No más continuismo oprobioso

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9 de mayo de 2022
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12:02 am
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No más continuismo oprobioso

Por: Marcio Enrique Sierra Mejía

La relación existente entre el dirigente y los dirigidos en el Partido Nacional tiene que superar viejos vicios relacionados con la gestión y el cumplimiento de pactos establecidos con quienes, unidos, aceptan y validan la condición de líder. Se debe reflexionar sobre ciertos factores relevantes que los dirigentes necesitan tomar en cuenta para cambiar la historia del Partido Nacional.

En la actual época política en que nos encontramos, los dirigentes nacionalistas lo que menos deben hacer, es actuar con deshonestidad. Hablar con la verdad, asumiendo las consecuencias que ello genera. Les hará ser asertivo, y de conseguirlo, podrá planificar mejor la estrategia para expresarse, a sabiendas que siempre al hablar con claridad, habrá quienes se verán ofendidos.

El buen dirigente valora la vida, siempre la pone por delante, su generosidad y vocación de protección social es máxima, de tal manera que nunca antepone los intereses económicos, por sobre los humanos.

Un gran dirigente es propositivo, proactivo y visionario, se adelanta a los acontecimientos, ve la crisis sin juicios y persigue oportunidades para superarla, sin evadir, siempre de frente.

Un gran dirigente se rodea de personas que suman, que critican, que proponen, que no aplauden de manera refleja y que entienden las órdenes como lineamientos, un gran dirigente entiende que la inteligencia humana es diversa, no sintiéndose amenazado si una reflexión es superior a la propia.

Un gran dirigente entiende la resiliencia en virtud del equipo, del todo, como en el colegio “por mí y por todos mis compañeros”, estando dispuesto al sacrificio personal si es necesario, honorable e inevitable.

Me entristece el futuro de Honduras, dominan los dirigentes dignos de reproche y que deshonran la política. Poco se ven los dirigentes que han superado el individualismo y el instrumentalismo electoral, por el contrario, dominan dirigentes vergonzantes pretendiendo ahora mostrarse congruentes, pero son hipócritas. Y son los responsables de causar derrotas políticas, desesperanza y desilusiones políticas.

Los nacionalistas no deben aceptar trabajar a favor del patrón continuista corrupto al que quieren conducirlo. El continuismo corruptivo, es la estrategia que están siguiendo solapadamente, ciertos dirigentes que tienen controlados, los aparatos de poder del Partido Nacional y aliados con el poder de gobierno que controla Libre. Están siguiendo una estrategia obsoleta. Que tiene como finalidad mantener el Estado botín para acumular riqueza ilícitamente. Este patrón continuista, es equivocado porque se basa en una estructura de dirigentes que no solamente deja huérfana a las bases, pero que también, causa asimetrías sociales entre sus militantes. Mientras unos pocos amasan fortunas, el resto que son muchos, se pauperizan sin esperanzas de salir de la pobreza extrema.

El continuismo oprobioso contribuye a crear desigualdad social y a perder identidad política. Y lo lamentable de esta conducta, es que trasciende al nivel nacional, porque afecta todo el crecimiento económico del país y la sociedad hondureña, dado que no contribuye a cambiar los factores de riesgo que inciden en la vida socioeconómica de los hondureños, sino que, por el contrario, los agudiza hasta el extremo de causar un desgaste político, que abona la mala reputación que tienen los partidos, como instrumentos de cambio político.

De igual forma como los socialistas, están instrumentalizando la gobernanza en la actualidad, atendiendo sus propios intereses particulares. E imponiendo políticas públicas que le hacen daño al crecimiento económico nacional y, sin darle solución, a los entuertos que comenten. El fenómeno del continuismo también contamina al nuevo gobierno porque sus dirigentes son iguales o peores que los dirigentes continuistas del Partido Nacional. Lobos de la misma loma que entre ellos hacen y deshacen en Honduras.

La sociedad política hondureña necesita cambiar el patrón continuista que basa su enfoque en el concepto de Estado botín y en la democracia electorera. Una nueva generación de dirigentes políticos tiene que aflorar en Honduras para que, cambien las condiciones políticas que, dan pie al continuismo corrupto y tirano que quieren mantener en nuestro país.

En conclusión, el continuismo es una estrategia para mantener condiciones políticas que permitan el Estado botín, la corrupción de los funcionarios públicos y sus cómplices del sector privado, el nepotismo, la tiranía, el irrespeto a la independencia de poderes, la violación de los derechos humanos, el narcotráfico y la exclusión política. Es un fenómeno que se debe combatir desde una postura política en la que los dirigentes estén comprometidos y demuestren su compromiso con testimonios ejemplares de que van por el cambio. Vencer el continuismo obsoleto y corrupto no divide políticamente, sino que une al pueblo. No a la democracia electorera corrupta, pero sí a la democracia ciudadana consciente.

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