El primer sacerdote católico muerto por el COVID-19: Padre Mario Adín Cruz Zaldívar

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12 de septiembre de 2020
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12:10 am
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El primer sacerdote católico muerto por el COVID-19: Padre Mario Adín Cruz Zaldívar

El primer sacerdote católico muerto por el COVID-19: Padre Mario Adín Cruz Zaldívar

El primer sacerdote católico muerto por el COVID-19: Padre Mario Adín Cruz Zaldívar, Por: Orly Cruz

Tuve la dicha y satisfacción de conocer al padre Mario Cruz en Esparta Atlántida, cuando bautizamos a mi nieto Joseph. Posteriormente vino a Olanchito y en más de una vez le hospedamos en nuestra casa. Para Suyapa, mis hijos y para mí, siempre fue un placer recibirlo y atenderlo. Desde que lo conocí me impresiono mucho, por su trato afable y cortes: pero más que por ello, su prédica siempre era un aliciente espiritual, porque estaba impregnada de la verdadera filosofía cristiana, en el marco de la doctrina social y de la iglesia, donde se lucha por el prójimo oprimido, se le reconoce como el prójimo, al cercano. Pero a la vez se anima, se llama la atención, se emplaza de frente a los opresores, sin miedo, sin eufemismo, sin metáforas o con frases retoricas, insistiendo en las obligaciones que se tienen contraídas en el interior del evangelio. Así era el padre Mario Cruz. Lo más sobresaliente; siempre predicó con el ejemplo. En su acción de predicador, en su proyección social no pretendía atender y consolar solo al hermano de su iglesia, sino que veía siempre al ser humano, integral, en sus debilidades, sus miedos y esperanzas. Fue solidario con los que más sufren y con la verdad transparente, sin intereses personales o subterráneos, les decía el origen, las causas, sus responsabilidades, sus errores y las consecuencias de sus desgracias. Su mensaje tenía un profundo sentimiento cristiano, como no cabía de otra manera. En varias oportunidades de su rica predicación, puso como ejemplo lo que decía Gabriela Mistral: “la imagen de Jesús no hay que buscarla en la cruz, en los altares de los templos, en las estatuas, o en las portadas de los textos religiosos, hay que buscarla en las caras tristes de los deprimidos, en los rostros de los niños macilentos, en la faz de los miserables”. También, en otros momentos citaba a Víctor Hugo, a verlo “en los descamisados” como le gusta llamarlos Evita Perón, cuando se refería a los pobres de Argentina. Y en otro más, remataba citando la canción de Ricardo Arjona, ratificando que -“Cristo es verbo; no sustantivo”-. Para confirmar que Cristo, estaba vivo y caminando entre (ellos) nosotros, y que era el rostro de todos nuestros vecinos.

La predica del padre Mario tuvo sus cimientos en la práctica auténtica de la filosofía cristiana. Cuando lo escuche en el pulpito, -quizá en su último mensaje-, fustigar la corrupción galopante en Honduras, vinieron a mi memoria las predicas demoledoras de monseñor Romero en El Salvador que, denunciaba las atrocidades que cometía la oligarquía salvadoreña contra el pueblo indefenso de ese país. El ahora, San Monseñor Romero, beatificado por el santo papa Francisco, igual que Jesucristo murió asesinado en plena misa, tan solo por decir la verdad, y ser solidario con aquellos, que sobre sus descarnados hombros, cargan la pesada cruz de su inseparable miseria que los mortifica, los degrada y los mata. De similar manera fue el pensamiento y actuar del padre Mario. Lamentablemente la pandemia que abate a Honduras le arrebato la vida, cuando todavía podía hacer mucho por los feligreses del rebaño confiado a su amoroso pastoreo

El padre Mario en su misión evangelizadora de gran contenido social, no se limitaba atender al hermano de su iglesia, sino como buen cristiano le extendía su mano amiga al ser humano, que sufre y padece las injusticias de la democracia imperfecta y excluyente que impera en Honduras, donde los principales protagonistas políticos tienen secuestrado el Estado hondureño, para beneficio de unos pocos, en perjuicio de las grandes mayorías desposeídas del país.

El padre Mario siempre fue un abanderado de equidad social, política y económica del país, por eso siempre estuvo de lado de los marginados. Su humanitario legado, queda en la conciencia de quienes tuvimos la feliz oportunidad de conocerlo y tratarlo. No hay duda que su partida deja un gran vacío difícil de superar. Pero seguros que Dios lo ha recogido en su santo seno, que está a su lado, donde siempre coloca a los buenos. Y el padre Mario Cruz, era uno de ellos.

El padre Mario Adín Cruz Zaldívar, -tal su nombre completo-, nació en la comunidad Las Quebradas, perteneciente al municipio de Tela, el 27 de julio de 1959. Fueron sus padres Aníbal Cruz y Cleotilde Zaldívar. Desde muy jovencito, descubrió su vocación sacerdotal, por lo que realizó sus estudios sacerdotales en México, Costa Rica, El Salvador y Honduras. Se ordenó como sacerdote en 1987, en Trinidad, Santa Bárbara. En ese mismo año, bajo el liderazgo de monseñor Santos, participó en los esfuerzos de la Iglesia Católica hondureña, para brindarle protección, abrigo y alimentación a un enorme grupo de refugiados salvadoreños que huían de la violencia que azotaba a El Salvador, en la comunidad de Mesa Grande, San Marcos de Ocotepeque. Con más amor que con recursos, junto a otros sacerdotes, les brindaron afecto y protección a los refugiados, en unas condiciones precarias en las que faltaba el techo seguro, la comida necesaria, agua pura y la ropa necesaria para cubrir los cuerpos desnutridos de los refugiados. Posteriormente, establecido en El Salvador, fundo 6 escuelas primarias y un colegio secundario para alumnos de escasos recursos. Durante 15 años fue director de ese instituto secundario. Regresó a Honduras en el año 2014, para primero desempeñarse durante casi cinco años, como capellán de la Universidad Católica, campus de La Ceiba, de donde pasó a hacerse cargo de la iglesia Asunción de María, de Esparta, departamento de Atlántida en el mes de septiembre del 2018. Es decir que la muerte le sorprende, a punto de cumplir dos años de ejercicio sacerdotal de esa comunidad de fieles católicos. Tenía al momento de su muerte, 61 años de edad. Le habían precedido en el camino al encuentro con el Padre Celestial, un primo hermano y su madre Cleotilde Zaldívar viuda de Cruz. Descanse en la paz del Señor, padre Mario. Hasta siempre dilecto e inolvidable amigo. Lo recordaremos como amigo y líder espiritual, toda nuestra vida.

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