Presidenta Castro, ¿gobernará con su propio sello?

MA/27 de April de 2022/12:37 a. m.

Óscar Lanza Rosales
olanza15@hotmail.com

En la campaña electoral, cuando se dio la Alianza Opositora, daba la impresión que a quien íbamos a elegir como presidenta en el próximo gobierno, era a la señora Xiomara Castro, pero ahora que ya estamos viviendo la realidad, parece que este es el segundo gobierno de José Manuel Zelaya Rosales, que en su papel de asesor de la Presidenta Castro, es la figura principal que aparece en los consejos de ministros, junto a la Presidenta; es él que se roba los titulares de la noticia cuando el gobierno toma la decisión de destruir la carretera que se había construido en La Mosquitia; y es el gran negociador que aparece resolviendo las demandas de los transportistas a nivel nacional, que tuvieron paralizado el país por un día. Él es el poder tras el trono, como se lo imaginaban la mayoría de los hondureños que iba a suceder.

Lo que está sucediendo con doña Xiomara no es una novedad en América Latina. Cristina Kirchner, que se le ve que es una mujer dominante, gobernó en su periodo junto con su esposo Néstor, que ya había sido presidente de Argentina. La presidenta Cristina hasta puso casi el mismo gabinete de su marido. Los argentinos lo consideraban como una continuidad del gobierno de él. Gilma Rousseff de Brasil, fue muy dependiente de su mentor y promotor de su presidencia, el expresidente Lula Da Silva. Laura Chinchilla, de Costa Rica -dicen sus compatriotas- seguía todos los consejos del expresidente Óscar Arias, de su mismo partido, Liberación Nacional.
De América Latina, la única expresidenta que se salva, gobernando con sus propias decisiones, fue Michelle Bachelet, porque ya estaba separada de su exmarido; además, es doctora en Medicina con especialidad en pediatría, que ya había tenido un largo recorrido en el gobierno chileno con buen suceso.

Primero, como consejera en el Ministerio de Salud, después como ministra de salud y posteriormente, como ministra de defensa. Según algunos analistas, Bachelet es considerada como la primera presidenta en la región en haber sido elegida por sus propios méritos, sin haber sido promovida por alguien con poder político. Es una mujer que llega a la primera magistratura de Chile, ya fogueada en política, con ideas bien claras de lo que significa gobernar, al grado que se dio el lujo de poner en práctica la equidad de género a todos los niveles de su gobierno, comenzando con su gabinete.

Como van las cosas con el actual gobierno, da la impresión que doña Xiomara va a cumplir casi el mismo papel que jugó doña Violeta Barrios de Chamorro en Nicaragua, al ganarle la presidencia a los sandinistas en 1990, en que ella solo participaba en actos protocolarios, recayendo la responsabilidad del gobierno en Antonio Lacayo, su yerno, como ministro de la Presidencia, un superministro con amplios poderes, a quien correspondió manejar la transición de una dictadura a una democracia liberal, levantar su economía en ruinas, pacificar el país y lograr la estabilidad política.

Parece que don “Mel” Zelaya va a cumplir el papel de Antonio Lacayo en la Nicaragua de 1990-1996. Doña Xiomara y doña Violeta tienen en común, que antes de llegar a la Presidencia eran excelentes amas de casa, sin ninguna experiencia formal en el gobierno.

Gente que conoce de cerca a doña Xiomara, la califican como una persona de gran sensibilidad social, amigable, buena gente, pero que, en su hogar, la última palabra siempre la ha tenido su marido.
Concuerdo que las únicas posibilidades que tenía doña Xiomara para ejercer el mando eran: la primera, que su gabinete hubiera estado integrado en su mayoría por mujeres de carácter, con mucha experiencia en la administración pública, tal como lo insinuó la periodista Claudia Mendoza en uno de sus ensayos en el Centro de Estudio para la Democracia (CESPAD), para que blindaran su poder.

La segunda, que hubiera optado por un superministro, para que le hiciera el trabajo del día a día, coordinado a los demás ministros, como lo hizo el expresidente Carlos Flores, con Gustavo Alfaro y el expresidente Ricardo Maduro con Luis Cosenza. Y la tercera, que hubiera enviado a su marido de embajador a la ONU, OEA o Taiwán, para mencionar algunos nombres.

Por lo menos los hondureños tuvimos el honor de nombrar a una mujer presidenta, conquista que muchos países desarrollados -como Estados Unidos- no han logrado, pero si las cosas siguen como hasta ahora, lo que vamos a tener es un segundo mandato del expresidente Zelaya Rosales. ¡Nos guste o no nos guste!