¿GENERACIÓN PERDIDA?

ZV/15 de October de 2020/12:32 a. m.

ESTO acaba de decir la directora gerente del FMI: La pandemia ha puesto al mundo “patas arriba” con la pérdida de más de un millón de vidas y un impacto económico tan profundo en los países de bajos ingresos que “nos enfrentamos al riesgo de una ‘generación perdida’”. Aseguró que “la actual situación requiere construir un mundo “más inclusivo y más resistente”. Sin embargo habría que interpretar a qué tipo de resistencia se refiere. ¿Cuáles son los anticuerpos que el organismo requiere construir para poder defenderse del mal que lo aqueja? Vea no se les desarme el esqueleto tratando de producir resistencias con sus remedios acostumbrados. La urgencia consiste en recuperar lo perdido, cuidar de lo sanitario, pero a la vez fortalecer el aguante de los sistemas políticos a la ola de indignación que se le viene encima. Dotándolos de las herramientas necesarias –recursos, financiamientos y moratorias– con que recuperar sus colapsadas economías.

No hay ser tan ingenuo y menos irresponsable. Aplicar medidas de ajuste al paciente moribundo –equivalente a provocar más hemorragia en quien se está desangrando– no lo va a hacer más resistente. Todo lo contrario, solo profundizará el descontento social. Con la economía en coma –aparte que lo feo no está ni cerca de desaparecer– si por arremetidas de descontento popular se cae el andamiaje que sostiene al sistema político, que la Providencia nos agarre confesados. Lo que queda es un caos inmanejable de Padre y Señor mío. Ese pedazo del lienzo le hizo falta incluir a la búlgara para completar el boceto. Agregar consideraciones de estabilidad política y social de las naciones para ofrecer una visión más exacta de lo que sucede. Ya vieron lo que hizo la ejemplar sociedad chilena por quejas de desigualdad. Y ese sorprendente desbarajuste, que hasta a los más devotos creyentes de la economía social liberal dejó con la boca abierta, fue meses antes que la peste hiciera añicos el empleo, los mercados y los ingresos familiares. Si la gente se revuelve violentamente en las calles –como acaba de pasar en Costa Rica, el otro “paraíso” regional– rechazando políticas de ajuste a cambio de los recursos que sueltan las multilaterales, el espectro convulsivo no es que se asoma. Allí está a la vuelta de la esquina. Si ahora, por los efectos negativos de la pandemia, la gente anda resentida, de mírame y no me toques, y como remedio quieren sacrificarla más aplicándole toques de electroshock –dizque para reanimarla– nadie para el torbellino de rechazo que se le viene encima a los gobiernos de turno.

Desatada la vorágine de caos, –que puede resultar tan o más contagiosa que el coronavirus– una vez rota la amenazada paz social de estas frágiles naciones, lo que ya está patas arriba, va ir de tumbo en tumbo, dando vueltas de carnero, con rumbo desconocido. Dicho lo anterior, a veces pareciera que lo expresado por los altos mandos no llega a oídos de los mandos intermedios. Ejemplo la negociación exigiendo un ajuste fiscal a cambio de un salvataje que el gobierno tico acaba de retirar de la mesa, para desmontar la espiral de protestas que produjo. Hay llamados de la búlgara a una mayor cooperación internacional, como otras algunas frases de su mensaje que es meritorio rescatar: “En una pandemia –dijo– la economía global únicamente es tan sólida como el más débil de sus miembros”. Esperemos, entonces, que a partir de ahora el sistema multilateral pase de sus vaticinios apocalípticos al campo de las soluciones. De las palabras a las acciones. Que se sacuda la parsimonia de encima y responda con apremio a la gravedad de los apuros. Que responda a este gigantesco desafío como Dios manda. Con diligencia, eficiencia y creatividad.