Código Verde necesitado de pago

ZV/17 de November de 2020/12:03 a. m.

Por: Armando Cerrato
Licenciado en Periodismo

Código Verde necesitado de pago. Médicos, enfermeras, laboratoristas, virólogos, microbiólogos, personal administrativo y de servicio contratados para combatir la pandemia de coronavirus COVID-19 bajo el esquema gubernamental de emergencia denominado “Código Verde”, urgen del pago de sus servicios por más de dos y hasta tres meses de atraso que casi los hace declararse en calamidad económica, mientras siguen arriesgando sus vidas en hospitales, centros de salud, áreas de triaje y en las principales calles de colonias y barrios de las urbes, pueblos, aldeas y caseríos de todo el país, donde a diario los siete días de la semana van de vivienda en vivienda en busca de contagiados para darles auxilio elemental y salvar así miles de vidas, evitando el colapso de los hospitales públicos.

Esta gente calificada por el gobierno se les incumple el contrato en su parte salarial, necesitan el pago en tiempo y forma para cumplir con sus obligaciones vitales, personales y familiares: alimentación, renta de vivienda, gastos médicos, transporte, vestimenta y calzado, medicina y atención médica, pago de servicios públicos y otras obligaciones con el Estado, en fin, que nadie trabaja por hobby ni arriesga su vida en el desempeño de una de las profesiones más delicadas y peligrosas, que además de una dedicación absoluta exige de estudios superiores para una formación profesional que en la práctica sea eficiente, eficaz y además humanista.

Al ser contratados estos profesionales ni siquiera se les dejó leer las cláusulas del contrato y se les destinó al primer frente de combate de la pandemia mundial, que dentro de todo y hasta cierto grado ha tratado a nuestra población con guante de seda, si comparamos el desastre letal que se reporta desde otras naciones del globo terráqueo con sistemas de salud a años luz de adelanto del nuestro, donde la pandemia se combate con fórmulas medicamentosas inventadas por médicos nacionales, con éxito relativo e incluso reconocido en congresos científicos internacionales.

A la pandemia de COVID-19 hay que agregar la de dengue, que igualmente cobra víctimas a diario por la falta de combate al mismo, que es simple y sencilla, pues basta con campañas cívicas de limpieza y destrucción de criaderos de larvas del Aedes aegypti y fumigación continua para la eliminación de los adultos de este insecto que además es transmisor de malaria, fiebre amarilla, zika, chicungunya y posiblemente otro tipo de virus y bacterias tan malévolas y mortales como las antes mencionadas.

Entre la población practicante de diversos cultos religiosos se implora a Dios misericordia y clemencia, no solo por las pandemias sino también ante los embates de la naturaleza, que con fuerza inusitada y a través de los océanos nos trae desde el continente africano fenómenos atmosféricos que a través de su recorrido van cobrando fuerza y de simples depresiones tropicales se convierten en tormentas y hasta en huracanes, que en escalas Saffir-Simpson llegan hasta alcanzar grado cinco, aunque por la vulnerabilidad de nuestro país una simple depresión o tormenta tropical causa desastres estructurales y enormes dramas humanos con luto, dolor, lágrimas y destruyen la economía nacional haciéndola retroceder hasta 30 años y obligando al gobierno a endeudarse hasta las orejas para hacerle frente a la catástrofe y dejando como único punto positivo la unidad de los hondureños no afectados, en un ejemplar actuar solidario con quienes lo perdieron todo.

Sobresalen en la atención a los miles de damnificados militares, policías, bomberos, socorristas y cientos de voluntarios en labores de rescate, limpieza y asistencia en los albergues, apoyados por militares norteamericanos establecidos en la base aérea de Palmerola y propietarios de helicópteros de la empresa privada hondureña y guatemalteca y últimamente por una iglesia samaritana de Estados Unidos y militares colombianos, que enviaron hospitales móviles, cuerpos médicos y paramédicos, que ante la emergencia refuerzan el precario sistema de salud hondureño donde ni siquiera se les paga a los denominados héroes y heroínas que demandan con angustia el salario prometido.

Contratados por el Código Verde le han confesado a este periodista que algunos de sus compañeros que se han atrevido a reclamar a sus superiores que gestionen el pago de sus salarios en tiempo y forma, han sido despedidos de inmediato sin el reconocimiento de sus derechos adquiridos y sin el pago por los servicios prestados y devengados, aun a riesgo de sus vidas por contagio de un virus que ya ha cobrado la vida de 140 profesionales de la salud, incluidos médicos de gran prestigio en el desempeño de varias especialidades que por X o Y motivos tuvieron un descuido y se contagiaron con el letal virus.

Esta gente del Código Verde también demanda el suministro inmediato y continuo de equipos de bioseguridad personal, indispensables para su protección en la permanencia en las atestadas salas de pacientes afectados por el COVID-19, especialmente en las de cuidados intensivos, de las que un número ínfimo de afectados logra salir con vida.

El no pago de salarios en tiempo y forma también es demandado por maestros de educación media, primaria y universitarios, obreros y empleados de otras dependencias del Estado y de varias empresas que amparadas en la pandemia se han deshecho vía suspensión indefinida de empleados considerados conflictivos, y contratado por hora a otros, porque no han cesado en sus labores productivas y obtienen además beneficios económicos adicionales por los programas de emergencia adoptados por el gobierno como incentivos, pero urge que a los héroes y heroínas se les pague por sus servicios.

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