Caminando por sitios de arte rupestre en Orocuina, Choluteca

ZV/28 de April de 2024/12:04 a.m.

Por: Fredis Mateo Aguilar Herrera

Al ser Orocuina un municipio del departamento de Choluteca, con mucha riqueza ancestral de sitios de arte rupestre, despierta el interés en conocer y estudiar a mayor profundidad este patrimonio histórico-cultural y por tal motivo realizamos a fines de octubre de 2023 un recorrido por dichos lugares junto a otros especialistas colegas de geografía y antropología. Entre estos sitios de arte prehispánico, logramos visitar petroglifos en la denominada Piedra del Dibujo en el caserío de El Carbonal, aldea La Trinidad, parque de Orocuina centro, caseríos de Los Araditos y El Jobo, aldea San José y en el caserío El Rodeíto, aldea Santa Lucía.

La Piedra del Dibujo, localizada entre potreros y milpas a unos cuatro kilómetros aproximados del caserío El Carbonal, se vuelve llamativa por ser un conglomerado de forma cuadrangular y de gran tamaño, conformado por distintos tipos de rocas. Sus diversos grabados, algunos difíciles de identificar o interpretar su significado y otros dibujos originales ya se encuentran alterados o trastocados por influencia humana que no tiene conciencia del valor de esta memoria histórica para las generaciones presentes y futuras. Después unas horas de caminata por caminos de herradura de complejo acceso, logramos retornar al caserío de El Carbonal y tomamos el vehículo rumbo hacia la cabecera municipal de Orocuina y curiosamente en el parque se encuentra una preciosa roca adornada con petroglifos, pero lastimosamente solo es por estar ahí, porque no tiene ninguna descripción explicativa de su significancia cultural para la población y visitantes y lo más grave que este patrimonio no es propio del espacio en donde se encuentra, sino que fue despojado de su original lugar de El Rodeíto y según narrativa de algunos pobladores, esta roca fue extraída y trasladada a Orocuina centro en el 2018.

Posteriormente nos dirigimos rumbo noroeste, pasando por los caseríos de El Barreal, Hondura Bruja ( nombre que hace alusión a ciertas prácticas ancestrales de brujería), Las Trancas, Las Guayabas, El Matapalito, Los Araditos, El Jobo, El Puerco (el origen del topónimo se deriva de un árbol con igual nombre), El Jazmín, Gualiqueme, Las Chilcas, hasta llegar al destino final de El Rodeíto a una distancia de 16.2 kilómetros y a una altitud de 930 m.s.n.m., y por su considerable elevación se disfruta de frescas temperaturas y divisa la panorámica de ciudad de Choluteca, San Marcos de Colón, bahía de Fonseca y paisajes de Liure, El Paraíso.

Nuestra llegada a la comunidad, fue vista con curiosidad y con cierto recelo por parte de algunos pobladores, que se vuelven temerosos porque creen que les pueden seguir arrebatando su patrimonio cultural, herencia de asentamientos prehispánicos. Sin embargo, una vez estableciendo interacción con algunos líderes y comentarles que el sentido de la misión es de carácter exploratorio en los sitios de arte rupestre, lograron entrar en confianza y empezaron a mostrar varios de los vestigios, de los cuales algunos forman parte de las cercas y solares de sus casas. La generosidad y hospitalidad de su gente lo hacen pasar al interior de sus hogares y lo entretienen con agradable plática y su taza de café del grano producido en el lugar.

Por la gran cantidad y diversidad de petroglifos en representaciones antropomórficas, zoomórficas, amórficas, dibujos geométricos encontrados en rocas o canto rodado de basalto, granito, toba volcánica, entre otras, se puede deducir que este es uno los principales y más grandes asentamientos indígenas que existieron en el pasado en Orocuina y por tal razón este caserío y otros aledaños pertenecen jurisdiccionalmente al ancestral título de propiedad indígena de Santa Lucía de Yucuilmay 1848, manejado de manera autónoma y con sus propias leyes internas por una junta administradora de tierras ( representado por un juez de tierras) en acompañamiento de directivas y patronato que velan conjuntamente por el respeto de la legalidad de sus tierras de índole privada, protección de sus recursos naturales y demandan la conservación y recuperación de sus petroglifos arrebatados, por ser un bien colectivo de la comunidad.

De regreso pasamos por sitio de arte rupestre en El Jobo y en el cual localizamos una roca con petroglifos que sirve de cerca en el perímetro de una vivienda y por cierto un poco alterado el paisaje al estar amarrada con cemento unas ollas de barro. Además, encontramos artefactos de piedra de moler sin patas. Este sitio está en un punto estratégico y alto, con una buena mirada panorámica, que sirve como puntos de delineación y de aviso de alerta.

Por último, visitamos el sitio de arte rupestre en potreros de Los Araditos, en el área de influencia de una quebrada. Ahí encontramos múltiples afloramientos rocosos volcánicos con muchas representaciones de líneas con distintas formas geométricas. Por falta de tiempo quedaron sin visitar la cueva Pintada, cerro El Zapotillo, caserío Mal Paso, aldea La Trinidad y cueva Las Pintadas, caserío Las Pozas. Aldea El Barreal.

En resumen, todas estas representaciones artísticas trataban de marcar su territorio y constituían un medio de comunicación interrelacionado con el desarrollo de sus actividades humanas – entorno natural. Todos los grabados están sobre canto rodados, acantilados, aleros y raramente en cuevas y denota que estos asentamientos humanos ancestrales se establecieron en altos de los cerros, zonas montañosas y boscosas, en terrenos agrícolas de terrazas aluviales cercanas a ríos y quebradas.