por cada mañana, por el milagro de la vida”. “Ser feliz es no tener miedo de tus propios sentimientos”. “Es saber hablar de ti”. “Es tener el coraje de escuchar un “no”. Es sentirse seguro al recibir una crítica, aunque sea injusta”. “Es besar a los niños, mimar a los padres, vivir momentos poéticos con los amigos, incluso cuando nos lastiman”. “Ser feliz es dejar vivir a la criatura que vive en cada uno de nosotros, libre, feliz y sencilla”. “Es tener la madurez para poder decir: “Me equivoqué”. Es tener el valor de decir: “perdón”. Significa tener la sensibilidad para decir: “Te necesito”. Significa tener la capacidad de decir “te amo”. “Que tu vida se convierta en un jardín de oportunidades para ser feliz”… “Que tu primavera sea amante de la alegría”. “Que seas un amante de la sabiduría en tus inviernos”. “Y cuando te equivoques, empieza de nuevo desde el principio”. “Solo entonces te apasionará la vida”. “Descubrirás que “ser feliz no es tener una vida perfecta”. Pero el uso de las lágrimas es para regar la tolerancia”. “Utiliza las pérdidas para entrenar la paciencia”. “Usa errores para esculpir la serenidad”. “Usa el dolor para pulir el placer”. “Usa obstáculos para abrir ventanas de inteligencia”. “Nunca te rindas … Nunca te rindas con las personas que te aman”. “Nunca renuncies a la felicidad, porque la vida es un espectáculo increíble”.

(¿Qué pensás –entra el Sisimite– de ese hermoso mensaje pascual? -Profundo, sencillo de entender –responde Winston– pero, más difícil de asimilar. La pena es que, si bien cientos de miles de fieles lo escucharon, y posiblemente alguna reflexión haya motivado en ellos, el auditorio espumoso deja mucho que desear.  La sociedad de líquida que era –inmersa en superficialidades, nada sustancioso, solo banalidades– ha ido mutando hacia un estado de naturaleza gaseosa. Volátil e inestable. Sin mucha atención hacia nada de lo esencial. Todo se quiere en forma instantánea, no hay tiempo para conversar, para escuchar, para intentar convencer, para entender, en fin, para nada que tenga valor perdurable. Todo es a prisa. Todo se quiere y se demanda para ya, como si no hubiese mañana. La concentración es efímera; en un segundo de algo insignificante se pasa a otra cosa trivial. El interés por la lectura, inexistente –ningún cuidado de expresarse o transmitir sentimientos, ideas, proyectos, en palabras, usando el lenguaje, puntual y correctamente– no hay tiempo para pensar en nada. Y si no se piensa no se crea. Todo corre, transcurre, pasa y se olvida al instante; como una carrera desaforada contra el tiempo que se va consumiendo velozmente, sin que quede nada de valor. El tiempo que se va, que se gasta, que se derrocha, agotado en pequeñeces. La vida que discurre –entre el apremio y la premura de no hacer nada y no dejar nada que valga la pena– se va acabando, en lo pasajero y lo muy fugaz. Corriendo desbocada –esa vida que solo hay una– como alma que se la lleva el diablo. -Bueno –interrumpe el Sisimite– pero del mensaje pastoral, algo quedará. -Pues ni modo –asiente Winston– digamos, para no cerrar con nota negativa, ojalá que algo les haya entrado. ¡Primero Dios!).