Por: Mario Urrutia
DANLÍ, El Paraíso. El sol radiante realizaba su descenso en el horizonte, entre tanto, al suroeste, la parte alta de las nubes “cumulonimbus”, es decir, de gran desarrollo vertical; era desgarrada por el viento, formando una cresta de mágicos colores mezclados entre sí.
Para la ciencia meteorológica, la iridiscencia es un fenómeno óptico atmosférico, poco común, compuesto de colores pasteles y sus orígenes están en la difracción de la luz solar, al incidir en las partículas compuestas por hielo o gotas de agua.
El destacado el científico hondureño, Francisco Argeñal, explicó que “este espectáculo de la naturaleza puede suscitarse en cualquier parte, siempre y cuando se den las condiciones apropiadas entre el grado de inclinación de la luz solar, humedad y lechoso de las nubes cirroestratos”.
BANDA MULTICOLOR
El efecto de la difracción se debe a las propiedades ondulatorias de la luz; una onda es un fenómeno oscilatorio que se caracteriza por una longitud de onda o una frecuencia, por lo que la luz blanca de los rayos del sol entra en las gotas de agua o cristales de hielo y al salir forman una banda de colores.
Son ejemplo de este efecto los arcoíris, halos de luz alrededor de la luna llena o del sol al mediodía y la iridiscencia al ir cayendo la tarde, destaca en su página, Cuaderno de Cultura Científica.
Nuestras culturas ancestrales veían este fenómeno como un regalo de los dioses, en augurio de buenas de lluvias para las bonanzas de sus cosechas y agua para su consumo.
DATOS
El arcoíris, según la Biblia, simboliza el pacto de Dios con el hombre, después del diluvio, en el que prometió no volver azotar de esa forma a la humanidad. Hoy, con la pandemia del COVID-19, la humanidad ve este fenómeno óptico como una señal de esperanza divina ante la mortal enfermedad y sus consecuencias económicas.