CONSTRUCCIÓN ECONÓMICA

ZV/15 de May de 2022/12:57 a. m.

FABRICAR una casa puede exigir la inversión de muchos meses de trabajo, de gastos, privaciones y renuncias individuales y familiares de diversa índole. Construir un edificio implica mucho más, es decir, todo un proyecto que puede subsumir múltiples años de planificación y realizaciones graduales. Esos proyectos, si se busca cimentarlos con la indispensable solidez, exigen mucho cuidado, paciencia y sobriedad.

En cuanto a las construcciones que involucran los factores transversales de la economía de cualquier sociedad, en su planificación originaria y en la concreción de los trabajos, se debe ser más cuidadoso que en la mayoría de las demás tareas, en tanto que aquí se ponen en juego los intereses de toda la sociedad. O, si se prefiere emplear un lenguaje más llano, entran en juego los intereses de todo un pueblo, por muy heterogéneo que éste sea. Porque la población de un territorio y de un Estado, es la suma de todos sus individuos, y jamás la fracción de solamente un sector coyuntural.

Destruir una casa o un edificio es cuestión de pocas semanas. Hasta un vago puede destruir una casa familiar o una cuartería. A veces se puede destruir de un solo plumazo, si por ejemplo se trata de un fuego cruzado en el contexto de un “casus belli”. Pero construir un edificio económico, consistente, implica muchos años de paciente laboriosidad. Es decir, la construcción de un edificio económico con repercusión social, es un asunto estratégico para verdaderos estrategas, con visión inmediata y, sobre todo, con miradas de largo alcance. No se puede ni se debe improvisar en materia económica. Mucho menos cuando se trata de un país heterogéneo y en proceso de encontrar su propia identidad que lo ligue a la universalidad, especialmente moderna.

Aquellos que han poseído experiencia en estos temas, supieron que un simple desliz en el lenguaje, o un acto de pura imitación internacional, quizás en un momento incómodo o de mucha fragilidad, pueden echar a perder todo un proyecto económico, y hundir a la sociedad entera en la inflación, la hambruna, el desempleo y la desesperación, como acumulación de otras problemáticas previas, de repente estructurales.

Los problemas estructurales de base raras veces tienen que ver con las interpretaciones y soluciones verbales facilonas. En estos casos se debe hablar con pensamiento amplio, precautorio y profundo, y se debe operar con el bisturí de los especialistas. De lo contrario el paramédico corre el riesgo de matar al paciente, haciendo que el remedio sea peor que la enfermedad.

La parábola bíblica hace una clara diferenciación entre aquellos que construyen sus casas o edificios sobre arenas resbaladizas, y aquellos que las construyen sobre rocas altas y sólidas. Lo mismo vale, por analogía, para las construcciones económicas. Como ejemplo concreto y específico esto se puede ilustrar con los negocios que se construyen en las orillas de las carreteras sobre rellenos de aluvión aplanado. Cualquier persona con sentido común (“que es el menos común de los sentidos”) sabe que tales negocios se hundirán bajo cualquier aguacero en el momento menos esperado. Sin embargo, varias personas continúan haciendo rellenos sobre “los derechos de vía”, en donde se fabrican casas y negocios aparentemente redituables. Ni siquiera se les ocurre hacer las construcciones sobre columnatas o pilones que son más seguros.

Tanto nuestra percepción como sugerencia, no tienen nombre ni apellido. Se trata más bien de un fenómeno detectable en cualquier país tercer o cuartomundista, en donde las políticas públicas, que debieran ser estatales, carecen de continuidad entre los dirigentes, motivo por el cual se destruyen los proyectos anteriores en un santiamén. Tal fenómeno es más evidente en los municipios más grandes, cuando los nuevos alcaldes tratan de desmantelar todo lo que había realizado, para bien o para el mal, el alcalde anterior. Lo hemos visto incluso en ciudades como Tegucigalpa.