LETRAS LIBERTARIAS: Un intento liberal clásico para Honduras

ZV/27 de April de 2024/12:03 a.m.

Por: Héctor A. Martínez (Sociólogo)

Vemos aires reformistas por estos días. Son vientos de cambio, al parecer, del tipo liberal clásico. Al proyecto le denominan sus pioneros, “La Tercera República”. Nada mal para comenzar. La viñeta luce seductora, especialmente para una sociedad donde los ciudadanos asumen que la política es un campo exclusivo para sinvergüenzas, tramposos y traidores; donde los más vivos ganan y los más “pendejos”, pierden.

Sin embargo, hay advertencias que debemos desplegar sobre la mesa para que la aventura tenga faro y llegue a puerto seguro. Lo decimos porque, aunque el proyecto en ciernes obedece a un examen de la situación nacional, esta representación de la realidad debe partir de un estudio profundo del sistema, que incluya, entre otras cosas, las relaciones económicas, el poder de las élites empresariales, la cultura política, la composición social. Si esto no ocurre, no se podrá hacer historia, como planteaba Gramsci. Concordamos.

Un proyecto liberal a largo plazo es un camino serpenteante, lleno de escollos y trampas. Hasta donde sabemos, solamente los chilenos tuvieron éxito en tan descomunal empresa durante el mandato de la Junta Militar, a partir de 1973. El proyecto liberal tuvo que enfrentar varios frentes de batalla, entre ellos, la idiosincrasia de los mismos militares, los caprichos de los empresarios que vivían del proteccionismo estatal, la ira de los líderes sindicales del cobre y la condena de los intelectuales de izquierda, desde luego.

Sin la escolta de los fusiles la iniciativa no habría pasado de ser una intentona típicamente latinoamericana. Javier Milei se empeña en hacer lo mismo, eso sí, sin el respaldo del autoritarismo que “gozaron” aquellos “Chicago Boys” dirigidos por Arnold Harberger, que se reunían secretamente en el comedor del Banco Central para diseñar “El Ladrillo”, el famoso libelo guía de las reformas. (Ver en PDF).

Aunque estamos claros de que se trata de un alumbramiento transformador, asistido por una “partera socrática” que ayuda a dar a luz a un nuevo porvenir de la sociedad, habrá que despertar el interés para ganar la aceptación de los ciudadanos. Cualquier oferta liberal deberá ser socializada pedagógicamente para no caer en la pedantería intelectual o en verborrea de sabios. Debido a su lenguaje sofisticado, los proyectos liberales generan desconfianza entre los políticos conservadores, de izquierdas y de derechas. Los primeros no tardarán en endilgarle el estereotipado sambenito de “neoliberal”; mientras que, para los segundos, representará una amenaza a los eternos privilegios.

Habrá muchas preguntas para los creadores de “La Tercera República”, por ejemplo: ¿con quién canalizarán políticamente su propuesta de cara a las próximas elecciones? ¿Qué actores de redil político y empresarial, o de la sociedad civil, han identificado para darle curso práctico a sus objetivos?

Dos cosas al respecto: no basta con leer profusamente a von Mises y a Rothbard para entusiasmarse; cada país tiene lo suyo, y las coyunturas y situaciones no previstas podrían cambiar el rumbo de lo trazado en el papel. Segundo: no a todos los empresarios les cae en gracia un sistema de libre competencia, ni los políticos tradicionales pondrán alfombra roja a cualquier intento por reducir la burocracia, o que se ponga fin al despilfarro, deporte favorito en el Estado, antes que el futbol.

Pero habrá que intentarlo porque es la única salida para Honduras que vislumbramos desde esta humilde atalaya. No hay otro camino: mercado libre y renovación profunda del Estado. ¿Estarán dispuestos sus adeptos a enfrentar el desafío?