Retener el poder

MA/13 de January de 2021/01:35 a. m.

Carolina Alduvín

Cuando Trump ganó la elección de 2016, aun habiendo perdido el voto popular, no dejó de sentirse alivio en el ambiente; después de todo, había amenazado con no reconocer el resultado si no le era favorable. Los augurios no eran buenos, pero se jugó conforme a las reglas, la senadora Clinton aceptó el resultado y promovió que se investigaran los rumores acerca de la irregular intervención de agentes de una potencia extranjera en su contra. La corrección política alcanzada durante la era Obama salió por la ventana. A quienes no se explicaban cómo había podido suceder, hubo que señalar que el gringo promedio, jamás estuvo tan bien representado, además, la trayectoria de la contrincante de entonces no entusiasmaba a muchos.

Sus posturas racistas, antiinmigrantes, la separación de niños de sus padres en la frontera sur, el levantamiento del muro de la ignominia y su estilo bravucón y pendenciero, hacían que, al sur de su frontera, se temiera la posible reelección. Definitivamente, de no haberse atravesado el COVID-19, lo habría conseguido, pero el haber manejado la situación con criterios populistas y electoreros, lograron que una de las economías con mayores recursos en todo el planeta exhibiera un desastroso sistema de salud que ha permitido el mayor número de muertes en un solo país, atribuidas a la pandemia. Algo de lo que no logró reponerse.

Los analistas le reconocen algunas bondades, como su postura en contra del aborto, haber enfrentado a China en el terreno comercial, que tanto avanzó en períodos con los demócratas en el poder y cortarle el financiamiento a la OMS. El resto, han sido conflictos, desaciertos y caprichos. La expresión extrema, a la hora previa a cerrar su mandato ha avergonzado a toda una nación y puesto en entredicho a todo el sistema sobre el que se fundaron los Estados Unidos como país. Los expertos en derecho dan vueltas para calificar los actos de violencia; los analistas, afirman que las palabras importan y señalan que lo visto el 6 de enero en Washington fue insurrección, terrorismo doméstico, intentona de golpe.

Por su parte, el presidente electo, corrió a decir: “Déjenme ser muy claro, las escenas de caos en el Capitolio no reflejan la verdadera América, no representa quiénes somos. Esto no es lo que somos como nación, esto no es lo que somos como país, esto no es lo que somos, somos mejor que esto”. Sin embargo, lo que el mundo vio, fue una manifestación armada, protagonizada por varones blancos, blandiendo teorías de conspiración, lo cual es muy estadounidense. Quedamos atónitos por las imágenes de la chusma invadiendo el Capitolio, pero al prestar atención a las pinturas que decoran la rotonda, lo que hay son escenas de sus conflictos armados internos.
En 1834 una turba arrasó toda una cuadra en Philadelphia porque no les pareció el resultado de las elecciones. En 1861, luego que Lincoln fuera electo, los estados del Sur declararon guerra civil, en lugar de aceptar la transición pacífica del poder. Aquellos terratenientes soñaron que la bandera confederada ondearía en los pasillos del Capitolio, pero nunca pasó, hasta ahora. La turba irrumpió en el Capitolio y apenas hubo resistencia por parte de la policía, tanto municipal, como la del propio recinto legislativo. Sucede que, ante una turba de seguidores blancos, más bien, los dejaron pasar a hacer todo tipo de destrozos. Me pregunto si los manifestantes hubiesen sido afroamericanos, las armas de reglamento de los guardianes del orden, se hubieran quedado en sus fundas, tal como sucedió ante este conjunto de “rednecks” envalentonados.

Una cosa es segura, en un país donde la reelección es legal y hasta deseable, el titular del Ejecutivo no tuvo ni los logros, ni la popularidad, ni la habilidad política para alcanzarla limpiamente. Por el contrario, en esta Honduras, donde la Constitución vigente prohíbe expresamente la reelección a quien haya ejercido el cargo bajo cualquier circunstancia, hubo quien intentó saltarse la traba y terminó expulsado del territorio, según se dice, en traje de noche. Pese a su popularidad, no tuvo ni la habilidad, ni la paciencia, ni las mañas requeridas para jugar la vuelta a semejante barrera. Años más tarde, alguien aprovechó la experiencia, con una popularidad que tiende a cero, obtuvo el beneplácito de los verdaderos poderes, paciencia, control de sus emociones y habilidad, hizo lo que tenía que hacer y ahí ha estado, 4 años más.

“No nos la van a arrebatar. No van a conseguir decirnos que no vimos lo que vimos”. Tomar las armas cuando pierdes una elección, es una tradición gringa…
“Veo a la historia, al precedente de la elección de 1876, la elección Hayes- Tilden”.
Qué bueno que la recuerdas Ted. Eso fue cuando los afroamericanos fueron sujetos a un siglo de terror Jim Crow, una negociación por paz electoral. Una hora después de tu discurso del miércoles, mientras cobardeabas adentro, ellos colgaron una ahorca afuera del Capitolio. Y personal negro limpiaba el tiradero, esa es otra tradición gringa 100%. Aquí es donde siglos de prepotencia blanca nos llevan.
“Oh, aquí vamos”. Irrumpen el Capitolio y apenas hay resistencia. Un policía no es una amenaza, sino una oportunidad de foto. Y en vez de una celda en prisión, se brinda por tal criminalidad en el lobby de un hotel. “Estamos presenciando un intento de golpe no sangriento en USA”.

“Lo más cercano en lo que puedo pensar me recuerda mi tiempo en Iraq allá por 2007-08”.
Estos no son insurgentes foráneos. Somos nosotros, los que compran en Walmart, miran el superbowl y no van a lugar alguno. “Fuimos ciudadanos normales, buenos y sujetos a ley y ustedes nos hicieron esto. Queremos nuestro país de vuelta. Y la más pura expresión del modo de vida americano. Solo miren al hombre responsable por la violencia del miércoles, un hombre que lidera por Twitter, que sabe que si tienes suficiente dinero, te dejarán hacer cualquier cosa. Nos dijo quién era y nosotros lo elegimos porque es exactamente quienes somos.
“Y después de esto, vamos a caminar y yo estaré ahí con ustedes”.
América, tierra de los vendedores de la serpiente de petróleo.

“Déjenme ser muy claro, las escenas de caos en el Capitolio no reflejan la verdadera USA”.
No Joe. Esto fue una prefecta destilación de todo lo que es USA y siempre ha sido. Tu platitud, siendo una fantasía tan absurda como QAnon, que, repitiendo, esto no es lo que somos, de alguna manera lo hará verdad. Por supuesto, esto no es todo lo que somos.

“Las manos de 82 años que levantaron el algodón de alguien más fueron a las encuestas y escogieron a su hijo más joven para ser un senador de USA”. Solo horas antes de que la violencia comenzara, Georgia eligió su primer senador negro. Solo podemos darnos cuenta de nuestra fuerza si dejamos de blanquear nuestros pecados. Somos una nación forjada en violencia racista, una sociedad que valora la riqueza sobre la sabiduría, un país en el que pequeñas ambiciones personales significan más que la moralidad, enmascarada por falsa piedad, donde los ciudadanos irrespetan las instituciones que los habilitan y se ponen la camiseta también (guerra civil). Estos son los USA.