¿El fin de la pesadilla?

ZV
/
22 de enero de 2021
/
12:36 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
¿El fin de la pesadilla?

Por: Juan Ramón Martínez

Desde el pasado miércoles, el mundo –o casi todo el mundo– respira más tranquilo. El cambio de Trump por Joe Biden, ha sido más que un relevo presidencial. Se trata de la sustitución de un gobernante inusual, irrespetuoso de todas las reglas establecidas, y expresión de la polarización racial que ha mantenido abierta la herida de la unidad de los Estados Unidos, por un político moderado, hombre del sistema y, en consecuencia, un gobernante previsible que sabe muy bien la dura tarea que le toca emprender: reconstruir Estados Unidos. Por ello, Biden, ha procedido a reintegrar, en primer lugar, a los Estados Unidos en un mundo multipolar, sacándole del aislamiento belicoso en que Trump lo había colocado. Es razonable entonces que, como se había anticipado, Biden haya firmado el regreso de Estados Unidos al “Acuerdo de París”, a la Organización Mundial de la Salud y a revisar las políticas migratorias de su antecesor, especialmente las discriminatorias en contra de los musulmanes. Es seguro que, en los próximos días, el mundo volverá a ver a los Estados Unidos, en una postura de líder de occidente, buscando acuerdos con sus aliados tradicionales y trabajando –posiblemente la tarea más dura– por cerrar las heridas que han dejado en el interior del país, las políticas racistas en las que basó su liderazgo el anterior inquilino de la Casa Blanca.

Esta es la tarea más difícil para Biden y los demócratas. Trump deja un país dividido en dos bandos: los blancos supremacistas y “los otros”. Aunque son minoría, tienen fuerza y decisión para luchar por lo que consideran es, la defensa de su existencia como sociedad. Por ello, Trump, ha dicho desafiante que, lo que él comenzó, solo es el principio; y que, el movimiento, continuará. Aunque el éxito de Trump es improbable, sí tiene capacidad para seguir animando el fantasma de la conspiración, de los que quieren destruir a los Estados Unidos. E incluso, fomentando acciones que puedan comprometer la tranquilidad interna de una sociedad que, no siempre ha sido tan pacífica como la habíamos imaginado, como efecto de la vorágine irregular en que Trump dirigió al pueblo de la primera potencia militar del globo. Por ello, Biden tiene que hacer un esfuerzo para aproximarse al Partido Republicano, con el cual tendrá que pactar para impulsar reformas, aun con el desbalance actual de fuerzas en el Senado, calmar a las minorías blancas, y a los grupos evangélicos sectarios. Porque Trump no ha creado los problemas internos de Estados Unidos. Son estos, los que han catapultado a un hombre que, al margen de la opinión que se tenga sobre él, tiene la virtud de aprovechar las circunstancias para ponerlas a su favor.

Inmovilizar a Trump, neutralizando su capacidad de convocar al resentimiento de las clases medias blancas y protestantes, es una medida a enfrentar en el corto plazo. El aislamiento en el que ha caído y el desprestigio que se le ha venido encima, por la falta de elegancia democrática, le ha debilitado. Pero seguirá siendo un peligro para los Estados Unidos. El juicio político, que puede tener éxito en los próximos cien días, si Trump amenaza al Partido Republicano y compromete el bipartidismo en que se ha sustentado el sistema político estadounidense, puede anular de una manera suficiente el fantasma de la división. Solo hacen falta 17 senadores republicanos, para que Trump, tenga que enfrentar los tribunales, en donde, además, tiene otras muchas causas pendientes.

Por lo anterior, no creemos que la pesadilla haya terminado. Las medidas antiinmigrantes –en el caso de los centroamericanos– seguirán vigentes por un tiempo más. El conflicto con China, tendrá mayor previsibilidad; pero continuará. Las dos potencias, seguirán acumulando fuerza y Estados Unidos, no tendrá otra que, seguir la ruta de Trump, luchando en forma menos solitaria. Los enemigos creados en el Oriente Medio, e incluso, las medidas conciliatorias de Israel con sus vecinos, pueden verse comprometidas.

De allí que, aunque parezca extraño, es necesario que el mundo tenga un poco de paciencia y no presione a Biden con sus ansiedades. El capitalismo tiene que reinventarse y atender el desempleo que la automatización está creando, de la misma manera que, revivir los programas sanitarios para atender a los más pobres. Y curar la herida sangrante de la división racial.

[email protected]

Más de Columnistas
Lo Más Visto